Reseña: UPUPAYÂMA.- ‘The Golden Pond’

Si eres amante del sonido de bandas como KIKAGAKU MOYO, disfrutarás con las siete pistas de ‘THE GOLDEN POND’, el segundo álbum del multi-instrumentista italiano Alessio Ferrari bajo el nombre de UPUPAYÂMA. Un músico y un nombre desconocido hasta ahora para mí, pero que ha conseguido enamorarme con su fascinante y reconfortante propuesta sonora. Un álbum terapéutico y emocional en el que la tradición oriental se plasma en canciones psicodélicas, rebosantes de belleza y espiritualidad. Ideal para la reflexión y la búsqueda de la paz interior, a través de canciones que combinan elementos folclóricos con la psicodélica más relajante y aromatizada, las melodías son creadas con naturalidad y dulzura. Usando un lenguaje inventado, el musico intenta que su voz se escuche como si fuera un instrumento más, una herramienta que no transmite mensajes específicos, pero que le aporta brillo y sensibilidad a unas canciones hermosas, suaves, pero en las que no faltan embestidas de riffs pesados, solos rebosantes de acidez, y una sensación gratificante flotando en cada una de ellas. La forma de expresión de la música como terapia para encontrar la paz interior en este auténtico mantra envolvente y hermoso. Creando un espacio onírico, el álbum parece creado desde un particular Nirvana, que se cae sobre nosotros como un magnífico regalo en forma de melódicas y lisérgicas canciones. Cuidados arreglos e instrumentos de lo más variado, van tejiendo un aterciopelado tapiz sonoro capaz de relajar al más inquieto de los mortales, porque si algo destaca de este álbum, es su poder curativo y relajante. ‘THE GOLDEN POND’ es de esos álbumes que, tras su escucha, consigue cambiar tu estado de ánimo y hacer que tu mente flote en un mundo de gratificantes sensaciones. Un álbum para expandir la mente y todos los sentidos de nuestro cuerpo en un viaje devocional a un mundo repleto de bellas canciones. Psicodelia exótica utilizada como una suave brisa que mece nuestros cabellos y que nos invita a cerrar los ojos y dejarnos llevar, en la que destaca unos brillantes pasajes de guitarra y un enfoque acertado para seducir al oyente con el uso de la voz como el instrumento fundamental. Además de tocar la guitarra, el bajo, los teclados y la batería, el propio Ferrari también incorpora una serie de otros instrumentos en su sonido, incluidos el sitar, el erhu, la flauta y una variedad de instrumentos de percusión.

‘THE GOLDEN POND’ está disponible vía Cardinal Fuzz y Centripetal Force

Entre evocadores acordes con un misticismo intrínseco ‘Cockoos from the house of Golden tin’ florece lentamente. Sus tonos exóticos nos llevan a un espacio floral en el que la flauta y la guitarra acústica van construyendo la canción. Dulces y aterciopeladas melodías vocales nos acarician con delicadeza. Un gratificante tono contemplativo subyace mientras los instrumentos se incorporan en un caleidoscopio meditativo. Todo un arrullo que gratifica el alma con una bucólica atmósfera presidiéndolo el ambiente. En la parte final los riffs crujientes hacen acto de presencia para complementar una cautivadora canción que habita en un espacio fragante sosiego. El enriqueciendo del corte con elementos eléctricos enriquece ese sonido acústico predominante.

Embutidos en esa atmósfera ensoñadora ‘Entering the times of wilderness’ mantiene el carácter psicodélico. Lentos acordes acústicos y la susurrante y celestial voz contrayente un corte colorista que eclosiona con ácidos solos de guitarra para mostrar que estos chicos van en serio.

‘Mas’ se soporta en un ritmo letárgico que nos sume en un trance lisérgico en el que los aromas exóticos nos acarician. Psicodelia del nuevo milenio con muchos elementos folk, y un carácter aturdidor. Con una magnética línea de bajo logran sacarnos de la espiral psicotrópica para llevarnos a un insondable espacio en el que lo espiritual se convierte en hipnótico. Con pasajes en los que el sitar, la guitarra y la flauta se fusionan para ofrecernos fragancias llegadas del lejano oriente. Envuelto en ese misticismo predominante van armando una canción que intensifica su ritmo sin perder su verdadera vocación terapéutica.

Con los tiempos perfectamente medidos, ‘Come here, noriko’ combina pausados acordes de guitarra bajo un manto protector proporcionado por un bajo profundo. De ese espacio, la voz se asoma con delicadeza entre efluvios lisérgicos. Una algodonada canción con los suficientes elementos psicodélicos como para cautivar al más ortodoxo de los fans del género. En sus notas se huele un aroma exótico, que se transmite al oyente proporcionado un estado de relajación y bienestar. La parte final conjuga un turbio zumbido difuso con acordes mucho más coloristas. De nuevo la combinación de estos elementos resulta satisfactoria.

Los sonidos de la naturaleza introducen ‘At the fairie bower’. Bajo, guitarra y flauta, sobre un ritmo cadente y luminoso parecen mostrarnos las delicias de oriente con un sonido evocador de aquellos exóticos entornos. La acaramelada y susurrante melodía vocal toma elementos folclóricos en una canción que usa los elementos eléctricos para elevar el tono. Como si estuviéramos meditando en un templo japonés los aromas místicos nos envuelven en un sueño espiritual. Aquí el sitar y la flauta juegan nuevamente un papel fundamental.  Una canción devocional que expande su belleza proporcionando un gratificante relax.

‘Ergobando’ se muestra como un interludio de sitar y ritmos hipnóticos con algún viento psicodélico. Uno de esos temas que parecen incompletos y que las bandas usan de vez en cuando en sus álbumes.

