Reseña: MISTER EARTHBOUND.- ‘Shadow Work’

El álbum debut de MISTER EARTHBOUND es una exploración sónica del lado más oscuro de uno mismo. Sus riffs abrasadores, voces inquietantes y ritmos de conducción te arrastrarán para explorar las profundidades pantanosas de tu propia mente. Puro blues psicodélico humeante rociado de una densa neblina con sabor a bandas como GRAVEYARD. La banda de Virginia nos ofrece un álbum narcótico en unas calmadas atmósferas no exentan de una poderosa garra rockera. Con canciones de un groovy contagioso, el cuarteto demuestra que sabe tocar sonidos ácidos, pero también magnetizarnos con bellas melodías que acaban por llevarnos a un placentero estado sensorial. Swamp rock de los 70’s enriquecido con una producción contemporánea con un resultado sobresaliente. Si, porque si sus tonos retro nos trasladan a la década pasada, sus riffs rugosos nos ponen en un espacio más moderno y pesado. Una combinación en la que caben tanto 13TH FLOOR ELEVATORS , como los PENTAGRAM de los primeros días, en una búsqueda del legado bluesy de SCREAMING JAY HAWKINS. Si a todos estos ingredientes añadimos una voz cálida y penetrante, la ceremonia chamánica está servida. ‘SHADOW WORK’ es uno de esos álbumes ideales para degustar acompañado de unos buenos cogollos de hierba, un álbum que gana enteros con cada nueva escucha, hasta volverse en una obsesión. Impactante, lisérgico, hechizante, y con las suficientes dosis de pesadez como satisfacer también a los fans del Stoner más ortodoxo. Sin duda un debut prometedor de una banda a la que ha que estar muy atento.

‘Not to know’ se desarrolla entre riffs retro en una atmósfera pantanosa en la que los elementos stoner se conjugan con alguna dosis de blues creando un sonido turbio con un groovy contagioso. Cadentes ritmos empujan el corte sin demasiadas estridencias hacia un entorno netamente psicodélico. Ahí el corte descansa en suaves pasajes entre una densa bruma, empapada de sustancias psicotrópicas. Coros espectrales aportan un cierto tomo chamánico antes de retomar su ruta por el camino desde el que partió.  Su sencilla estructura nos es un impedimento para que el resultado sea sumamente apetecible y digerible por el oyente.

Calmados acordes de blues nos introducen en ‘So many ways’. El tema mantiene una pausa envuelta entre pasajes psicodélicos en los que el blues se asoma con prudencia. Una especie de balada con la que la banda nos narcotiza en un placentero viaje a través de misteriosos paisajes con elementos electroacústicos. En la parte central las guitarras se tornan más ácidas y las voces más profundas lo que dota al tema de más cuerpo.  Impregnado en efluvios lisérgicos de una atractiva guitarra, el tema parece sumirnos en un narcótico sueño a través de bellas melodías que gravitan en un ambiente completamente psicodélico.

Sin salir de ese entorno sonoro ‘Coffin callin’ es otro corte lisérgico que nace desde el sosiego, para explorar con cautela nebulosos espacios dominados por una misteriosa calma. Aterciopeladas melodías y una instrumentación contenida van evolucionando sin estridencias repartiendo sobre el oyente un efecto balsámico acompañado por una cálida y sugerente voz. Con un cierto aroma vintage, los desarrollos se suceden imprimiendo carácter a una canción suave y sugerente. Para enriquecerlo, el tema se nutre de unos cuidados arreglos que elevan la intensidad en su parte final.

En una atmósfera más misteriosa, el blues ‘Hot foot powder’ sigue explorando un entorno pantanoso con ritmos más vibrantes y riffs que tienen a la aspereza. Sutiles elementos stoner nutren la canción de fuerza. Esto no significa que el corte abandone ese estado psicodélico ya que durante su desarrollo hay una oscilación constante de la intensidad.

