Con canciones directas que mantienen una producción limitada en detrimento de su fuerza intrínseca, los californianos DEER LORD publican su segundo Lp dividido en dos entregas, ‘DARK MATTER PT. 1,’, y una segunda parte que se publicará a lo largo de 2023. En esta primera entrega nos presentan seis canciones repletas de riffs de guitarra estruendosos, atmósferas de ciencia ficción masivas y baterías poderosas repletas de ritmos contagiosos. Rudas y poco ortodoxas, pero con los suficientes elementos como para que su versatilidad no las haga caer en convencionalismos. Si en su anterior entrega el rock and roll se erigía en protagonista en esta nueva entrega, ofrecen un sonido más crudo y primitivo. Sus atronadores golpes graves y sus densas atmósferas lisérgicas se sustentan en unos ruidosos tambores y riffs masivos así como ciertos guiños al blues más salvaje y arcaico. Rememorando esos salvajes sonidos de los pioneros del hard rock y el proto-metal de los 70’s, DEER LORD golpean con fuerza poniendo a prueba la capacidad neural del oyente con canciones ácidas en las que encontramos descargas de fuzz intoxicante, solos abrasivos, y una rugosidad que abofeteará tu cara. El álbum fluye con facilidad entre oscuros pasajes doom, impulsados por un sensacional groovy, que gratificará a cualquier amante de las rugosos vibraciones arenosas, pero también a esos viejos rockeros habituales de garitos de mala muerte en los que el alcohol y el humo de la hierba campan a sus anchas. No se cual será el contenido de esa segunda parte que nos espera, pero este primer capítulo de ‘DARK MATTER’, es capaz de proporcionarnos una experiencia inmersiva ya que sus surcos, son sumamente atractivos y están llenos de garra. Una fórmula que la banda cree que permitirá mas tiempo para saborear cada nota de sus canciones.
Las semillas de ‘DARK MATTER’, se plantaron hace casi cinco años cuando McOmber aún estaba aprendiendo sobre el proceso de grabación y prestando mucha atención a escribir canciones que fueran simples y divertidas versus complejas y perfectas. En lugar de buscar heroicidades de rock progresivo-difíciles, la banda se esforzó por crear canciones que los músicos jóvenes disfrutarían tocar y los maestros de riffs experimentados, disfrutarían tocando la cabeza en la máquina de discos.
DEER LORD son: Sheafer McOmber (guitarra/voz), Jared Marill (bajo) y Ryan Alderman (batería).

Ambas partes de ‘DARK MATTER’ fueron grabadas y mezcladas por McOmber y el baterista Ryan Alderman en Northern Buffalo Studios en Santa Rosa, CA. El proyecto fue masterizado de manera experta por Hamish Simpson en Silly Scotsman Studios en Windsor, CA, y la carátula del álbum fue ejecutada magistralmente por Mirkow Gastow en Berlín, Alemania La grabación y mezcla correspondió a Sheafer McOmber y Ryan Alderman, con una masterización a cargo de Hamish Simpson (Silly Scotsman Studios) y una obra de arte de Mirkow Gastow.
‘Ego’ es un corte pesado en el que los riffs stoner de vocación doom se alternan con algunos elementos lisérgicos impulsados por una fuerte presencia de fuzz. Su diabólico ritmo se desboca en una espiral desértica de grandes proporciones. El resultado es un corte crudo y turbio con un sonido difuso y primitivo con alguna reminiscencia de los ecos proto-metal de los 70’s.
‘’Hippie girl’ se construye sobre una sólida base de una línea de bajo excelsa. Voces salvajes se unen a una fiesta de sonidos desérticos con un cierto tono vintage. Una combinación de hard-rock potente y vibraciones stoner con una presencia bastante interesante. La canción pasa por momentos de intensidad, pero también contiene pasajes atmosféricos en los que la psicodelia aflora entre las grietas de su potente sonido. En su parte final, el tema se torna más dinámico y pegadizo.
Envueltos en una orgía sónica, ‘Planet earth’ se empapa de ritmos contagiosos y un aura psicotrópica. Con estribillos que se superponen entre nebulosas arenosas, la canción gravita en un ondulante espacio desértico. El corte toma algún elemento proto-metal en su narcótico deambular entre dunas y cactus, sin perder su tono cósmico.
‘Psychedelic roadkill’ palpita entre fuertes tambores y golpes de riffs ásperos. Con un indudable espíritu más propio del hard rock primitivo, la gruñona voz parece vomitar una canción llena de fuerza. Cruda y con las dosis suficientes de fuzz, el corte contiene algunos de los elementos más ortodoxos del género, ejecutados con un groovy sumamente contagioso. La canción se basa en la historia de terror de un accidente de motocicleta a alta velocidad mientras (lo adivinaste) bajo fuertes drogas psicodélicas.
Si las huestes stoners pueden sentirse identificadas con ‘Ride away’, los amantes del rock más macarra y pesado encontraran su espacio aquí también. Turbio, pero lleno de ritmo, los estribillos y unos riffs crujientes conforman este mole sonora. Un tema que invita al baile y a poner a prueba tus cervicales. Denso y pesado, a la vez que narcótico en alguno de sus pasajes, el corte es una estampida arenosa que cegará tu mente para permitir que tu cuerpo se manifieste. La parte final es una invitación al desenfreno y a pogos descontrolados.
‘Witches brew’ con sus más de siete minutos, cambia la dinámica del resto de canciones. Inspirado en la historia de un vagabundo en las montañas que se encuentra bajo el hechizo de una bruja psicodélica, después de besar sus labios cubiertos de LSD en la cima de la montaña, el corte cambia de alguna manera la dinámica del álbum. Si en el resto de las canciones DEER LORD toman la vía recta, en esta ocasión la banda se toma su tiempo para perfilar la esencia del tema. Una introducción atmosférica nos llena de sustancias lisérgicas para evolucionar a un entorno que coquetea con el doom. Lento en su avance, el corte se nutre de efectos y crujientes riffs de los que afloran pasajes vocales mucho más sosegados y chamánicos. Con esta dualidad consiguen un equilibrio satisfactorio y muestran la capacidad compositiva dejando fluir sus ideas en un espacio humeante. La última parte contiene unas melodías más digeribles con las que logran transmitir el ritmo entre borrosos riffs empapados en psicotrópicos.