Alejándose de la influencia centrada en el rock ruidoso de su álbum ‘FACESHIFT’ de 2018, THE MACHINE exploran los lados más pesados del shoegaze, el rock progresivo y la psicodelia en su nuevo y lisérgico nuevo álbum ‘WAVE CANNON’. En su séptimo registro, regresan a la forma de sus inicios con un enfoque mas moderno. Con canciones ambientadas en un entorno mas suave, exploran sus fuertes raíces psicodélicas en una hora intensa dividida en seis canciones inmersivas que, con su eclecticismo, indicen en un sonido completamente difuso. El trio consigue el equilibrio alternado pistas más pesadas, con otras muchos más volátiles en las que las vibraciones espaciales y las melodías shoegaze copan el protagonismo. Tras los cambios en su formación, (el álbum está grabado con su anterior batería Davy Boogaard), THE MACHINE renuevan sus propósitos en el séptimo álbum de su carrera. Un álbum empapado en reverberaciones, fuzz y sonidos atmosféricos, en el que THE MACHINE se reivindican con una apuesta versátil con la que conquistar nuevos fans, pero también con la que se congracian con algunos de sus viejos seguidores. Cuidando la melodía, el trio crea canciones cautivadoras que esconden una vocación pop, ocultada sobre las descargas de distorsiones. De esta manera, sin renunciar a su esencia, ofrecen una versión renovada de si mismos, con una retroalimentación que les hace mas fuertes. Si bien no estamos ante un álbum que te conquiste a la primera escucha, cada nueva audición, resulta mucho más enriquecedora para el oyente. La duración de sus canciones (la mayoría de ellas de 15 minutos), permiten a los holandeses dejarse llevar por sus instintos. Explorando diferentes vibraciones nos meten en un agujero de gusano, que transita por el cosmos impulsado por riffs pesados y melodías neo-psicodélicas, algo que a mi me atrapa, pero que no estoy seguro de que toda la audiencia entenderá. Lo mejor, es que cada uno de vosotros saque sus conlusiones.
‘WAVE CANNON’ fue grabado por: David Eering – guitarra/voz, Chris Both – bajo y Davy Boogaard – batería, habiendo sido reemplazo en la actualidad en los tambores por Klaas Dijkstra, y está disponible vía Majestic Mountain Records.

Con un sonido grueso y plomizo ‘Reversion’ nos recuerda que los holandeses son una banda Stoner que gusta de impregnar sus canciones con altas dosis de fuzz, pero que también les gusta viajar por escenarios psicodélicos. Con un tono shoegaze, la pista gravita en una atmósfera lisérgica enriquecida con golpes de pesadez. Por momentos coqueteando con una atmósfera espacial, crean un espacio inmersivo bajo un aura neo-psicodélica.
Una extraña introducción abre ‘Genau or Never’. Aquí el hipnotismo del trio se manifiesta en un ritmo kraut y una instrumentación atmosférica que recuerda a la cara más sosegada de la banda. Impulsada por una fuerza sideral, la canción avanza en una exploración cósmica con intensos momentos de psicodelia expansiva y un sonido denso, difuso e incluso minimalista.
Los rugidos de ‘Glider’ nos recuerdan quienes son estos chicos. Unos magos del Stoner que ha pesar de experimentar mantienen esa esencia indemne. Extremadamente lisérgico, el corte se impulsa por un sonido denso y plomizo que se contrarresta con las voces lánguidas y un espíritu cósmico. La banda se retroalimenta dejando patente que siguen mirando al futuro a través de su particular agujero de gusano. Un camino de ida y vuelta desde el desierto a algún insondable espacio sideral. El trio pone la maquinara a máximas revoluciones para surcar los confines de la galaxia entre efectos y distorsiones acompañados de un ritmo pesado que suavizan con melodías que se inclinan al pop por momentos.
Estamos ante un álbum algo ecléctico y el descaro alternativo de ‘Ride on Crash Kick’ así lo corrobora. Una atmosfera difusa nos intoxica con sustancias psicotrópicas y un desenfado que bebe del shoegaze pero sobre todo del Stoner rock. Algo que puede desconcertar a algunos, pero que otros, seguramente lo agradecerán.
La joya de la corona del álbum la encontramos en ‘Return to Sphere (Kneiter II)’. Sus veintidós minutos son un espacio suficiente amplio como para desarrollar todas sus inquietudes creativas sin complejos. Sumiéndonos en pozo heavy-psych, THE MACHINE recrea un sonido lisérgico sumamente penetrante. Su atmósfera volátil se complementa con una poderosa base rítmica y una espesa neblina que hace que todo sea turbio y difuso. Tras cinco intensos minutos de despegue, poco a poco las cosas cambian. Las vibraciones siderales fluyen entre efectos y distorsiones creando un espacio aturdidor. Con algunos ganchos ortodoxos en forma de riffs arenosos, pasamos a un entorno cósmico. En este espacio los sonidos repetitivos e hipnótico asoman a un mundo oscuro e inquietante, pero a la vez sumamente balsámico y lisérgico.
‘Wave Cannon’ nos empapa de melodías shoegaze y elementos neo-psicodélicos. Impulsando por si mismos, el corte atraviesa un espacio en el que todo se muestra borroso, algo que se repite en la mayoría de las canciones. Fuertes tambores, efectos y pedales, y un ritmo tosco e inquebrantable van armando las piezas de este turbio corte. En la parte central la pista coquetea con pasajes noise creando una atmosfera aturdidora que parece agotarse disipándose como un cortocircuito que deja sin energía la maquinaria. Un extraño parón central nos devuelve a un escenario de pesadez y fuzz en el que las melodías almibaradas aparecen para poner el contrapunto a la contundencia y aspereza anterior. En la parte final, la pista se vuelve más espacial, impulsada por un sonido cósmico y cegador a partes iguales.