La cara oculta de KADAVAR se muestra ante nosotros en otro álbum que se aleja cada vez de la esencia de la banda. Este camino nació con la publicación de su álbum ‘ISOLATION TAPES (reseña aquí) con su oscuridad y melancolía progresiva. Ahora, es el pop de confitería el que se entromete en los genes de los alemanes para componer un álbum que ninguno de sus más fieles fans esperaría. La controversia que sus singles previos crearon entre sus más fieles seguidores ahora se confirma escuchando el resto canciones del álbum. Esta transformación significativa se plasma en pistas suaves y frescas con vocación de himnos que posiblemente no serán asumidas por su legión de fans, pero que merecen una oportunidad. Como ya apunté en la reseña de ‘ISOLATION TAPES’, el ahora cuarteto a estas alturas de la película no necesita dar cuentas a nadie. Consolidados como una banda destacada de la escena Stoner y psicodélica y tras casi dos décadas de actividad, presentan un sonido más contemporáneo con suaves pasajes progresivos y melodías aptas para todo tipo de público en las que la rugosidad y pesadez se diluyen. La transición del underground al ‘mainstream nunca es fácil para nadie, y más teniendo en cuenta que demasiadas veces cuando una banda sigue esa ruta, se les tacha de ‘vendidos’ y de falta de autenticidad, pero esto es algo legítimo y no deberíamos ser mas prudentes con estas cuestiones. Porque ‘I JUST TO BE A SOUND’ se erige como un manifiesto de libertad, de transformación y de presencia radical (como manifiesta la propia banda). Desde luego no seré yo quien critique este giro en su carrera ya que a lo largo de la historia las bandas han sufrido cambios y evoluciones, unas veces para mal, pero otras para bien. Un riesgo que puede acabar con su reputación para muchos, pero que puede abrirles nuevos horizontes. Lejos parecen quedar trabajos como ‘ABRA CADABRA’, pero los nuevos tiempos nos arrollan a todos y seguir anclados en un cuerpo que no nos pertenece (o si), no es una buena opción para nadie. Sin duda este nuevo álbum es un trabajo arriesgado, pero tras repetidas escuchas he descubierto que hay algo más que canciones melódicas y aterciopeladas hechas para un espectro de público mas amplio, pero es cierto que los matices son sutiles. Esto hace que me permita aconsejaros que los árboles no os impidan ver el bosque, escuchar el álbum con atención y luego decidir, aunque la controversia está servida. Lo cierto es que ahora KADAVAR no parecen sonar a KADAVAR y eso siempre duele cuando forman parte de la banda sonora de tu vida. Solo me queda una duda, ¿Cómo encajaran estas canciones en directo?. La respuesta la tendremos cuando la banda vuelva a pisar los escenarios.
‘I just to be a sound’ la canción que da nombre al nuevo álbumfue el adelanto que KADAVAR nos ofrecieron de esta nueva entrega. Con ella la polémica está servida y que la ausencia de riffs crujientes es ocupada por coros y estribillos de carácter pop. Esta colorida pista marca el camino de una nueva etapa que posiblemente no tenga vuelta atrás y que ha hecho renegar a sus fieles de los otrora barbudos melenudos. Todo un shock del que es posible reponerse con nuevas escuchas.
En línea UNCLE ACID, Hysteria. es una de las pistas más oscuras. Voces etéreas y ritmos oscilantes, así como un sonido más denso en contraste con la canción de apertura nos envuelven en melodías vintage con elementos pop. Armonías que te atrapan y un sonido comedido en el que los riffs dejan protagonismo las voces son el reflejo del manifiesto y radical cambio de rumbo de su sonido. Con pinceladas psicodélicas KADAVAR todavía son capaces de engancharnos por una vía desconocida hasta ahora.
En una línea más progresiva, ‘Regenerator’ con sus ritmos calientes y golpes de hard-rock de luces de neón, incide en el cambio de ruta de los alemanes. Su fantástico groovy se alterna con melodías comedidas que se aceleran recordándonos el músculo de la banda a pesar del protagonismo de los ganchos melódicos.
La almibarada ‘Let Me Be A Shadow’ evoca el soft-rock de los 80’s con guiños al pasado progresivo de los 70’s. Con estos ingredientes el resultado es una canción pop sustentada en el sonido de los teclados.
‘Sunday mornigs’ utiliza elementos electrónicos y pinceladas psicodélicas con un resultado desigual. La antítesis del sonido con el que conquistaron a la audiencia en una canción que evoluciona a un entorno casi espacial.
Una nueva sorpresa nos espera en ‘Scar my guitar’. Garage y pop de confitería bajo una atmósfera colorista y festiva que avanza experimentando entre coros que te enganchan y teclados que experimentan aportando un aire innovador pero alejado de su esencia.
‘Strange Thoughts’ se desarrolla entre suaves melodías y un ritmo pausado. Envuelto en una atmósfera psicodélica el corte transita por un espacio novedoso en el que KADAVAR plasma su creatividad por territorios desconocidos en los que todavía se percibe algo de las muestras psicodélicas que ofrecieron en el pasado con un aspecto renovado e innovador. Otra cara de la misma moneda en la que ahora se han convertido los alemanes.
Amortiguando su sonido y virando hacia un escenario sonoro ‘Truth’ se inclina hacia sonidos progresivos con más melodías pegadizas y un aspecto moderno que les acerca a un público al que probablemente no habrían podido llegar con sus álbumes previos. Pero no todo queda en una canción sencilla ya que los matices aparecen en cada nueva escucha brindando la oportunidad de descubrir interesantes elementos escondidos en su asequible sonido.
Dando un nuevo salto al vacío ‘Star’ se erige como una balada pop sensiblera con cuidados arreglos y ausente de cualquier vestigio de la fuerza de la banda. Con algunos ecos Beatles, la pista se desarrolla entre pausados acordes y cálidas voces adornadas aromas florales y tonos sinfónicos. Un cambio radical del que tengo serias dudas que pueda ser aceptado por sus mas fervientes seguidores, pero que de nuevo plasma el giro su giro argumental.
El álbum cierra con otra suave y atmosférica canción. Como un susurro melancólico ‘Until The End’ se construye lentamente bajo tonos de psicodelia pop más propia de finales de los 60’s para ir elevándose con una instrumentación compacta entre voces aterciopeladas.