Reseña: DR. SPACE.- ‘Music to Disappear To’

El mago de los sintetizadores y líder del colectivo cósmico ORESUND SPACE COLLECTIVE, DR. SPACE publica un nuevo álbum de sesiones improvisadas grabadas en diferentes momentos del año 2023, capturando la música en el momento. El álbum parte con una pista con palabra hablada que refleja el estado de ánimo de un día muy deprimente en en el periodo invernal. Experimentando con muchos micrófonos de sala diferentes y con instrumentos extraños (lap steel), cuencos cantores, maracas. Recostando estos extrañas reverberaciones en la base de sus sintetizadores, nos ofrece un relato de ciencia ficción en el hipnotismo del espacio exterior se plasma en larguísimos desarrollos en los que los drones dominan la escena. Una música extraña y no apta para todos los oídos que consigue crear sensaciones en el oyente si consigues entrar en sus surcos. Sin duda una nueva aventura más de este músico intrépido e inquieto en su carrera experimental de los sonidos cósmicos. ‘MUSIC TO DISAPPEAR TOO ’ se desarrolla a través de cuatro pistas de mas de quince minutos cada una, describiendo paisajes cósmicos en una soporífica travesía con un final desconocido. ¿A donde te llevará esta odisea sideral?, embárcate en la nave y elige tu propio destino.

DR. SPACE usa Modular Synth, Hammond XB-2, Mellotron Micro, Octave CAT, ARP Odyssey, Poly D, Nord Lead 2, Novation Ultranova…

‘Live is hell’ nace entre extrañas locuciones y los sintetizadores creando una atmósfera drone que poco a poco socaba la sensibilidad del oyente produciendo un extraño e hipnótico viaje a través de la repetición. Este infierno sonoro se alarga durante minutos sin que cambien demasiadas cosas, únicamente sutiles elementos van añadiéndose en un aparente caos sonoro. En la segunda mitad los sonidos espaciales salidos de los sintetizadores nos sitúan en un insondable espacio cósmico en el que lo futurista se representa ante nosotros. Piensa en androides desprogramados comandando una nave sideral a través de la inmensidad infinita del espacio exterior.

La segunda pista, ‘Smile and rotate’ experimenta con ecos mas amables para el oído en persistente y silencioso sonido de baja frecuencia. Siguiendo una temática similar a la pista de apertura, aquí algunos elementos espaciales amortiguan la gravitación sonora de la pista. Sin ningún tipo de prisa los platillos insistentes van abriendo nuevos horizontes sonoros en los que las vibraciones psico-espaciales son ya evidentes.

‘Music to Disappear To’ borbotea entre numerosos efectos de unos sintetizadores que crean una atmósfera en la que los elementos gravitatorios van y vienen con total libertad. Hipnótico y espacial el corte se atasca por momentos en su tortuosa travesía sideral.  Quince minutos de kosmiche music ejecutados por una senda mas ortodoxa dentro de esta experimentación sónica de tonos futuristas en una huida hacia a delante con un destino incierto.  

Poniendo el cierre a esta experiencia sonora ‘Frozen Hypothalamus Pie’ juega con pausados acordes envueltos en los efluvios de los sintetizadores. Salteando elementos en un tono minimalista, sus letárgicos pasajes transmiten una sensación de misterio en esta nueva odisea sideral. Con una mayor musicalidad el corte flota lentamente en un entorno acolchado salpicado por esos extraños sonidos que puntualmente se unen a la causa.

Doctors of Space

Reseña: SANTO ROSTRO.- ‘Después no habrá nada’