Saliendo de la calma de los cortes anteriores ‘Wicked john’, con un magnífico ritmo retro explora entornos de blues oscuro con el suficiente gancho como mantener al oyente alerta. Con la mirada al frente, el corte avanza cadente ofreciendo bellos momentos en contraste con la rugosidad de algunos de sus riffs. Un balanceo con el que consiguen atrapar al oyente a un relato pausado, pero repleto de fuerza. Nuevamente los ecos retro afloran entre esos desarrollos de guitarra ´ácida tan presentes en todo el álbum. La canción bien podría datarse en los 70’s, a pesar de que los golpes de stoner están ahí, recordándonos en que siglo vivimos.

En una atmósfera de puro swamp-rock, ‘Weighed’. Se nutre de momentos blues, de psicodelia pesada y de acertados ritmos cadenciosos. Estribillos y coros fascinantes completan otro blues empapado en sustancias narcóticas para proporcionar un gratificante estado sensorial al oyente. Sin duda una perfecta banda sonora para explorar bosques húmedos y nebulosos en cualquier lugar del sur de la América profunda. En la canción se percibe una roma doorsiano que ya aparecía en alguno de los cortes anteriores, pero que aquí cobra una nueva dimensión. Las melodías vocales se contonean en su relato haciendo que el corte se muestre mucho más atractivo a pesar de su espíritu netamente heavy-psych.

Cerrando el álbum, la banda opta por los acordes acústicos de ‘No telling’ para poner el broche de oro a un álbum muy interesante y atractivo. La calidez vocal se adorna con algún acorde eléctrico para mantener ese estado lisérgico predominante en todo el álbum. A diferencia del resto de canciones, en esta ocasión son suficientes dos minutos y medio para transmitir al oyente toda su sensibilidad.  

Mister Earthbound

Reseña: STÖNER.- ‘Stoners rule’

STÖNER  es el supergrupo formado por los padrinos del rock del desierto y viejos amigos  Brant Bjork  (miembro fundador de Kyuss, también ex Fu Manchu),  Nick Oliveri  (Mondo Generator, ex Kyuss, Queens of the Stone Age) y  Ryan Güt (baterista de Brant Björk). Puede parecer un poco pretencioso llamar a una banda STÖNER, pero si hay alguien que puede permitirse eso, son dos de los pioneros del género como Bjork y Oliveri. A partir de ahí las expectativas por este nuevo grupo pueden ser muy altas, pero en realidad lo que nos ofrece ‘STONER’S RULE’ son siete temas sencillos pero conmovedores en los que estas leyendas nos ofrecen una banda sonora para un paseo por los polvorientos caminos del desierto de Mojave. Marcado profundamente por los últimos trabajos en solitario de Bjork, el álbum es una continuidad de estos con el aliciente del crudo, difuso y áspero bajo de Nick Oliveri. Cualquiera que quiera ir mas allá probablemente se sentirá decepcionado. Sin duda, estos veteranos de la escena desértica están ya de vuelta de muchas cosas, y aquí parecen haberse reunido con el único propósito de divertirse. Si hay algo que caracteriza este álbum es el ritmo; ese groovy que Brant Bjork sabe imprimir a sus canciones aquí se convierte en el hilo conductor del álbum. Sobre una base que se repite una y otra vez el crujiente bajo de Nick pone el músculo a unas canciones suaves, chamánicas, pegadizas, pero sencillas. Con ecos de blues, de swamp-rock, de funky, ciertas dosis de sutil psicodelia, pero un corazón de puro desert-rock. Toda una celebración espiritual de esas generator-fest que les hicieron famosos décadas atrás y que ahora ve unidas a dos de las leyendas del género. Un álbum polvoriento y humeante a la vez que contiene canciones coloristas, frescas y sin muchas pretensiones. Su difuso sonido consigue equilibrarse con los pegadizos estribillos y unas armonías que sin demasiadas pretensiones consiguen funcionar. Probablemente ‘STONER’S RULE’ se convierta en foco de polémica entre los que se sientan decepcionados y entre los fieles que celebren está reunión de dos mitos. Por mi parte solo decir que el álbum tiene gancho, pero sus canciones seguramente no perdurarán y los fieles seguidores retomar aquellos álbumes que crearon con el legendario nombre de KYUSS.

