Con el espíritu de la aclamada serie «Second Coming of Heavy», que se centró en combinaciones únicas de todo la escena underground pesada, Ripple Music publica «TURNED TO STONE», una nueva serie que continuará explorando los confines más remotos de la psicodelia y los sonidos plomizos.
Para ‘ENTER GALACTIC WASTELAND», el primer capítulo de la nueva serie de estos split, Ripple cuenta con MR BISON y SPACETRUCKER para comandar el primer lanzamiento. Personalmente nunca me he sentido demasiado atraído por los discos compartidos, pero si todos tienen la calidad de éste, bienvenidos sean. Con dos caras claramente diferenciadas en las que los italianos nos ponen el «viaje» con el heavy-psych que nace de esas dos mágicas guitarras que hacen olvidarnos de que la banda no tiene bajista, y con una evidente admiración por Pink Floyd y Colour Haze; y la otra cara con la aspereza y contundencia de los stoners de San Luis, mucho más ortodoxos en su apuesta desértica. Con su punto de mira puesto en Kyuss, Nebula o Fu Manchu, incorporando a su receta aditivos grunge al estilo de Melvins y altas dosis de hard setentero.
Tres temas para que cada banda desarrolle todo su potencial, y que abre con:
SPACETRACKER:
“Nosedive”, con un sonido pesado amplifica su vocación stoner con crujientes riffs más propios del proto-metal y el heavy rock. Densos, turbios y contundentes no dejan de aportar buenas dosis de fuzz arenoso y ciertas dosis de grasa pegajosa y pastosa gracias a ese espeso y contundente bajo. Con algún solo virtuosos y afilado se entromete entre las gruesas nebulosas desérticas. El tema no pierde en ningún momento del ritmo ni su vocación pesada a pesar de sus ahogadas y desgarradas voces.
Un solo que deja espacio para el lucimiento del bajo, es la introducción a “Distant earth”. Un bajo que nos lleva en volandas a enigmáticos y oscuros paisajes. En esta ocasión con una cadencia mucho más psicodélica y liviana que el corte anterior. Esto sirve de aliciente para explorar humeantes entornos heavy-psych, a través de hipnóticos momentos que incluso se atreven a acercarse para coquetear con desarrollos mas propios del post.rock. Aquí el bajo se engrandece transformándose casi en doom. Con floreados momentos instrumentales los riffs se elevan para construir monumentales edificios sonoros sustentados por ese sólido bajo. Unas armonías subyacentes aparecen en tonos casi litúrgicos por espacios más propios del psycho-doom mas ortodoxo. En la parte final las voces surgen como coros celestiales en la parte final de un tema completamente instrumental.
“King cheeto” son suficientes para que nos dejen su buen hacer en un corte de desert-rock con nebulosas arenosas bajo imponentes ritmos en vena Nebula. Pesado, turbio,y con un tempo infernal consigue dejar espacios para momentos garage punk, en un corte simplemente infernal.
MR BISON:
Con introducción atmosférica “The grace of time” nos abre la puerta a una estancia envuelta entre efectos de psicodelia pesada. Una impactante voz en línea Tempest pone al alma dando el toque de color a un tema que rezuma registros 70’s. Un corte psicotrópico que combina las espirales lisérgicas con momentos hard-rock. La hiriente guitarra nos sumerge en susurrantes e insondables espacios boscosos en los que una calma reconfortante nos asalta. Arrullándonos suavemente con sus acordes y una cálida voz para elevarse bajo una estela de fuzz humeante. Un corte sólido con un envoltorio de alucinógenos que se torna más progresivo sin perder su aura psych. Aderezando ciertos tonos espaciales los efectos y un órgano retro en un segundo plano complementa y enriquece un corte con indudables vestigios vintage.
Envuelto en magnéticos espacios más propios de Colour Haze, “The stranger” camina con calma por bellos parajes sonoros que reconfortan el alma. Dos delicadas guitarras y una atrayente y magnética voz nos seducen con toda su sensualidad. Con algún eco Pink Floyd nos someten a una terapia anti-estrés antes de la explosión. Una deflagración psicodélica que despide bombas vintage, sacando toda su rabia. Ese maldito órgano se resulta genial entre la atormentada voz y las terapéuticas guitarras antes de hacernos descender a un jardín del Edén, en el que nos hace sentirnos arropados y seguros. Un reposo que vuelve a cortarse con una nueva elevación de la intensidad con un wah wah sideral y las cálidas notas del órgano, así como de la atormentada y rabiosa voz. Unos registros que se modulan constantemente en una combinación de garra y confort en el interior de esa burbuja lisérgica en la que se desarrolla el tema.
Sobre insondables atmósferas espaciales, “Oracle profecy”, fluye con una psicodelia aromatizada. Un leve aroma progresivo y muchos tonos retro van construyendo un tema con sosiego para aportar el nervio con esa magnética voz. Un corte rico en matices que evoluciona sin perder su ritmo en una sucesión de subidas y bajadas por acolchadas praderas con la belleza es aportada por la fantástica guitarra. Murmurante y florido, sus pegadizos riffs no dejan de seducirnos ni en los momentos de mayor intensidad. De alguna manera describen ese oráculo que siempre tiene una respuesta y que nos quita la venda para poder ver la luz.
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