Los jienenses SANTRO ROSTRO dan un paso adelante con su nuevo álbum ‘DESPUÉS NO HABRÁ NADA’. En esta nueva entrega, la banda nos presenta cinco pesadas y desgarradoras canciones que habitan en la oscuridad. Sus largos desarrollos instrumentales gravitan en lúgubres atmósferas psico-progresivas construidas con múltiples efectos y sintetizadores, provocando un sonido turbio y aturdidor. Fluctuando en su intensidad, cada una de ellas contiene aterradores pasajes que arrollan al oyente con una narrativa fluida, en la que sobre los elaborados impulsos progresivos, la banda nos golpea con riffs imponentes y una rabia descomunal. Manteniendo intacto su espíritu alternativo, el trio evoca el sonido que años atrás ejecutaran bandas como VIAJE A 800. Con canciones llenas de giros y meandros, nos ofrecen un sonido que gratificará a los amantes de bandas como MASTODON, ORANSI PANUCI o RUSSIAN CIRCLES, en su particular versión andaluza. Porque SANTRO ROSTRO han cuidado mucho el legado de los pioneros del rock andaluz, incorporando elementos llenos de ‘duende’ con los que atraer al oyente a un viaje al corazón de Al Andalus, en el que los sonidos pesados y las vibraciones psicotrópicas nos enajenan sin posibilidad de escape. Todo un derroche de adrenalina ejecutado a la velocidad de la luz que te dejará completamente exhausto. Sabiendo como dejar pasar los rayos de luz, sus cortes habitan en un lúgubre y terrorífico espacio que no te dejará indiferente. Sin duda ‘DESPUÉS NO HABRÁ NADA’ es el trabajo más descomunal que ha nacido de la escena pesada española en los últimos tiempos, un álbum que no te da respiro y que necesitarás volver a él una y otra vez, para deleitarte con la amplia gama de matices que contiene sus surcos. Estamos ante el álbum más maduro y elaborado de una banda veterana que lleva una década dándonos grandes alegrías, pero que este, su cuarto álbum, se ha superado.

El álbum ha sido producido por SANTO ROSTRO; grabado y mezclado por Raúl Pérez en La Mina (Espartinas, Sevilla); y masterizado por Mario G. Alberni en Kadifornia Mastering (El Puerto de Santa María, Cádiz) Y cuenta con un artwork de The Braves Church, basado en fotografías de Manu Rosaleny.

‘DESPUÉS NO HABRÁ NADA’ está disponible vía Discos Macarras, LaRubiaProducciones & Spinda Records.

‘Telarañas’ abre el álbum de manera magistral y arrolladora. Con un sonido evocador de ‘VIAJE A 800’ la banda nos presenta un corte denso y pesado con multitud de matices en su sonido. La oscuridad y la rabia como principal característica de un corte que explora momentos progresivos con inequívoco espíritu alternativo.

Con un sonido denso y plomizo ‘Carcasa Digital’ arremete con fuerza y un sonido turbio del que se asoman las desgarradoras melodías vocales. Efectos y un tono oscuro tono psicodélico es la base en la que sustentan sus devaneos alternativos con aroma andaluz. Una bacanal sónica no exenta de pesadez que acaba crear un corte monumental en el que incluyen momentos de tensa calma. Con un carácter hipnótico la canción oscila en su intensidad con arrancadas y paradas.  Todo un tira y afloja que tiene sus frutos.

En un ambiente progresivo, los primeros acordes de ‘Aire’ evocan su Andalucía natal en una fusión de elementos progresivos y tonos alternativos teñidos de una psicodelia turbia y amenazadora.  Sus amenazantes pasajes vocales se amortiguan con melodías ensoñadoras en una combinación sumamente efectiva. Armonizando algunos acordes acústicos con acordes eléctricos, la esencia andalusí aparece entre lúgubres estrofas con un carácter aterrador. Su desgarrada historia oscila en un balanceo con el que consiguen un cautivador equilibrio sonoro. Los interminables desarrollos de guitarra se estiran entre tambores volátiles y una densa neblina presente en otro corte oscuro y esquizoide por momentos.

‘Matriz’ se recrea en desarrollos que me recuerdan a Viaje 800 con una fuerza arrolladora. Un sonido turbio que se ornamenta con numerosos efectos envolventes y que es ejecutado a toda velocidad. Un frenesí frenado en su empuje por guitarras que nos llevan a un espacio lisérgico. Su espíritu alternativo es dotado de una épica que hace que la canción se muestre aturdidora y monumental. Los complejos desarrollos muestran a la banda en todo su esplendor. Combinando diálogos de bajo y guitarra la pista no ceja en su empuje siempre avanzando sin mirar a atrás. Una huida hacia adelante que pasa por distintas fases para tomar aliento sin perder su grandilocuencia. Con voces trascendentales y un persistente zumbido consiguen crear una maraña sónica enajenadora. Un final netamente psicodélico pone el culmen a una canción arrolladora e hipnótica.