STÖNER son Brant Bjork (Guitarra y voz), Nick Oliveri (Bajo y voz) y Ryan Güt (Batería); y ‘STONER’S RULE’ está disponible vía Heavy Psych Sounds.

‘Rad stays’ abre el álbum con el crujiente sonido del bajo de Nick, algo que será una constante a lo largo de todo el trabajo. El groovy desértico y el particular y personal registro vocal de Brant marcan un álbum que suena de Bjork. Ecos swamp rock se conjugan con el habitual sonido del desierto. El tórrido tema refleja la temperatura de la escena stoner a la perfección. Con el gancho suficiente, el tema avanza repitiendo su armonía con leves oscilaciones de rock clásico engrosadas por el grueso sonido de las cuatro cuerdas. Leves coros acompañan la voz de Brant en un tema sencillo pero resultón. Buenas descargas de fuzz intoxicante aportan las dosis lisérgicas a un tema luminoso que define a la perfección el sonido de este nuevo proyecto.

Con las aristas más ásperas ‘The older’ golpea con contundencia. Bajo una estructura aparentemente sencilla el tema nos insufla la energía de la banda entre cadentes ritmos. Ecos de los 70’s afloran entre los monumentales e hipnóticos riffs. El turbio y arenoso sonido queda patente en un corte con un fantástico groovy. Estribillos pegadizos completan la oferta tras la cortina de fuzz desértico. Sutiles pasajes de guitarra tratan de hacerse un hueco entre la densa base rítmica sirviendo de contrapeso a un tema turbio y pesado que funciona bien.

Con el blues en el horizonte, ‘Own yer bl..’ se empapa de sonidos añejos con aroma a pantano. Medios tiempos y la voz como protagonista van creando un corte vintage con gran magnetismo. El groovy vuelve a atraparnos contagiándonos esa cadencia rítmica suave pero firme. Sus chamánicos pasajes crean una atmósfera psicodélica con una humeante y narcótica sensación que nos atrapa irremediablemente.  En la parte final el bajo de Nick vuelve a tomar parte del protagonismo entre desgarradoras combinaciones vocales que se replican.

En tonos más rockeros ‘Nothin’’ ruge como perfecta banda sonora a un viaje por desolados y caluros espacios en los que la arena y los cactus son los protagonistas. El impactante bajo sirve de contrapunto a un tema alegre y colorista con un carácter cegador. Desert-rock en estado puro en una canción que tiene claro su propósito y que va al grano, sin rodeos.

‘Evel never’ es una invitación a la fiesta con un sonido más alternativo y punk. Manteniendo el tono vintage, los ecos del pasado se fusionan con vibraciones stoner más contemporáneas. Uno de esos temas que nos invita al desenfreno en el que la banda muestra su lado más alternativo en algo menos de tres minutos.

‘Stand down’ se desarrolla entre tonos psicodélicos y ritmos contagiosos con sabor a 70’s. El tema toma elementos primitivos para contagiarnos ese ritmo penetrante ten presente en todo el álbum. Con Nick imprimiendo la fuerza, en esta ocasión la guitarra toma el protagonismo con wah wah, y ese groovy pegadizo que rápidamente nos engancha. Fuertes tambores y riffs turbios nos instalan nuevamente en paisajes desérticos en los que el trio se maneja a las mil maravillas. Los tonos Funky y un estribillo contagioso hacen el resto para que el tema se meta en nuestras venas imprimiéndonos su contagioso compás.

