‘BOOGIE TO BAJA’, el nuevo Ep de la rencarnación de las leyendas del desierto STÖNER, nació de las sesiones de grabación de su último álbum ‘TOTALLY’. Durante las mismas, estos intrépidos y prolíficos músicos se divertían hasta tal punto, que continuaban tocando. El resultado son estas cinco frescas canciones repletas de su característico groovy. Teniendo como invitados en algunas canciones a tipos como Mario Lalli en ‘Stöner Theme’ y Greg Hetson de Circle Jerks y Bad Religion en la versión del clásico ‘City Kids’m hacen que este Ep sea un dulce caramelo para cualquier fan de las vibraciones del desierto. Ese espíritu libre hace que las canciones se muestren espontáneas, y en ellas encontremos momentos mas propios de una jam. Presididas por el ritmo inquebrantable que el trio sabe dar a sus composiciones, el espíritu punk que les vio nacer sigue presente entre estribillos pegadizos y un groovy contagioso. Una mezcla perfecta de swing del desierto, rock Stoner, un poco de blues y la actitud del punk más arenoso, con el sonido difuso de los riffs del bajo de Nick. Canciones aguerridas e irreverentes en las que no faltan esos cambios de ritmo y las cuidades melodías vocales ya habituales en la banda. Sus coloristas canciones parecen tostadas al sol abrasador de las dunas que les vieron nacer como músicos, y que varias décadas después siguen acogiéndoles como auténticos hijos pródigos de los cactus. En ‘BOOGIE TO BAJA’ las canciones que pueden navegar bajo y lento, pero luego saben como pisar el suelo y correr. todas las luces encendidas.
‘BOOGIE TO BAJA‘ está disponible vía Heavy Psych Sounds.
STÖNER son:
Brant Bjork — Guitarra y voz
Nick Oliveri — Bajo y voz
Ryan Güt — Batería

‘Stöner theme (Baja versión)’ nos introduce en este nuevo Ep de las leyendas del desierto con el groovy característico que Brant dota a sus composiciones. El fuerte bajo y unos acordes contenidos gravitan en un espacio en el que el blues se asoma a las características vibraciones desérticas. El corte es más bien una introducción instrumental que una canción propiamente dicha. A pesar de ello tiene su propia personalidad.
Con un tono mucho dinámico y divertido ‘City kids’, una canción de MOTORHEAD/PINK FARIES que se desarrolla entre golpes de hard-rock y proto-metal de los 70’s. Su contagioso groovy conecta de inmediato con el oyente. Su atractiva melodía hace que la canción fluya sin altibajos reflejando el lado más comedido y colorista del trio. Con incisivos solos de guitarra el corte se acelera por un espacio más rugoso y pesado. Si algo caracteriza las canciones de Bjork es el groovy que todas ellas contienen y en esta ocasión, ese ritmo muestra la cara más amable.
Cambiado la dinámica de las dos primeras canciones, los tonos psicodélicos de ‘Night Tripper vs No Brainer’ nos sumergen en un escenario presidido por los cactus y por ardientes vibraciones desérticas. Con un aura chamánica, las voces aparecen entre el magnético ritmo, entre golpes de vibraciones turbias y difusas. La peculiar voz de Nick aporta el tono ácido y corrosivo. El corte ondula constantemente entre momentos de blues y rock clásico empapado de arenosos riffs. La banda combina juegos de voces que se intercambian mientras la canción se torna más turbia. Sin duda, uno de esos temas que acaban por engancharte. Cegador pero rebosante de ritmo, el corte combina el legado del desierto con el de los pioneros del rock ácido de los 70’s.
Por la vía directa, ‘It ain’t free’ cruje y se precipita con su espíritu punk, como hace 3 décadas lo hacía Nick y Brian. Una canción sencilla y corrosiva a partes iguales, pero que seguramente conectará con los fans más fieles de Oliveri, ya que aquí su presencia es mayor. En la pista no falta los momentos de psicodelia cegadora, en un cambio de registro que no hace que el corte pierda su esencia indómita ni su espíritu rebelde. En poco dos minutos y medio de intensidad, STÖNER, resuelven la canción.
Alargándose a lo largo de diez minutos, ‘Boogie to Baja’ vuelve a ofrecernos una visión diferente de la banda. Fuzz intoxicante impregnado en sustancias psicotrópicas y una línea de bajo que parece que se va a quebrar nos ponen en el camino de esta nueva travesía de los californianos. Siempre impulsada por un ritmo efectiva, la pista avanza hacia un espacio en el que la psicodelia parece tomar el mando de las operaciones. Brillantes solos de guitarra contrastan con la línea que Nick aporta a su instrumento. El yin y el yan con Brant como escudero inquebrantable en esta especia de jam. Mientras Brian se recrea en sus largos desarrollos de guitarra el corte va bajando la intensidad para sumirnos en un aturdidor trance lisérgico. Tras la travesía por el desierto de su primera mitad, los golpes de hard-rock y de blues llegan de la mano de un Brian esplendoroso a las seis cuerdas. La ausencia de voces hace que la canción cabalgue por un espacio nítidamente psicodélico con un resultado, cuando menos, sorprendente.
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