Con casi doce minutos ‘Después no habrá nada’, la canción que da nombre al álbum, nos ofrece el mismo frenesí sónico con tambores atronadores, riffs ásperos y una vibración envolvente que turbia cada acorde de la misma. Virulenta por momentos, la guitarra impregna los surcos de psicotrópicos entre efectos y complejos desarrollos con una fuerza descomunal. Todo un torrente ensordecedor que va tornándose progresivo en algunos de sus pasajes sin desfallecer en su ímpetu. En su parte central, la canción se vuelve más psicodélica con una sucesión de efectos que crean una aterradora cortina sónica que es ejecutada con cierta parsimonia consiguiendo un efecto de que algo enorme nos aplasta con toda su fuerza. En una nueva huida hacia adelante las guitarras se superponen en una espiral ácida de proporciones descomunales. Un caos controlado que nos arrastra a un submundo lleno de terror y oscuridad. SANTO ROSTRO nos sacan de ese estado catártico con suaves acordes acústicos que ponen la pausa a un implacable frenesí. Riffs densos y una atmósfera pastosa nos van sacando a un final en espera de que la luz y la esperanza se muestre antes nosotros. En esta nueva dimensión sensorial la razón es nublada con pasajes heavy-psych de altos vuelos y unas guitarras que se retuercen en solos extenuantes mientras la base rítmica mantiene la tensión entre leves aromas andaluces. El epilogo lo ponen unos bellos acordes acústicos superpuestos.

Santo Rostro

Spinda Records

LaRubiaProducciones

Discos Macarras Records

Reseña: KING BASTARD.- ‘It Came From the Void’

La joven banda canadiense KING BASTARD, nos invita a una verdadera experiencia sinestésica, con su álbum debut ‘IT CAME FROM THE VOID’. Un viaje de un grupo de colonos cósmicos, que parte en la Tierra agonizante y asciende al cosmos, trayendo visiones de desastre y fracaso humano. Combinando imágenes de terror de ciencia ficción con un sonido de doom moderno que incorpora sintetizadores, percusiones, saxofón, violines chirriantes, el trio te arrastra su propia dimensión, aplastando tu cráneo con pasajes trippy de psicodelia pesada y Stoner-doom. Una apuesta mas, que ensancha las fronteras de la música pesada para impregnarla de un brebaje sonoro creado a base de sustancias psicotrópicas. Un álbum con sonidos expansivos que lograr abrir la mente del oyente a una experiencia en la que los guiños a la ciencia ficción de los 70’s, se traducen en locuciones cinematográficas de un claro acento vintage. Una travesía cósmica que nos sume en un trance sensorial en el que KING BASTARD despliegan toda su maestría, para zarandearnos a su antojo con pesados riffs, y a la vez narcotizarnos con su intensa psicodelia. Uno de los mayores avales del álbum, es precisamente esa gran habilidad para cambiar el signo de unas canciones ricas en texturas y que serpentean por distintos escenarios sonoros, sin que nos demos cuenta de donde giró el camino. Si bien, hay muchos elementos habituales en este tipo de propuestas, ‘IT CAME FROM THE VOID’ tiene una ejecución lo suficientemente atractiva, como para sorprender al oyente sin caer en la monotonía. 

Solo tomó un fatídico momento de 2018 en la Universidad de Stony Brook para hacer que los planetas se alinearan y la pasión de Izzy Guido (sintetizador), Arthur Erb (bajo) y Mike Verni (guitarra) se uniera para crear la bestia intrépida y gigantesca que pronto sería conocido como KING BASTARD. Si bien su baterista inicial no pudo hacer frente a la fuerza aplastante de la convergencia cósmica del trío, la llegada del baterista Matt Ryan detrás del kit finalizó el sellado de su juramento sónico. 