Como si fuera un ejercicio de magia negra negra ‘Tribe/fly girl’ recupera ese sonido chamánico de Bjork. Un impactante e hipnótico bajo nos golpea entre fuertes dosis lisérgicas en un tema caliente que se desarrolla en dos partes durante trece minutos. Aquí se dejan llevar por sus instintos. La turbia cortina de riffs borrosos de Nick, los devaneos de la guitarra de Brant y el implacable ritmo describen el desert-rock como pocos. Sin duda es una especie de vuelta a los orígenes. Cautivadores, STÖNER juegan con la repetición de acordes para aturdirnos con su fuzz narcótico y vibrante. Tras la primera parte en la que los sonidos Stoner copan el protagonismo, la segunda parte del tema es como una especie de jam psicotrópica en la que el trio muestra su faceta más psicodélica con narcóticos pasajes llenos de magnetismo. Aquí el blues y los ecos pantanosos habituales en los últimos trabajos de Brant se muestran para llevarnos a un ‘viaje’ a través de los efluvios del peyote. Rock desértico en estado puro que hará las delicias de los amantes de estos pioneros. Todo un ritual extasiante que nos atrapa proporcionándonos un estado de bienestar entre fuertes elevaciones de intensidad que recuperan el inicio del tema.   

STÖNER:
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Reseña: BRANT BJORK.- «Brant Bjork»

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El padrino del desierto sigue reflejando su legado en su álbum homónimo «BRANT BJORK». Con trece álbumes a sus espaldas, y mas de veinte años de carrera, a estas alturas ya no necesita reivindicarse ante nadie, y así queda reflejado en un trabajo en el que él mismo compone y toca todos los instrumentos. Cada vez más enraizado en sonidos funk, el propio BRANT manifiesta que este trabajo es su verdadera naturaleza creativa. Atrás quedaron aquellos momentos en los que los ritmos pesados tenían un mayor protagonismo. En estos momentos BRANT BJORK se encuentra en un periodo de madurez, y esto se refleja en temas posiblemente mas pausados, pero no por ello exentos de fuerza. Si hay algo que me llama la atención del álbum, es la capacidad rítmica que tienen todos los temas, algo que ya venía mostrando en sus últimos trabajos. Sus inicios como batería quedan patentes en la imperturbable base rítmica en la que se desenvuelven las canciones. Ritmos pegadizos con un fantástico groovy contagioso que acaban por atraparte en cada tema. Ese el principal aval de un álbum que contiene temas sencillos, y ahí precisamente radica su grandeza. No todo el mundo es capaz de transmitir tanto desde la sencillez, olvidándose de complejas estructuras compositivas. Aquí queda patente aquello de… «menos es mas». «Mr. Cool» logra combinar los ecos del solitario desierto en el que compuso el álbum, con los aromas de los pantanos en temas que toman pequeñas dosis de blues y de psicodelia. Los temas fluyen orgánicamente sin ningún tipo de prisa, atascándose en armonías repetitivas sobre un gran trabajo de producción con el que consigue que todo suene a su gusto. Mayoritariamente las canciones se presentan cristalinas y cálidas, arrulándonos gracias a su peculiar registro vocal. (Evidentemente no estamos ante el mejor cantante del mundo, pero su voz tiene esa magia que consigue engancharte), pero también podemos encontrar momentos de crudeza en un sonido particular en el que puntualmente también afloran vibraciones de músicos tan dispares como Hendrix, Tony Joe White o incluso Marc Bolan. Sin perder su esencia stoner, las vibraciones y ritmos de los setenta parecen cada vez mas presentes en sus últimas producciones. Seguramente no estamos ante un trabajo que quede en los anales de la discografía de BRANT BJORK como uno de sus destacados, pero sí ante un álbum que nos dará cuarenta minutos de buenas vibraciones con el desierto y sus sensaciones siempre en su punto de mira. 

Producido por Yosef Sanborn y Brant Bjork Grabado y mezclado por Yosef Sanborn en The High Desert Funk House, Joshua Tree, CA. del 11 de noviembre al 3 de diciembre de 2019. Masterizado por John McBain, JPM Mastering, San Francisco,  «BRANT BJORK» está disponible vía Heavy Psych Sounds.

Con ese característico groovy funk al que nos tiene acostumbrado en los últimos tiempos “Jungle in the sound” nos impregna de un olor a pantano en cada acorde. Siempre sin perder el ritmo, cada verso tiene su espacio entre los suaves acordes y la arena del desierto en la distancia. Sin tomarse ninguna prisa, los acordes de la guitarra emergen con brillantez de los ritmos del desierto traídos por el espeso sonido del bajo. Con sutilezas y sin estridencias de ningún tipo crea un corte colorido que suena al Bjork más auténtico.

