
Nuevo proyecto musical de Frank Attard (MOTHER MARS, FROZEN PLANET….69, LITTLE BIG WOLF). El prólifico musico australiano nos sorprende a los seguidores de los sonidos psicodélicos de las bandas en las que milita con un exquisito trabajo musical.
El de Sidney, se pone el frac y la pajarita para regalarnos un disco elegante, lleno de sensualidad. En un ejercicio de fusión, a través de composiciones de smooth soul-jazz, blues, soft rock, salpicados por ciertas dosis de blues y de la psicodelia con aroma experimental que siempre ha estado presente en sus discos. Acompañado para la ocasión de la brillantísima cantante Opal Maka AM, Ray Ledesma (guitarra), Simon Kay (bajo), su compañero de viaje en MOTHERS MARS Y FROZEN PLANET… 69 Paul Attard (guitarra), encargándose él de la batería, percusión, teclados y bajo en alguno de los temas.
“PRAYING ON SATELLITES” se abre con una intro con efectos sintetizados de un minuto escaso, que nos deja confundidos de por dónde va a ir el disco.
Inmediatamente la primera sorpresa nos llega con los primeros acordes de “The Core”. Un suave y melódico tema con una cálida voz femenina con registros de jazz y soul, llena de elegancia. Ritmos jazz en la batería y el bajo. Nada parecido a lo conocíamos del australiano. Tras la confusión y estupefacción por los sonidos que saltan del disco a nuestros oídos, el sosiego y sensualidad de la voz de Opal Maka AM se apodera de nosotros en todo goce musical.
Esta línea se mantiene durante todos los temas del disco, aderezado de nuevos y variados elementos compositivos. “Kingdom maker” junto a la sensual voz llena de sentimiento, el resto de los instrumentos se contagian de ese registro vocal, mostrándose con una suavidad y tranquilidad propia de esos momentos de intimidad con uno mismo o con la persona querida. Ideal para veladas románticas. Con todo ello, no estamos ante un disco jazz tradicional. La formación, se permite ejercicios en los que la guitarra transmite humos psicodélicos, sin que estemos hablando propiamente de una psicodelia pesada.
Sonidos con un acento de jazz más marcados aparecen en “Praying on satellites”, el corte que da título al disco. La batería y el bajo marcan el comienzo de un tema en el que la fusión entre el jazz y el soft-rock es evidente. Un tema para amantes de los californianos Steely Dan, pero bajo un humo lisérgico, con una parte final en la que los instrumentos dominan la escena en un insistente ejercicio de experimentación.
Gratificantes acordes de guitarra acústica abren “Bird on a wire”. De nuevo la sensualidad vocal custodiada por una tranquila base rítmica, y un mayor protagonismo de la guitarra.
Si antes comentaba que no estamos hablando de un disco de stoner, ni siquiera de heavy-psych. Estemos hablando de un disco de jazz, y por si había dudas, “Carry me home” es la prueba de ello. La voz más “negra” hace acto de presencia, Como si estuviéramos escuchando a Billy Holiday el tema, va cabalgando hacia terrenos blues con un brillante solo final de guitarra.
Estamos ante músicos que viven entre psicodelia, y eso se nota en alguno de los pasajes de “Over the moon”. Un bajo poderoso, y un acompasado ritmo de batería se mantienen durante los ejercicios lisérgicos que transmite la guitarra.
Acordes que se repiten como soporte y ritmo a un trabajado y estructurado tema en el que las guitarras más ácidas toman el protagonismo. Toda una delicia.
Si antes mencioné que estábamos ante un ejercicio de experimentación, “GGantija” es prueba de ello. Sonidos tropicales se entremezclan con la psicodelia en un aparente caos espacial, lleno de efectos dónde cada instrumento se ejercita a su placer.
“Red man blue star” Es una lograda mestizaje de estilos que conviven en armonía. Sonidos retro se fusionan con el funk, la psicodelia, el soul y el jazz en un tema lleno de ritmo subliminal.
“A million years” nos devuelve al jazz lisérgico, en otro logrado tema.
Evidentemente, nos encontramos ante un grandísimo disco que sorprenderá a muchos. Seguramente éste no es el disco más indicado para los amantes de los sonidos más pesados, ni para muchos fieles seguidores del stoner. Pero la calidad contenida en “PRAYING ON SATELLITTES” está fuera de toda duda. Hay una frase que suele estar en mi boca con frecuencia…. “mente abierta a nuevos sonidos”. Y esto es lo que recomiendo para disfrutar de INA MAKA.
Un álbum, en el que en una escucha detenida, van apareciendo matices sonoros que la primera audición seguramente habrán pasado imperceptibles. Es de los discos que cuanto más escuchas, más te gustan. Y eso significa algo…….