A estas alturas a nadie se le escapa que TOUNDRA son una de las bandas más destacadas del post-rock y post-metal español. Su reconocimiento no solo se produce en España, sino que su prestigio también llega al resto de Europa, donde han tocado en múltiples giras con gran éxito. Ahora publican su séptimo álbum ‘HEX’, un álbum reflexivo con el que tratan de sacar sus demonios internos. Después de 15 años de existencia, el cuarteto madrileño se encuentra en la plenitud de su carrera, tal y como reflejan las elaboradas, y por otro lado reconocibles canciones de ‘HEX’. El álbum tiene dos partes diferenciadas, la primera compuesta por una larga canción de veinte minutos, dividida en tres capítulos, y una segunda parte con cuatro canciones más, en las que vuelven a dejar patente el particular sonido que se ha convertido en una seña de identidad. EL álbum está escrito desde la rabia y frustración de los convulsos tiempos que vivimos, algo que queda reflejado especialmente en la canción ‘El odio’. Siempre en tonos de melancolía, y a pesar de ser una banda instrumental, consiguen transmitir emociones en estas desgarradoras canciones. Fieles a los patrones del post-rock, logran conjugar los momentos sosegados llenos de belleza, con embestidas de post-metal, con las que descargan toda su rabia. Toda una montaña rusa de emociones en unos temas, que se muestran cohesionados y en los que se percibe que TOUNDRA han cuidado todos los detalles para presentarnos un notable trabajo. Esta critica social contiene elementos ya tradicionales en la banda, lo que hace que las canciones fluyan con desparpajo, pero también contiene elementos ornamentales que incrementan su belleza y garra. No sabría decir si el trabajo supera en calidad sus álbumes anteriores, pero sin duda, ‘HEX’ consigue proporcionar al oyente 45 minutos de post-rock instrumental lleno de fuerza y belleza en el que encontramos elementos progresivos y contundentes golpes de post-metal.

‘El odio’ un tema dividido en tres partes, refleja a la perfección el espíritu y la épica contenida en este álbum. Misterioso, tenue, y hechizante, el corte nos ofrece bellas melodías post-rock, con un sonido lleno de épica y monumentalidad. Repitiendo el mismo acorde a lo largo del tema, TOUNDRA van añadiendo ornamentos que hacen que Adquira una majestuosidad sin igual. Tras momentos de introducción, el tema se despeña estruendoso guiado por un torrente de tambores y riffs post-metal. Suavizando su fuerza con un sonido en dos planos, en la sombra las melodías oníricas aparecen para amortiguar toda su fuerza. Una fuerza nacida del desasosiego y una ejecución contundente, reflejan la rabia de los madrileños, rebelándose contra el mundo a través de su música. En la segunda parte, el tema desciende a desarrollos más suaves, mostrando pasajes de gran belleza. Siempre con un ritmo constante y ese zumbido persistente, las melodías flotan entre su densa y pesada base rítmica. Grandes pasajes de post-rock de manual son ejecutados con maestría. En esa parte central el tema se balancea entre momentos de contundencia y espacios mucho más aterciopelados. Con un nuevo giro, la parte final, nace de atmosféricos pasajes psicodélicos en los que se palpa el misterio. Pausados acordes van construyendo lentamente el camino por el finalmente va a transitar la canción. Fuertes ritmos y aromas exóticos van entretejiendo esos faraónicos desarrollos a los que nos tienen acostumbrados, sin olvidarse de las bellas melodías a las que nos tienen acostumbrados. La belleza de parte final contrasta con la desazón transmitida en sus dos primeras parte. Como si los demonios se hubieran volatilizado, el tema refleja el descanso de haberse librado de las cadenas.
En un ambiente sosegado, ‘Ruinas’ se desarrolla entre desarrollos post-rock de manual. Un poderoso ritmo lleva en volandas una canción que se recuesta en bellas melodías que gravitan en un espacio onírico custodiado por una gris atmósfera. Con una evolución en su intensidad, la banda usa con mesura la ampulosidad de sonido con un resultado atractivo y efectivo. En la parte final el corte engrosa su sonido inclinándose a un escenario más inquietante en el que los retazos del metal aparecen en tonos de cierto desasosiego. Una constante oscilación en un tema que combina la belleza y la fuerza a partes iguales.
‘La larga marcha’ fluye lentamente en una apertura con acordes repetitivos impulsado por unos cadentes tambores. Creando un entorno lleno de belleza la banda se muestra majestuosa en su interpretación. Incisivos pasajes muestran una atmósfera melancólica sobre la que colorean con momentos suaves que tienden a elevarse con mesura entre guitarras superpuestas. El corte se sustenta en una fuerte base rítmica sobre la que ejecutan con destreza todo el potencial que los madrileños atesoran. Post-rock de alto nivel prescindiendo de la garra y pesadez que muestran en otras canciones.
Con una elegante apertura, ‘Watt’ incide en la fórmula con la que han conquistado a su amplia legión de seguidores. Gravitando entre los bellos desarrollos post-rock, y golpes de post-metal, consiguen crear un tema sólido en el que las piezas encajan creando una dualidad de calma y fuerza al alcance de muy pocos. Desde susurrantes pasajes a embestidas de riffs monumentales, el corte se sustenta en la belleza de sus armonías a lo largo de sus casi ocho minutos.
‘Fin’ (nunca un nombre de canción fue tan evidente)pone el epílogo a un grandioso álbum en el que los madrileños dejan una vez más toda su calidad tanto compositiva como interpretativa. Arpegios repetidos y borboteantes acordes nos sumen en un reconfortante trance. Todo un jardín del Edén en el que los elementos acústicos se combinan con destreza para ofrecernos delicados momentos que sirven de bálsamo para contrarrestar la rabia contenida en los temas anteriores. Lleno de magnetismo, el carácter ambiental de la canción nos sume en un placentero y reconfortante sueño.