«PRIMERVAL TRANSMISSIONS’ es el álbum debut de BREATH, un dúo de Portland que muestra veneración por el trabajo de bandas como OM. Si eres fanático del trabajo de Al Cisneros, no deberías perderte este místico y cautivador debut. Todo un sorprendente ‘viaje’ psicodélico con un bajo atronador, excelso y aplastante, junto a una batería explosiva. Una forma de llevar el doom a atmósferas devocionales llenas de un misticismo meditativo en el que todo sucede con pausa. Siempre caminando con parsimonia, cada riff, cada acorde, cada golpe de batería, se incrusta en nuestra alma haciéndonos partícipes del ritual de BREATH. El interés por las curiosidades metafísicas del pasado antiguo y antediluviano se convirtió en una musa que finalmente tomó forma en «PRIMEVAL TRANSMISSIONS’. La música se informa de aventuras dejando atrás las comodidades de lo conocido. Ir a bosques desconocidos a veces en sentido figurado y en algunos casos literal ha hecho que la banda conecte con un entorno natural que queda reflejado en sus canciones, la naturaleza como espejo del alma. Con ritmos llenos de melodías pesadas, su ‘Meditation Doom’ te llevará a cuevas apartadas y misiones de visión totémica. Sometiendo el papel chamánico a pruebas extremas consiguen protegernos conectándonos con el espíritu.
Los cinco temas del álbum se adornan con psicotrópicos pasajes devocionales en el que el doom adquiere una nueva dimensión para calmar nuestra alma. Sin duda, este debut es un álbum redentor que te meterá en una nube mística en la que los sonidos pesados son un auténtico guía espiritual.
«PRIMEVAL TRANSMISSIONS’ está disponible a través del pujante sello Desert Records.
BREATH son: Steven O’Kelly (Bajo, Voz), Ian Caton (Batería, Percusión auxiliar). Como músico invitado Rob Wrong aporta su guitarra en «Observer».
Diseñado, grabado y mezclado por Rob Wrong , masterizado por Tad Doyle en Witch Ape Studio. Ilustración de Tyler Wintermute.

‘Evocation’ fluye entre olas y los magnéticos acordes de un bajo devocional y magnético. Tambores rituales vibrantes golpean entre esa línea de bajo más propia de Al Cisneros, un referente para el sonido de la banda. adentrándonos en su narrativa desde los primeros acordes nos sumergen en su particular agujero negro. Atrapados por un hechizo lisérgico lleno de mística. La catártica voz eleva sus plegarias litúrgicas para complementar el ritual. Oscuro pero lleno de magia el tema refleja la veneración de los de Portland por OM. Atmósferas humeantes con olor a incienso y a cannabinoides aturden los sentidos del oyente ofreciendo un espacio meditativo y liberador. Repitiendo sus acordes todo se desarrolla con una calma absoluta. Si bien estamos ante un sonido grueso, el resultado es todo un bálsamo redentor. Todo un trance alucinógeno, en el que el alma migra al mundo de los espíritus a través del humo creciente del fuego iluminando el arte rupestre destinado a bailar con llamas parpadeantes.
En un espacio más inquietante, ‘Dwarka’ hace crujir las cuerdas del bajo, golpeando con un sonido potente y profundo. En un ambiente turbio y tenebroso el dúo nos adentra en oscuras cavernas con esa voz, quebrada que regurgita cada estrofa como si le costara salir. Ralentizando su pesado u turbio sonido, la narrativa se torna más desgarradora. Un dolor interno parece querer salir de las entrañas de unos músicos entregados a su proyecto. Rifs monolíticos que rechinan y que con cada nota emiten un halo intoxicante y aturdidor. Doom en estado puro, que una batería que golpea con fuerza creando un sonido denso y grasiento. Perturbadores pasajes que se inclinan por el lado más tradicional del Stoner-doom en su parte final, antes de devolvernos al espacio místico y meditativo. Quizás sus catorces minutos llegan a hacerse algo largos, aunque esa excesiva duración, se contrarresta con distintos cambios en la trama del tema.
‘Observer’ parte con cantos y rezos litúrgicos más propios de una abadía medieval. Siempre manteniendo la atmósfera entre tinieblas y una atmósfera nebulosa, las oraciones dejan paso a pasajes instrumentales gruesos y parsimoniosos. Solo dos instrumentos son suficientes para crean temas devocionales de parsimoniosos sonidos pesados impregnados en psicotrópicos. Aquí el dúo cuenta con la colaboración a la guitarra de Rob Wrong, que con sus solos afilados aporta un elemento sumamente enriquecedor. desangrándose en interminables solos ácidos, tanto bajo como batería parecen pasar a un segundo plano. A pesar de ello la línea de bajo marca todo el álbum, y también, como no podía ser de otra manera, esta canción. El tema parece estar influeciando por los vientos orientales de músicos como Ravi Shankar o Baris Manco.
Tras los cinco minutos del corte anterior, ‘Battle for Harmonic Balance _ Halls of Amenti’ se desarrolla a lo largo de más de doce pesados minutos llenos de intensidad meditativa. Riffs que nos enganchan entre atronadores tambores que mutan su cadencia rítmica constantemente ofreciendo siempre su lado más brillante y efectivo. Aquí las voces parecen tomar un mayor protagonismo en el corazón del tema. Inspirado en el legado egipcio, alineando la canción como la esfinge durante el equinoccio. Por momentos mostrándose como una jam en la que los tambores parecen ir por libre, el tema avanza con firmeza. La densidad de su sonido vuelve a atraernos al interior de unos surcos devocionales en los que el doom se viste de misticismo. Al igual que sucede en ‘Dwarka’, la larga duración del tema resta algo de interés, resultando algo repetitivo.
Cerrando el álbum, completan el circulo regresando al origen con ‘Evocation (reprise)’. El tema de apertura del álbum prescinde de sus cautivadoras voces místicas para ofrecer un aspecto más inquietante sin perder su épica trascendental. Con esta ofrenda sin letra transmiten los obstáculos, las pausas y el regreso exitoso comenzando con el ritual similar que comienza en su primer capítulo. Con un mayor protagonismo de los tambores, el corte parece mostrarse como una demo previa al resultado final.