Después de una serie de cintas de, el cuarteto se trasladó a Menegroth, el estudio de Thousand Caves en Queens, Nueva York, para grabar su primer larga duración ‘It Came from the Void’ con el legendario Colin Marston, una colaboración que fue alentada con benevolencia por El tío de Mike, Darren Verni de Unearthly Trance. Las seis pistas se grabaron en vivo en un fin de semana, ya que KING BASTARD sabía exactamente dónde querían llevar su sonido: una fusión de riffs doom tradicionales con jams psicodélicos experimentales. El año siguiente se dedicó a perfeccionar los detalles más pequeños, desde rastrear sintetizadores y pistas de guitarra, hasta agregar percusiones, saxofón, violín y viola, agregando esa vibra sobrenatural que hace que su música se destaque del resto. ‘IT COME FROM THE VOID’ fue grabado, mezclado y masterizado por Colin Marston (Gorguts, Krallice) en el estudio Thousand Caves en Queens, NY. 

KING BASTARD son: Mike Verni (Guitarra), Isabel Guido (Sintetizador, saxofón, voz), Arthur Erb (bajo), Matt Ryan (Batería y percusión adicional 

Desde los siete minutos de la canción de apertura, ‘From hell to horizon’, se puede percibir que estamos ante un álbum que no se pone ningún límite a su estilo. Una introducción casi espacial nos lleva a una cuenta atrás en la que KING BASTARD, dejan patente toda su fuerza. Monstruosos riffs Stoner-doom de manual van socavando nuestras neuronas para sumirnos en un estado de agradable narcolepsia. Una vez ahí, descargan todo su arsenal de psicotrópicos en una atmósfera calmada y nebulosa. Gratificantes acordes que se ejecutan con lentitud y que poco a poco van sumiendo al oyente en un trance comandado por magnéticas vibraciones heavy-psych. El poderoso y cálido bajo despliega su poder hipnótico entre briosos tambores y una guitarra ácida. El corte cierra por con una conjunción de elementos pesados y psicodélicos.

 ‘It Came From The Void’ avanza parsimonioso por plomizos riffs crujientes y un ritmo cansino y cadencioso. Creando un escenario en el que emanaciones psicotrópicas impregnan el ambiente, el tema oscila con golpes de fuerza en su paseo narcótico.  Casi a modo de jam, los instrumentos juegan unos con otros, invitándose a este aquelarre de fuzz arenoso y dietilamida que acaba con pasajes de jazz y locuciones, que dan un punto de originalidad a un tema sólido. 

Es difícil no encontrar referencias Sabbathicas en un álbum de estas características, y ‘Pyshosis in a vacum)’, me confirma esta afirmación. Oscuro y tenebroso el tema se despeña en una terrorífica caverna en la que voces guturales arrastran el tema a golpes de sludge. Una sima en la que el doom de manual respira entre contaminadas atmósferas lisérgicas mas propias de un inframundo.

‘Bury the survivors, Ashes to ashes’ nos trae esos riffs rompe cuello que provocan ese estado catártico al amante de los riffs pesados emanados del fuzz. Con una dualidad entre la calma y la contundencia, la canción explorar insondables espacios de pura psicodelia. Lo cierto es que los canadienses hacen oscilar sus canciones con una destreza que hace que la transición pase desapercibida en su escucha.  Lo que parecía una canción proto-doom en su comienzo, acaba convirtiéndose en uno de los temas más psicodélicos del álbum. De nuevo, extrañas locuciones cinematográficas aportan un tono vintage y cósmico al corte.

Con ese familiar sonido de bajo que parece que se va a quebrar, echa a andar ‘Black hole viscera’ otro corte que fusiona elementos de doom tenebrista con cegadores pasajes de psicodelia arenosa.  De nuevo, es de destacar el gran trabajo de su bajista para encauzar el tema a una nueva sima. En la parte central, la guitarra se desdobla en distintos sonidos creando la atmósfera perfecta para este inquietante tema.

