Han pasado cinco años desde su último álbum ‘PSYCHEDELIC SPARCELORD’, demasiado tiempo sin poder disfrutar de nueva música de estos magos de la psicodelia espacial y la improvisación. Ahora, la banda noruega nos compensa con 80 minutos de ‘viaje psicodélico’ sin ataduras, a través de siete impactantes canciones. En su décimo álbum (quinto de estudio), la banda parece explorar nuevos territorios con los que enriquecer su creación compositiva para empujar los límites del sonido que nos habían presentado hasta el momento. La incorporación a la batería del miembro de MOTORPSYCHO Tomas Järmyr, aporta una solidez palpable a unas canciones que no se rigen por ninguna regla. Ese espíritu libre a la hora de componer sus canciones hace que las mismas resulten fluidas, a pesar de su larga duración, algo que no está al alcance de todos. Es posible que sea el álbum más pesado y versátil de la banda hasta ahora. Evidentemente la improvisación es una fuente de creatividad para la banda de Trondheim, pero dentro de esas jamás espaciales en esta ocasión encontramos riffs rugosos melodías bien arregladas, y elementos progresivos. Todo esto hace que el sonido de BLACK MOON CIRCLE se muestre más sólido e incluso pesado. Pero no se asusten, los devaneos de efectos y los sintetizadores de Dr. Space, siguen ahí, surcando el cosmos entre efluvios psicotrópicos. Sus conmovedoras y largas canciones (una de ellas de mas de veinte minutos), no dejan espacio para la monotonía, ya que su fluida narrativa, hace que cada una de ellas siempre ofrezca un aliciente al oyente. Ya sea por los golpes de rock pesado de inspiración 70’s, como en los múltiples momentos en los que se dejan llevar por la exploración mas alocada. En ‘LEAVE THE GHOST BEHIND’ todo parece diseñado para el disfrute del oyente ya que el álbum es un constante tira y afloja entre lo impredecible y lo que las fuerzas caóticas de la improvisación libre espaciada decidan. Todo unido en el lado más arraigado de la estructura proporcionada por medio de la una composición exquisita de sus canciones.
BLACK MOON CIRCLE son: Vemund Engan, Tomas Järmyr, Øyvin Engan y Scott Heller
El bajo, la guitarra y la batería se grabaron fuerte, salvaje y en vivo en Nautilus Studio en dos partes separadas. sesiones en diciembre de 2020 y marzo de 2021. Luego, Scott lanzó su sonido de sintetizador en la ubicación en Penalva da Alva, mientras que las voces se hicieron de vez en cuando en Trondheim.
Finalmente se registraron gaviotas en vivo en el lugar junto al muelle de la bahía contigua a Dora. El álbum fue mezclado en Nautilus por Øyvin Engan y masterizado por Magnus Kofoed en Estudio Brygga, Trondheim, Noruega. Las esculturas de la portada del álbum fueron talladas en madera por el artista Erlend Leirdal. El diseñador Steffen Telstad junto con el fotógrafo Endre Forbord prepararon el escenario y ejecutaron la sesión de fotos La portada fue diseñada por Håvard Gjelseth. El álbum fue grabado con el apoyo de Trondheim Kommune.
‘LEAVE THE GHOST BEHIND’ está disponible vía Glover Records / Stickman Records (Soulfood Music)

Con una duración de once minutos y una presencia doom en su apertura, ‘Snake Oil’ se erige como una pista pesada y psicodélica a la vez. Los incesantes sonidos espaciales salidos de los sintetizadores de Scott, una contundente batería y la lentitud de la ejecución de sus riffs me confunden en su inicio. No tardan mucho en situar al oyente en el punto en el que mejor se manejan, Una espiral de psicodelia espacial con ritmos pesados y una voz rebosante de sentimiento. Con una vibración vintage, la canción transita por el particular cosmos de la banda de Trodheim con melodías vocales cautivadoras. Jugando a la perfección con los elementos crean una composición superlativa que mantiene su espíritu de improvisación con sólidos y pesados pasajes de hard-rock, psicodelia y atmósferas espaciales. Mostrándose por momentos como una canción pesada compuesta el los 70’s, BMC, no renuncian a esos efectos y espirales que nos sumen en un trance psicotrópico, manteniendo su espíritu intacto. La larga duración del corte permite pasar por distintos estados de ánimo. Desde las bacanales lisérgicas, la pesadez de su sonido, y las cuidadas melodías rockeras. Todo ejecutado de una forma fluida y atractiva, y si, psicodélica por supuesto.