“Mary (You’re Such A Lady)” mantiene el ritmo del corte anterior, esta vez aumentando la gravedad de ese bajo hipnótico y atrayente. Mas pesado y repetitivo, Brant transmite sosiego con su cálida voz entre elevaciones corales. Siendo comedido con la guitarra, en la parte final aparecen esos solo coloristas y afilados. La capacidad del californiano para hacer que un corte aparente monótono resulte a efectivo es digna de todo elogio, ya que consigue atraparnos en la pegadiza melodía. Aquí se percibe nítidamente el cuidado con el que Bjork trata la base rítmica, uno de sus principales avales.

Evocando a la soleada California, “Jesus was a bluesman”, nos traslada al sonido soft-rock de los 70’s. Jugando todavía más con la melodía crea una canción susurrante que nos acaricia con cada estrofa. Casi por una senda pub-rock en fornido y hechizante bajo marca el tempo del tema. Sacándose de la chistera esa luminosa guitarra los ecos del desierto permanecer de una forma subliminal, o no tanto…

Con la vista puesta en Hendrix, “Cleaning out the ashtray”. Ofrece la versión más cruda de Bjork. Menos complaciente en la melodía y sin renunciar al pegadizo ritmo funk, la batería aparece de manera milimétrica, casi robótica. Sobre una estructura repetitiva, vuelve a crear otro pegadizo tema bajo un sonido desértico.

Con crujientes riffs y tambores que retumban una y otra vez, “Duke of dynamite” vuelve a desarrollarse entre cactus y secarrales con el sol en todo lo alto.  En una efectiva combinación de stoner y con momentos en los que inevitablemente T. Rex me vienen a la mente, consigue otro corte de lo más pegadizo y hechizante. En esta ocasión incorpora más elementos psicodélicos insertado entre la crudeza intrínseca d un tema que bien podría ser una perfecta banda sonora para conducir por las largas rectas del desierto.  

“Shikin’ now” es toda una invitación al baile. El espíritu funky se muestra entre ritmos pegadizos y cálidas voces y coros. Un cierto aroma chamánico dota al tema de las dosis lisérgicas apropiadas.

La ceremonia del vudú del desierto se desarrolla en “Stardust & diamonds eyes”. Riffs hipnóticos repetidos una y otra vez de los que acaban emergiendo guitarras ácidas. Sin estridencias consigue fusionar el legado de Tony Joe White con su propia identidad, entre acordes de blues psicodélico. Un caminar cansino que trata de coger brío entre notas de color.  

El álbum cierra en tonos acústicos con “Been so long”. Un susurrante tema en el que la sugerente voz de Brant nos arrulla entre melodías aterciopeladas sobre una estructura simple y sencilla.

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Reseña: LUNAR SWAMP.- «UnderMudBlues»

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En una dualidad en la que el blues del delta es protagonista, los italianos LUNAR SWAMP conjugan todo el sentimiento con riffs arenosos más propios del desert-rock en EP debut «UNDERMUDBLUES». Una conjunción en la que el fuzz nos intoxica mientras los efluvios de los pantanos narcotizan unos temas que huelen a humo cannabico y bourbon de garito de mala muerte. Si a ello unimos un atractivo toque doom, el cóctel está servido. Distorsiones, y ecos de los humerales sureños conviven en una armonía en la que los sonidos primitivos toman una nueva dimensión. Arcaicos si, pero  lo suficientemente chamánicos como que las hierbas psicotrópicas y los hongos alucinógenos habiten en cada uno de los temas. Si los espinosos cactus son la única compañía de los moradores del desierto en su soledad, al ser impregnados de los pegajosos ecos del swamp rock, los temas cobran una nueva vida. Un blues lento y plomizo empapado en dietilamida que nos narcotiza con cada uno de sus riffs. La inquietante voz de Mark Wolf parece salir de la profundidad de unos pantanos en los que el musgo de cada acorde no permite ver las turbias aguas. Esta explosiva combinación hará que vulvas a darle al play una vez acabada su escucha. 