‘Sucumb to the void’ pone el broche al álbum por una senda similar a la del resto de canciones. Diez minutos de hipnóticos sonidos de bajo que ponen a prueba nuestra capacidad neuronal, y serpenteantes pasajes de psicodelia narcótica y turbia, guiada por ritmos pesados.  Todo parecía que transcurría cumpliendo el guion, pero no, KING BASTARD da una vuelta de tuerca más, y nos introduce en una atmósfera drone y noise, en la que los efectos se suceden con un tono cósmico.

King Bastard

Reseña: SLOWSHINE.- ‘Living light’

En los últimos tiempos he tenido la ocasión de ver en vivo a las dos bandas comandadas por Jan Oberg. GRIN con su crudeza sludge y EARTH SHIP con sus viajes espaciales. En ambas ocasiones la experiencia ha sido gratificante, pero ahora con su nuevo proyecto SLOWSHINE y su álbum debut ‘LIVING LIGHT’, conquista profundamente mi corazón psicodélico. En esta ocasión la banda formada por los miembros de EARTH SHIP, Jan Oberg, Sabine Oberg y André Klein crean canciones empapadas de filtros y fuzz, combinando la calidez y la neblina de la psicodelia británica de los setenta, con los riffs expansivos del stoner. Consiguiendo un equilibrio perfecto entre las melodiosas voces shoegaze y con un cierto talente post-punk, con los riffs difusos, crean un álbum de psicodelia pesada de muchos kilates. Sus caleidoscópicas atmósferas más propias de los pioneros de la psicodelia, pegan con un sonido difuso, que a veces de inclina a un escenario más propio del noise. Aquí, los golpes sludge, aparecen con mesura entre hipnóticos ritmos y voces conmovedoras. Estamos ante el proyecto más psicotrópico de los berlineses, y en el que, al igual que los trabajos como EARTH SHIP, no dudan en embarcarnos en una nave sideral que cruza el cosmos recuperando las turbulencias de los maestros Hawkwind, pero también tomando prestados algunos calmados momentos de Pink Floyd. Esta afirmación pudiera inducir al oyente al error, porque las canciones también contienen buenas dosis de fuzz y una espesa cortina de reverberaciones pesadas que acaban por aturdir al oyente. Nunca habíamos visto a Jan cuidando tanto las melodías, pero ese gran trabajo compositivo, es uno de los grandes alicientes de un álbum fascinante y lleno de magnetismo. ‘LIVING LIGHT’ es un magnífico álbum que tiende un puente entre los vestigios del pasado psicodélico del siglo XX y las nuevas tendencias dentro de la música pesada contemporánea. ‘LIVING LIGHT’ consigue sumergir al oyente en un campo magnético en el que la psicodelia consigue expandir la mente del oyente, acariciándolo, seduciendo y narcotizándolo. Una celda de la que cualquier amante de la psicodelia no querrá jamás escapar.  

Otro regalo más que nos ha dejado la pandemia, ya que, según las palabras de la propia banda, el álbum nace durante el cierre de la pandemia en 2020/2021, donde no era posible reunirse fácilmente con los amigos o familiares en la víspera de Año Nuevo y Semana Santa. En este escenario, la banda decidió aislarse esos días en el estudio con un buen vino de calidad siciliana y una clásica pizza margherita. Mientras pasaban un buen rato mientras grabaron algunas pistas solo por diversión, sin una idea clara de cómo sonaría cada canción y si funcionarían correctamente entre sí. Esas sesiones en vivo realmente diferían de sus otros proyectos, tanto musical como en cuanto a grabación, y terminaron con material de unos 43 minutos en total que era demasiado bueno para no compartirlo con todos nosotros.



SLOWSHINE son:

Sabine Oberg – Bajo

Jan Oberg – Guitarras, Voz

André Klein – Batería

Músicos adicionales:

Jan Korbach: Guitarra de 12 cuerdas en ‘Trails’.

‘LIVING LIGHT’ fue grabado y producido por J.Oberg en Hidden Planet Studio, Berlín. El arte de portada es obra de Benedikt Demmer / Druckwelle Design y está disponible vía  The Lasting Dose Records.