‘Serpent’ se muestra mas experimental. Con un sonido grueso, el corte se desarrolla en una atmósfera cósmica de la que salen sus cautivadoras melodías. La dualidad de su difuso sonido, y las vibraciones de los 90’s se conjugan con gran acierto. El tema camina a trompicones con una sucesión de vibraciones agolpadas de una forma aparentemente caótica, pero en cuanto llegan los estribillos, la canción se convierte en un plato apetecible. Es posible que el sonido de la banda haya variado respecto a anteriores entregas, pero el espíritu de los noruegos está presente.
La cosa cambia con ‘Psychedelic Spacelord (Lighter than Air)’, una canción cercana a los veinte minutos en la que BMC reflejan su esencia psicodélica con un sonido áspero en su parte inicial. Golpes de riffs rugosos, y un registro vocal que mira inexorablemente al pasado, hacen que la pista consiga el objetivo de sumir al oyente en una narrativa fluida. Con una pesadez caustica, la banda golpea entre constantes cambios de ritmos y sintetizadores envolventes que aportan el espíritu sideral característico de la banda. Al igual que hemos visto en los álbumes de MOTORPSYCHO, una legión de bandas noruegas parece mirarse en ellos para ofrecer un sonido versátil y atrayente a partes iguales. La pista no da respiro en ningún momento, teniendo el punto de mira en un avance constante. El trabajo de la línea de bajo destaca entre los poderosos tambores y los pasajes de guitarras. Con aspecto de haber nacido de una improvisación, la canción va explorando diferentes estados sin que nada resulte anodino. El corte se pierde en una espiral psicodélica en la que banda ejecuta sus instrumentos de una forma anárquica que acaba por dejarnos en un insondable entorno cósmico. Una vez allí la guitarra destila pasajes lisérgicos de alto octanaje, demostrando que estos chicos se manejan bien en estos escenarios lisérgicos.
Cambiando el registro ‘Bubbles in the air’ es una suave canción ejecutada con pausados acordes acústicos y una voz cálida a la vez que cautivadora. Todo un bálsamo para los sentidos con reminiscencias psico-progresivas adornado con algún efecto de sintetizador en la expresión mas minimalista de los noruegos.
‘Cohiba’ nos devuelve a los riffs gruesos con su espíritu 70’s. Con una impactante guitarra, la pista gravita en una atmósfera vintage y psicodélica con algún devaneo blues. El corte mantiene su carácter contenido con un ritmo cadente pero firme. En su segunda mitad, las hostilidades psicotrópicas se desatan con una especie de jam en la que la guitarra copa todo el protagonismo con bucles interminables. Los efectos siderales no faltan a su cita aportando el carácter cósmico de muchas de las canciones de los noruegos.
Con diez minutos de duración, ‘Magellanic Cloud’ explora los confines de la psicodelia espacial. Auspiciado por una introducción de extraños efectos de sintetizador, el corte fluye en un insondable espacio psicodélico. Una magnética línea de bajo va creando el clima de este ceremonial chamánico. Pasajes heavy-psych de alto nivel van surcando ese escenario antes de la entrada de la voz. Con sólidos pasajes la banda alterna los momentos instrumentales (de gran peso en la pista) con otros en los que la canción se muestra más accesible y menos experimental. Con una estructura de jam convertida en canción, los noruegos logran un mágico equilibrio en el que cautivadores pasajes de vocación floydiana se enriquecen con agradables melodías vocales que se inclinan a un espacio más progresivo. Lea exploración psicodélica se vuelve más tormentosa en una parte final en la que la intensidad se incrementa sin que el corte pierda su esencia.
El corte final, ‘Radiant Sun’, se desarrolla durante mas de veinte minutos en los que la banda se siente libre para hacer fluir su creatividad. Un contagioso ritmo rockero inicia a andadura de esta nueva exploración sónica. Con el espíritu de los 70’s inmerso en sus surcos, la sólida pista ofrece multitud de matices y reverberaciones en un exuberante escenario psico-progresivo. Llegado a su mitad, el corte sucumbe sin rubor al caos de la improvisación con una orgía lisérgica de grandes dimensiones. Podría parecer que BLACK MOON CIRCLE han perdido el rumbo, pero su capacidad para lograr que la pista se muestre conexa, evita que el oyente se pierda en exuberancia de su instrumentación. Efectos de guitarra, sintetizadores una línea de bajo completamente hipnótica y unos tambores alocados son los elementos usados para este tormentoso recorrido una jam que se vuelve más espacial en esta parte central. Tras la tempestad siempre llega la calma, y ésta, se representa en la descripción de un espacio en el que el vacío del cosmos es el protagonista. Sorteadas todas las adversidades del camino, la susurrante voz parece para crear el sosiego necesario tras la monumentalidad de los caóticos pasajes previos. Un epílogo perfecto con tintes psico-progresivos que hace que esta canción sea de lo más interesante de este brillante e inusual álbum.