LUNAR SWAMP son : Mark Wolf (voz, armónica, fx), Machen (guitarras) y SM Ghoul (batería).

«Shamanic owl» nos deja patente por donde van los tiros de los italianos. Las serpientes hacen sonar sus cascabeles ante la atenta mirada de los cactus impertérritos, mientras una tormenta de rock arenoso nos acecha.  Toda una descarga de fuzz con una estela de blues se cierne sobre nosotros. Una voz aguardentosa llena de rabia y ritmos de stoner ortodoxo con gruesos riffs y un ritmo trepidante construyen el corte.  Dejando espacio para solo más moderados que aportan su granito de psicodelia a ese torbellino de desert-rock. Intoxicante, grasiento y con olor a bourbon, los ecos del medio oeste se reflejan entre las nebulosas arenosas. Un tema que sacude nuestro cerebro y que muere entre cactus solitarios a ritmo de blues.

En ese estado blusero, «The crimson river», entre solitarios moteles de carretera, se van reflejando el ambiente del desierto a través de ásperos y pegajosos pasajes. Humo cannabico y chamánicas voces hacen el resto en un corte primitivo en el que los ecos stoner se recuestan en almohadas bluseras. Pesado, plomizo y con cadentes ritmos, y aura morrisiana se vislumbra entre las escamas del lagarto. El desierto en su lado mas salvaje y hostil se intoxica con esos difusos pasajes que nos arrastran al interior de sus surcos.

El blues ácido de los primeros setenta se viste de fuzz bajo difusos ritmos pesados en «Magic circle at twins moons». Ritmos pesados envueltos en una nube de psicotrópicos en los que los efectos del peyote nubla nuestra mente para expandir nuestros sentidos en un viaje catártico a las profundidades del desierto. La fuerte descarga de unos riffs con vocación doom no se resiente con la embestida del narcótico blues.

Si por un lado, los italianos dejan patente su habilidad para reflejar el sonido del desierto, no es menos cierto que también saben conjugar los efluvios de los pantanos como demuestra «Green swamp». Sucumbiendo a los dictados del blues stonerizado construyen un tema de incuestionable pesadez entre esos efluvios narcóticos. Chamánico y hechizante, el carácter doomy persiste entre los ondulantes riffs.

Cerrando el álbum, «Creeping snakes» pone el epílogo con gruesos acordes acústicos. Un corte instrumental en el que se describe la soledad del desierto en el ocaso del día. Sencillo, pero emotivo.

https://www.facebook.com/lunarswampband/

Reseña: JACKIE TREEHORN AVE.- «Nervous breakdown blues»

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Con el comienzo de 2.020 llegaba el primer álbum del trío italiano JACKIE TREEHORN AVE.  una de esas maravillas con las que uno se topa de vez en cuando y que hacen que el amor por la música siga vivo. Seguramente podremos pensar que el contenido de «NERVOUS BREAKDOWN BLUES» no aporte nada nuevo, pero lo cierto que a eso solo se puede de responder una vez que se ha buceado entre sus surcos. Después de haberlo hecho, el hechizo te habrá atrapado y posiblemente no querrás salir de allí nunca. Con dos elementos fundamentales como son el blues y la psicodelia, su música vive entre intoxicantes y narcóticas brumas pantanosas. Con una chamánica y cautivadora voz,  su envolvente y atmosférico sonido cabalga entre efluvios cercanos a The Devil & the Almigthy Blues o los mismísimos All Them Witches en modo blusero. Sus flotantes guitarras revolotean entre toneladas de psicotrópicos sobre pausados desarrollos con algún gen stoner en sus venas. Temas equilibrados que van directamente a las neuronas del oyente generando un placentero estado mental y terapéutico que supone un antídoto al frenético ritmo de vida contemporáneo.  Este debut es una magnífica carta de presentación que espero tenga nuevas secuelas, porque aquí, cualquier amante de la psicodelia disfrutará infinitamente, y esta primera entrega, acaba haciéndose corta. Este álbum es pura magia, ¡¡¡Quiero mas!!! 