‘Trails’ abre el álbum en una atmósfera de neo-psicodelia empapada de fuzz narcótico. Con un claro acento marcado por los ecos de la psicodelia de los 60’s el corte se sustenta en un riff que se repite a lo largo de sus mas de 5 minutos. Voces conmovedoras y un ritmo hipnótico conforman una canción con sabor añejo que se desarrolla envuelta en una neblina psicotrópica. No faltan difusos riffs de vocación Stoner entre sus flotantes melodías shoegaze, lo que hace que el tema tenga cuerpo.

Menos ensoñador y más pesada, ‘Brittle bones’ nos hace vislumbrar los genessludge de los alemanes en una efectiva combinación con momentos más propios de la psicodelia contemporánea. _Un sonido crudo y rugosos que encaja a la perfección con los estribillos ensoñadores para crear un colorido caleidoscopio cósmico, que por momentos se recuesta en una propuesta noise.

Embutidos en un traje espacial más propio de Hawkwind, ‘Heights’ gravita en una órbita cósmica entre melodías aterciopeladas. Lento y cadente, pero con un ritmo contagioso, el tema ondula entre asteroides y polvo galáctico de gran densidad. Los juegos vocales de Jan y Sabine parecen salidos de una propuesta post-punk en una conjunción astral con la psicodelia más narcótica. La descarga de fuzz hace que el trasfondo del tema se vuelva turbio y borroso.

‘Wanderer’ se muestra como el tema más calmado de un álbum con una apertura que navega entre la psicodelia de finales de los 60’s y las apuestas psicodélicas más contemporáneas. Siempre desde la suavidad melódica, las voces contrastan con la intensidad de su penetrante sonido. Buenos solos de guitarra construyen una canción hermosa y balsámica que parece susurrarnos en un trance redentor. Estamos ante una canción de ocho minutos, y para unos músicos tan creativos, este tiempo es suficiente para poder desarrollar otras vibraciones más turbias y pesadas. Toda una cortina difusa se crea entre el arco iris melódico del tema.

Con un sonido más pesado y a la vez contemporáneo, ‘Mother moon’ se despeña entre vibraciones noise impulsado por una estela de fuzz que lleva en volandas sus lánguidas. Pesado, turbio, pero sin perder el espíritu psicotrópico de todo el álbum. 

‘Dunes of time’, sin perder sus genes psicodélicos va evolucionando desde su etérea y lenta apertura a un escenario más turbulento. Manteniendo las buenas melodías, aquí la banda crea una dualidad de suavidad y rugosidad que poco a poco se va tornando más pesada y turbulenta.

Las hordas de fuzz de ‘Living light’ consiguen crean una atmósfera de gran poder magnético. Menos ensoñadores, y algo más turbios, los alemanes nos aturden con densos sonidos psicodélicos. Sin renunciar a las voces etéreas, consiguen crear un entorno inquietante e hipnótico que acaba por atraparnos entre pesados riffs que crean un campo magnético alrededor del tema. Una vez dentro, te será difícil salir. 

Los suaves acordes de la apertura de ‘A quiet place’, ponen el broche de oro a un álbum dinámico y magnético en el que estos músicos amantes de los sonidos turbios y pesados ofrecen su lado más melodioso. Suaves melodías y un espíritu drone, van puliendo un tema en el que la psicodelia más aterciopelada se muestra esplendorosa ante nosotros. La belleza de su guitarra susurrante, unido a esas cálidas voces herederas del legado de Pink Floyd, construyen lentamente una bella canción llena de matices. La segunda parte del tema explora insondables entornos cósmicos en una narrativa casi cinematográfica.

Slowshine

The Lasting Dose Records

Reseña SHEM.- ‘II’

