Reseña.- KARAKORUM.- «Fables and fairytales»

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El segundo álbum de los alemanes KARAKORUM mantiene la esencia de lo que nos mostraron tanto en su primera «DEMO» como en su debut «BETEIGEUZE». El quinteto sigue explorando con gran acierto las vibraciones progresivas de bandas como Gentle Giant, Family, Uriah Heep, Van Der Graf Generator, etc… Con vestigios del sonido Canterbury y con influencias del legado Zappa, los tres largos temas contenidos en «FABLES AND FAIRYTALES» hacen que  vuelvan a mi memoria sonidos que en otros tiempos degustaba con mayor asiduidad. Un gozo para cualquier melómano el encontrarse con un álbum de estas características en el que no existen los complejos ni las poses.  Asentándose en un sonido personal y teniendo claro su objetivo los alemanes dejan patente su calidad, tanto compositiva, como interpretativa. Un sonido polifónico que en su día fue vanguardista y atrevido, y que en los tiempos actuales, vuelve a serlo. Siempre es agradable encontrarte con estos vientos de aire fresco que se salen de los muchos convencionalismos que tiene la escena alternativa en la que nos movemos. Si buscas riffs pesados y oscuros, sonidos de metal, aquí no los encontrarás, pero si puedes descubrir que otras vibraciones pueden ser muy interesantes. Un álbum absolutamente recomendable para los que gustan de descubrir nuevos campos musicales que se salen de lo convencional. Uno de esos trabajos que en cada nueva escucha te ofrece mas y más matices que lo hacen mucho más interesante y placentero. «FABLES AND FAIRYTALES» está disponible vía Tonzonen Records.

«Phrygian youth», partiendo de lánguidos tonos, de inmediato pasa a ofrecernos pasajes en los que el hard-progresivo de mediados de los setenta toma el protagonismo. Muy marcados por el apabullante sonido de su órgano, su voces no desmerecen de la calidaz de su instrumentación. Un atractivo groovy rítmico que se alimenta con dos guitarras en distintos planos desarrollando unos solventes solos. Estamos ante el tema más corto del trabajo a pesar de que su duración es de casi diez minutos. Un espacio que permite a la banda ir oscilando y ondulándo a través de momentos netamente progresivos con incursiones más psicodélicas. Un equilibrio con un brillante resultado en esta apuesta por los ecos llegados de los setenta.

Las resonancias progresivas siempre han tenido altas dosis de experimentación  y en este caso no iba a ser menos. «Shegmahood», un tema dividido en varias parte a lo largo de sus trece minutos, juega con voces teatrales en espacios netamente sinfónicos. Reminiscencias de Frank Zappa en una experimentación free-jazz o de sonidos Cantenbury con constantes giros en la trama. Puro hard experimental con una ejecución aparentemente anárquica en la que siempre aparecen cuando menos te lo esperas unos buenos solos de guitarras. en esta ocasión inclinados hacia espacios jazz-psych, no dudan en incorporar sonido de armónica para cambiar el rumbo del tema. manteniendo la constante de los dos planos paralelos en su sonido, uno con el ritmo y otro en el que la guitarras parecen ir por libre. Si, mucho jazz-rock, pero las grandes bandas del rock progresivo siempre usaron esas resonancias en sus composiciones. Con los teclados y el bajo ejecutando una especie de jam que va mutando constantemente y en la que extrañas voces dan una vuelta de tuerca a una experimentación que cada vez mas se mira en Frank Zappa.

Si en los largos temas anteriores encontrábamos una gran versatilidad en «Fairytales» la experimentación se lleva al extremo. Voces pseudo-orientales, sobre una extraña y enigmática instrumentación dejan paso a espacios con sonidos más mediterráneos. El incisivo órgano y los solos de guitarra aportando un tono exótico dejan paso a crudas voces teatrales. Unas voces y coros de gran misticismo dejan paso a gruesos riffs que se fusionan con grandes momentos de hard-progresivo. Cambiando el argumento, la experimentación de KARAKORUM les hace descender a bellos desarrollos que nos acarician con dulces acordes custodiadas por un manto envolvente que sale de los teclados. Elegantes voces complementan momentos de una especie de soft-rock que no pierde la vocación progresiva. Jazz sinfónico bien construido sobre el que salpican elegantes y sosegados momentos. sin lugar a ningún genero de dudas estamos ante unos músicos cuya técnica interpretativa es muy notable. Un tema que se aleja de convencionalismos pero con un resultado sumamente apetecible.   