Con un neto carácter psicodélico ‘Sata me pani’ se recrea entre solos de guitarra en ese espacio balsámico y curativo que contiene los surcos de ese hechizante trabajo. Narcótico en su narrativa, el tema contiene elementos de los pioneros de la psicodelia para llevarnos a florales espacios hogar de una psicodelia ácida. Usando los aromas orientales para narcotizarnos en un suevo sueño lisérgico.

 ‘Ballad of the mungho’ pone el epílogo con hipnóticos y suaves acordes y esa voz susurrante y aterciopelada que parece masajear nuestros sentidos. Vientos de la tradición oriental se adornan con una psicodelia cálida y sutil. Los instrumentos tradicionales son la herramienta para crear este mundo sensorial. Evidentemente estamos ante una balada, y el tono de la canción es suave y reconfortante.

Cardinal Fuzz

Centripetal Force

Reseña: GONDHAWA.- ‘Käampâla’

De la psicodelia a la música oriental a través del Afrobeat y el rock progresivo, GONDHAWA quiere ser la música del mundo y de los mundos. En su nuevo álbum ‘KÄAMPÂLA’ crean un universo musical ecléctico y singular sobre textos escritos en una lengua local de los albores de los tiempos: el Gondhawii, elección asumida para devolver a la voz su papel de instrumento, de emoción. La banda francesa es un laboratorio musical, una fusión entre el ritmo de Fela Kuti y la electricidad de Hendrix con canciones que habitan en aromatizadas atmósferas psicodélicas. Seis potentes y eclécticos temas psicodélicos bañados en stoner, afro-beat y rock progresivo. Seis pistas que unen ritmos intrincados y riffs ingeniosos. GONDHAWA ofrece la banda sonora de una road movie interestelar. Un tornado eléctrico con abundancia de ritmos y texturas. Los franceses dotan al stoner de un tono peculiar y atractivo, con esa brillante combinación de psicodelia y ritmos africanos llenos de aromas exóticos. Una oferta sonora llena de frescura que escapa de los convencionalismos para ofrecernos nuevas rutas sonoras.

Formada en 2018 en Angers (Francia) por Idriss (voz y guitarra), Clément (batería) y Paul (bajo), la banda explora diferentes estilos con una energía ilimitada. Inspirándose en la literatura de ciencia ficción francesa, inventaron un idioma. Resultado. Gondhawii, una fusión de sonidos de todo el mundo y otros aún no identificados. Con este nuevo lenguaje toda la mente se sumerge en un delicioso trance donde atravesamos ritmos extraños, riffs de cuartos de tono, groove oriental y explosiones eléctricas, así como instrumentos de cuerda de otros países. (n’goni, sanxian, guitarra microtonal).

GONDHAWA son:

Clement Pineau: batería, kamele n’goni, voz, percusiones
Idriss Besselievre: voz, guitarras, Sanxian
Paul Adamczuk: bajo, guitarras, teclados,
Margot Guilbert: voz en ‘Konesay’, ‘Djoliko’.

KÄAMPÂLA’ fue grabado en La Ferrière por Malcom Berthou, mezclado por Malcom Berthou, masterizado por Dan Coutant en Sun Room Audio y cuenta con ilustraciones de Jeremy Perodeau, estando disponible vía Stolen Body Records.

Los suaves y pegadizos ritmos afro-beat de ‘Rabha diska’ abren el álbum entre suaves melodías vocales y vientos exóticos. Marcando bien los tiempos y con constantes oscilaciones, el atrayente tema reposa en suaves pasajes antes de subir los decibelios con unos potentes tambores y una atmósfera psicodélica.

‘Konesay’ se desarrolla en una mística atmósfera psicodélica y ritmos tribales. Con los tambores como protagonistas entre zumbidos y suaves voces susurrantes. Con marcadas pausas, el tema acelera con riffs más pesados y parones que frenan su ímpetu, aquí la psicodelia florece sin perder el alma afro de los franceses. El tema contiene buenos solos ácidos que se estiran con wah wah antes de sucumbir a un exótico sonido Stoner. Un corte fresco y versátil de gran intensidad y aromáticos pasajes pesados.

Los ritmos tradicionales se mestizan con elementos funk en ‘Käampâla’. Un colorista corte que irradia color entre voces y coros afro. Un sonido turbio y vertiginoso de genes Stoner que se mezcla entre melodías vocales que oscilan y mutan constantemente. Todo un tapiz sonoro con un gran abanico cromático en el que todo parece caber, ecléctico, pero efectivo. 

Algo más virulentos, las embestidas de riff heavy-psych de ‘Assid Bubu’ contrastan con sus suaves pasajes psicodélicos. En esta canción conjugan mágicos momentos de psicodelia aromatizada con voces llenas de fuerza en un tortuoso corte que oscila constantemente entre distintas vibraciones estilísticas sin perder ese espíritu exótico que contiene el álbum.

‘Fortun Qüki’ es posiblemente el corte más experimental del álbum. Sus hipnóticos ritmos se dotan de ese exotismo afro presente en todo el trabajo. Sus cálidas voces y efectivos coros, son arrastradas por sus pegadizos ritmos coloristas creando un arco iris cromático en el que caben distintas vibraciones. Sobre su espíritu psicodélico, la canción repite su armonía enriqueciéndola con vibraciones más propias de la música tradicional.  

Cerrando el álbum, ‘Djoliko’ es una hermosa balada arrullada por la melancolía de las cuerdas acústicas de todo el mundo. Aquí la tradición muestra su cara más pausada creando un corte lleno de melancolía con sencillos y relajantes acordes. El tema es como un bálsamo relajante que refleja la vocación de la banda por los sonidos tradicionales.

Gondhawa

Stolen Body Records