La banda está compuesta por Tom Warren (guitarras y voz principal), Selena Wallace (bajo y voz) y Drugo Lebowski (batería).

“Psychonaut” a través de pausados acordes nos introducen en misteriosas atmósferas en las que reina la oscuridad. Acordes repetidos reciben a una batería acompañada de unos riffs de corte retro, mientras la cálida voz de Tom Warren nos arrulla entre ritmos que se repiten con mimo. El tema desciende a espacios netamente psicodélicos introduciéndonos en un brumoso bosque en el que desarrollarán el tema. El blues y la psicodelia unidos en la misma causa bajo un ambiente vintage.  A continuación, pasajes en los que la dupla de voces de Tom y Selena, combinan la sensualidad de las hadas del bosque con calidez todopoderosa en un hechizo asombroso. En ese entorno los bellos pasajes de la guitarra nos adormecen bajo un caleidoscopio psicotrópico en tenues atmósferas meditativas que nos trasmiten mágicas sensaciones. Un reconfortante tema con una estructura perfectamente trabajada.

Entre el blues y la psicodelia “Mind to stay” con un aura retro deja el protagonismo a la aterciopelada y reconfortante voz para desplegar todo su hechizo. Una armonía envolvente nos hechiza bajo pasajes casi recitados. Ondulantes y punzantes pasajes despliegan todo su poder de seducción en una ceremonia cautivadora que nos atrapa en esos brumosos espacios en los que tan bien se sabe mover la banda. Un corte aturdidor y persuasivo.

A golpe de wah wah, “Devil wisper”, libera el lado más ácido del trío. Con tonos setenteros el corte avanza altivo y cadente por pantanosos paisajes. En una incursión en espacios más propios del swamp rock los difusos riffs son coloreados con unos coros resultones.  Cambiando su vocación, el tema desciende a fangosos momentos tornándose más enigmático. Sin dejar de lado el blues, los momentos de tensa calma se rompen entre repetitivos acordes y solos punzantes en una evolución a sonidos más pesados para intensificar el narcotizante hechizo.

El blues-rock más narcótico, aparece en “Ozzy’s game”. Los pegadizos ritmos conviven en narcóticas atmósferas con esa cautivadora voz que en esta ocasión se acompaña de coros atrayentes e hipnóticos. Si bien el tema se muestra más fornido y pesado su aura psicotrópica no desaparece. Siempre dejando espacio para los dos estilos en los que se mueve la banda, aquí algunos elementos stoner aparecen entre los lisérgicos pasajes.

Cambiando algo el estilo, JACKIE TREEHORN AVE se atreven con una versión de un tema que popularizó Johnny Cash, original de Danny Dill y Marijohn Wilkins. “The Long Black Veil” . Dotándole de los suficientes elementos psicodélicos, la susurrante voz navega entre acordes acústicos entre los que aparecen algunos solos ácidos que nos recuerdan los entornos rurales en los que se movía el bueno de Cash, pero adaptándolo a su particular estilo. Siempre me resulta agradable cuando una banda se atreve a hacer suya una versión de otro artista dándole su toque personal.

El blues, ese jodido blues penetrante reaparece más cautivador que nunca en “Nervous breakdown blues”. Siguiendo la estela de bandas como Devil & Alghmity blues, aquí no se desprenden de su capa psicodélica, pero se dejan llevar por los primitivos instintos del blues más pantanoso. Con alguna influencia Stoner en sus surcos, especialmente por esa cadencia rítmica, el blues toma por completo el protagonismo. La voz en baja fidelidad de Tom sigue ejerciendo su ritual seductor.

El álbum cierra con “Lisergic Holliday”, un corte instrumental en el que dejan patente que estos chicos saben lo que es la psicodelia del siglo XX. Casi por espacios más propios de Causa Sui, desarrollan todo su potencial ácido. Narcotizantes pasajes nos envuelven en una reconfortante espiral psicotrópica. Los hongos alucinógenos nublan nuestros sentidos con cada nota, con cada riff. El colofón perfecto a un magnífico trabajo.   

https://www.facebook.com/Jackie-Treehorn-Ave-2011954105567349/