Manteniéndose fieles a su pasado y tras siete años de sequía, los canadienses BLOOD CEREMONY regresan a lo grande con un álbum soberbio, con el que expanden su sonido en nuevas direcciones, y a la vez su leyenda. Ha pasado demasiado tiempo sin música nueva de la banda, pero ahora nos compensan, ¡y de qué manera! Porque ‘THE OLD WAYS REMAIN’ es un álbum sin fisuras, con fantásticas melodías, canciones pesadas, guiños folk, mágicas atmósferas, elementos progresivos y con la esencia de la banda brillando en todo su esplendor. Que duda cabe que sus fans desearían un regreso así, y ahora, solo queda caer rendido a sus pies y dar las gracias por esta maravilla sonora. El álbum se inspira en el concepto de espíritus pasados que acechan el presente, lo que está magistralmente encerrado en su música, con unas canciones que vivirán en tu carne y huesos en los años venideros. A medida que su destreza en la composición de canciones crece y su música adquiere colores más profundos y brillantes en respuesta, el cuarteto está perfectamente preparado para renovar su relación especial con los nostálgicos adoradores de los riffs en todas partes. Con la llegada de la primavera, las viejas costumbres lanzarán su hechizo de nuevo. En este nuevo álbum, BLOOD CEREMONY consiguen que sus canciones atrapen al oyente, ya que son de todo, menos aburridas. En cada pista puedes encontrar una narrativa versátil, que siempre hace que las piezas encajen, haciendo que cada giro, cada cambio estilístico, resulte fluido y cautivador. Diversas, hipnóticas y eminentemente maravillosas, con una mezcla sonora de pesadez y alucinación, sus canciones toman el vuelo llevando el sonido de los canadienses a un nuevo territorio, al mismo tiempo que honran el espíritu atávico que los ha llevado a tales triunfos en el pasado. ‘THE OLD WAYS REMAIN’ es un álbum para aquellos que aman las grandes canciones, los grandes riffs y las historias crípticas de los límites exteriores.
‘THE OLD WAYS REMAIN’ está disponible vía Rise Above Records.
BLOOD CEREMONY son: Alia O’Brien (voz, fluta, órgano), Sean Kennedy (guitarra), Lucas Gadke (bajo) y Michael Carrillo (batería)

Con una entrada ceremonial, los primeros riffs de ‘The Hellfire Club’ parecen devolver a un pasado glorioso. La seductora voz y un tempo contenido pero sólido van desgranando las entrañas de una canción que lleva el sello de la banda. La atmósfera retro recrea ensoñadores pasajes en los que el rock ocultista muestra su lado mas sensual. Mágicos pasajes de flauta, una atmósfera oscura y cautivadores riffs, son argumentos suficientes para caer rendido a sus pies.
Emulando a las bandas hard-progresivas de los 70’s ‘Ipsissimus’ se desarrolla en una atmósfera mas propia de otros tiempos. Con una cuidada melodía, la canción desprende elementos diferenciadores de un trabajo bien hecho. Cambios de ritmos que no entorpecen la trama, y una narrativa fluida equilibran la pesadez de la banda con su lado más aterciopelado. La pista evoluciona a un espacio más pesado y rockero con un ritmo trepidante y algunos solos asesinos.
‘Eugenie’ vuelve a soportarse en el sonido de la flauta en su apertura para crear una ecléctica canción con variadas influencias estilísticas. Con una armonía sencilla y repetitiva, los canadienses van coloreando la pista con gotas de blues, estribillos melancólicos y un ritmo luminoso que les aparta por momentos de sus tonos ocultistas. Un cierto exotismo se incrusta en bellos pasajes de guitarra manteniendo el magnetismo de una pista sosegada pero que no te da pausa. La entrada del órgano hace que la canción mute a un espacio vintage, en el que los ritmos calientes y los vientos nos sumen en un cautivador corte retro. El tema resume la facilidad de la banda para modular sus canciones.
Instalados en esos escenarios vintage que tan bien saben crear, ‘Lolly Willows’ mira al hard-progresivo de los 70’s con una mirada creativa. Con una melodía pegadiza la canción avanza custodiada por una potente base rítmica y numerosas cabriolas que hace que su escucha sea divertida y fluida.
En un tono más poppie y florido, ‘Powers of Darkness’ desprende un néctar almibarado mas propio de los 60’s o 70’s. Suave, con coros celestiales y una voz apacible y seductora, la canción no ofrece una instrumentación enrevesada, pero siempre con su punto pesado. No hay que confundir lo suave con lo ñoño, y aquí encontramos el ejemplo perfecto, ya que la guitarra no falta a su cita para ofrecernos su particular néctar en forma de solo afilado.
En un tono más rockero ‘The Bonfires at Belloc Coombe’ recrea pasajes de puro rock 70’s. Siempre con la cautivadora voz de Alia, poniendo el contrapunto a la contundencia de sus riffs, y consiguiendo el equilibrio y ese poder cautivador que imprimen a cada pista. Dando un giro en su segunda mitad, el corte desciende a un espacio más psicodélico por momentos. Un breve espejismo, ya que la flauta y un ritmo trepidante nos devuelven a un aquelarre de hard-prog de clara inspiración 70’s.
‘Widdershins’ se empapa de acidez para crear un sonido más dinámico e incisivo. Con pasajes proto-doom a los que se une la flauta, los canadiense construyen una pista pesada, oscura y mágica a partes iguales.
Retomando las melodías aterciopeladas ‘Hecate’ es una pista con sabor a miel en el que la psicodelia pop de los 60’s se refleja con acierto. Una pista vintage, en la que la banda deja de lado su sonido más reconocible. Toda una paradoja que una banda como ellos, compongan canciones así, y estas resulten auténticas y fascinantes. A buen seguro, será una sorpresa par a muchos de sus seguidores.
Dejándose llevar por el folk progresivo ‘Mossy Wood’ aporta aromas rurales con un dulce sonido de flauta. Siempre con la cautivadora voz como abanderada, la canción combina mágicos pasajes de flauta con una estructura más rock. Por momentos enigmática, la pista se balancea en un espacio ocultista
‘Song of the Morrow’ pone el epílogo a este maravilloso álbum con suaves coros y dulces melodías que conjugan los elementos usados en el resto de las canciones. Mirando a la West-coast, el tema se contiene por momentos, dejando que su armonía mute suavemente entre pasajes psicodélicos golpes pesados y una estética cambiante.