Desde Stuttgart nos llega el nuevo álbum del quinteto psico-espacial SHEM. ‘II’ es el reflejo de una banda que concibe la música como un espacio de libre creación. Tomando como referente a los grandes del kraut de los 70’s la banda nos ofrece tres larga improvisaciones en las que un motorik añejo comanda unos desarrollos frenéticos en una acertada combinación de pasajes de reverberaciones de guitarra y sintetizadores. Sus momentos drone se alteran con zumbidos constantes que nos acompañan en este viaje a insondables atmósferas siderales. Con una narrativa de ciencia ficción, tejen un tapiz sonoro lleno de texturas psicodélicas sin perder su espíritu improvisado. Lo cierto es que finalmente todas las piezas encajan en un puzle en el que encontramos los alicientes suficientes como para embarcarnos en el ‘viaje’ que nos proponen. Los temas mantienen siempre la tensión a pesar de que también nos ofrecen momentos de placidez para dejarnos llevar por nuestras sensaciones.  40 minutos a los abismos cósmicos, a través de oscuros paisajes nocturnos y a la inmensidad del espacio rodeados de supernovas.
Manteniendo el impulso con un ritmo motorik constante, SHEM explora tanto momentos de calma atmosférica como vorágines distorsionadas de felicidad psicodélica, ofreciendo al oyente una puerta de entrada para descender a su reino de experimentación musical una vez más.
Una vez más queda patente que los sonidos siderales son una fuente inagotable de exploración dejándonos el legado de álbumes tan fascinantes como éste ‘II’. Baja la luz y déjate llevar a esta nueva dimensión sensorial.

‘II’ está disponible vía Clostridium Records, en una edición limitada a 300 copias en vinilos rojo y negro incluyendo un poster y logo

SHEM son:  Alexander Gallagher (guitarras), Joel Boye (guitarras) Tobias Brendel (bajo) Alex Meese (sintetizadores) y Benjamin Maier (batería)

El álbum fue grabado entre septiembre de 2017 y febrero de 2018 en Matti’s Space, Stuttgart-Weilimdorf. Mezclado por Alexander Gallagher. Masterizado por Eroc’s Mastering Ranch. Artwork obra de Alexander Gallagher y Benjamin Maier.

Con un motorik cósmico ‘Descencion’ parte cual nave sideral a una exploración de sonidos espaciales con fuerte influencia de ritmos kraut herederos de sus compatriotas de los 70’s. Hipnótico pasajes coloreados con guitarras que exudan psicotrópicos con un ritmo inquebrantable van ondulando en una búsqueda de un insondable espacio en algún lugar indeterminado del cosmos. Incrustaciones de pesados riffs se embarcan en esta tortuosa travesía psicodélica improvisada. Como ondas flotantes la intensidad del tema aumenta y se suavidad según los obstáculos que la nave parce encontrar en su peregrinar. Una narrativa de ciencia ficción con un atrayente groovy reflejando el sonido de la psicodelia espacial contemporánea. Con tormentosos pasajes en los que todo se enturbia, el corte sortea todas las dificultadas sin mirar nunca atrás. Toda una odisea sonora que se vuelve más terrenal, con compases exóticos en su parte final de ritmo contagioso. Una inclinación a sonidos electrónicos con un talante innovador y modernista.

En una atmosfera más oscura e inquietante ‘Night’ es una canción llena de misteriosos pasajes. Acordes de guitarra impregnados de narcóticos y efectos que se suceden van dando cuerpo a un tema plácido. Evolucionando a una dimensión sensorial hace que nuestra mente se deje llevar por su magnética propuesta. Tras una primera parte apacible, el tema intensifica su instrumentación entre envolventes y enigmáticos efectos creando un mundo paralelo alejado de la razón y lo tangible.

Embutidos en su traje espacial los cosmonautas alemanes inician una nueva travesía por la senda del kraut kosmiche en ‘Fall’. El motorik hipnótico de la nave espacial de SHEM vuelve nuevamente por sus fueros para surcar las estrellas. Supernovas y meteoritos son el escenario en el que la maquinaria rítmica de los alemanes se instala confortablemente. Contagiosos ritmos asediados con efectos, sintetizadores y pedales van construyendo esta nueva jam.  Una travesía que los lleva durante casi veinte minutos a un espacio ingravitatorio con múltiples alteraciones sónicas. Siempre buscando el perfil más lisérgico del trance, el envoltorio narcótico de sus desarrollos explora nuestras neuronas con aturdidores momentos en contraste con los pasajes más relajantes. Kraut cósmico en estado puro con fuertes dosis de psicodelia sideral para llevarnos en volandas en un hechizo permanente.

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