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Reseña.- WELCOME INSIDE THE BRAIN.-«Queen Of The Day Flies»

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Es un placer recibir una nueva entrega del quinteto alemán. tras haberles descubierto con su anterior álbum «CELEBRATE THE DEPRESSION», el cual me sorprendió gratamente por su facilidad para ejecutar sonidos progresivos llenos de frescura, un año y medio después vuelven a crean una  gran obra. Con un sonido que se sustenta en el poderoso órgano retro de Johann Fritsche, sobre el que se desarrollan todos los temas. Ese sonido tan peculiar en décadas pasadas, y que WELCOME INSIDE THE BRAIN lo devuelve a la actualidad con unas composiciones que se basan en el blues y el jazz sin renunciar al rock clásico. fuertemente influenciados por Frank Zappa, los de Leipizg vuelven a dar en el clavo con este nuevo trabajo. Desconocidos para muchos, es una de esas bandas que cuando la escuchas se incorporan a tu colección de imprescindibles. Si la base de sus temas parte del sonido del órgano, unas veces en modo pastoral, otras en pura línea sinfónica, y otras en tonos retros tan de actualidad en los tiempos actuales, no solo de órgano vive la banda. Las guitarras de Georg Spieß y la cautivadora voz de Frank Mühlenberg hace que estemos ante un álbum versátil e intenso. Un disco de esos que nos deparan grandes momentos a los melómanos. Hablar de influencias en su sonido es hablar de Frank Zappa y las formación de rock progresivo setenteras, no en vano, la banda compartió escenario con Banned From Utopiala banda que original de Zappa. Definitivamente en «QUEEN OF THE DAY FLIES», parecen centran más sonido en vibraciones netamente progresivas. el disco está disponible vía Tonzonen Records, un sello que ya nos tiene acostumbrados a este tipo de apuestas que se salen de los cánones convencionales y que aportan una frescura y creatividad a la escena alternativa, lo que es todo un acierto.

«Baptist preacher», es un ejercicio de rock progresivo setentero . Sinfonismo que se conjuga con unas eficaces voces que nos trasladan momentos Jethro Tull, Camel, o Caravan. Caminando por el lado hard, pero sin despreciar todos los sonidos experimentales construyen un tema lleno de frescura. La vocación por elementos jazz aparece en constantes cambios y giros que no se apartan de una propuesta particular de la banda.  Aquí no hay sonidos pesados ni riffs hirientes, simplemente canciones bien hechas.

Sobre tonos de guitarras sureñas se va construyendo «Nacked Philosopher». En una linea retro-rock sus riffs recuerdan grandes momentos hard-rock. Si a eso unimos ciertos tonos jazz psicodélicos con reminiscencias doorsianas. Una composición que se asemeja a la propuesta de Ray Manzarek, pero que se combina con elementos blues y vientos sureños. todo un cuadro multicolor en el que las guitarras le quitan por momentos protagonismo a los teclados. Finalmente el corte acaba sucumbiendo a los dictado sdel rock progresivo a pesar de las muchas influencias y estilos que se pueden encontrar en sus surcos. Seguramente estamos ante lo momentos más rockeros del álbum a pesar de que su parte final escarba en espacios más propios de Yes con los desarrollos de los teclados.

Las dulces melodías de «Broken record», suponen una mirada melancólica en espacios situados entre el soft-rock y el sintonismo setentero. Un tema de una belleza serena sobre medios tiempos. Aquí cabría destacar, algo que ya no nos puede sorprender, la capacidad para combinar las voces en un entramado sinfónico que siempre tiene su luminosidad. Otra atractivo corte que no hace sino darle más brillo a un album bien construido.

«Queen of the day flies» cabalga entre el blues y el hard progresivo sobre unos parámetros que nos recuerdan a Captain Beefheart o el mismísimo Arthur Brown. Oscuro y monumental, el tema experimenta con episodios de psicodelia traídos por la guitarra. Retro-rock progresivo sería una definición apropiada. muy hábiles en esa conjunción planetaria de solos ácidos y órgano puramente retro.

Evidentemente si al principio hablaba de una herencia Zappa, solo hay que escuchar «White room» para comprobar que mis palabras no estaban vacías.  la cadencia progessiva junto a las voces teatrales, crean un corte oscuro en el que la banda coquetea con el jazz-rock. Elegancia compositiva que no prescinde de grandes momentos guitarrísticos ni de agradables pasajes melancólicos de los que surgen bucólicas voces en tonos florales. un tema que puede parecer distinto, y alejado del estilo escogido por la banda, pero en el que volvemos a encontrar grandes momentos sinfónicos.

Ese sintonismo se siente también en «Call me a liar», en el que el jazz vuelve a hacer acto de presencia de una forma sutil, especialmente a través de la guitarra. susurrantes voces completan un cuadro sonoro muy bien construido.

«Hometown» puede que sea el corte más experimental. Con sus extraños y misteriosos pasajes en los que se sumergen en espacios avant-garde. aquí parece que la banda se deja llevar por sus instintos más experimentales sin ningún rubor. un tema de los que no entra fácilmente en el oído del oyente, pero que sirve como ejercicio recuperar el legado más difícil de Zappa.

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