‘THE BEST OF THEIR EARLY YEAR’ es el EP debut del trio alemán MOS EISLEY SPACEPORT. Un proyecto que nace a finales de 2019 o principios de 2020 cuando tres tipos de Bremen que se metieron en una habitación en un viejo búnker de la Segunda Guerra Mundial, en el frío norte de la ciudad para dar rienda suelta a su creatividad. Pronto descubrieron algo extraño: cada vez que atraviesan la puerta de la habitación, entran en un agujero de gusano que los lleva directamente al año 1972 en un pequeño planeta desértico circumbinario en los bordes exteriores de una galaxia lejana. Así se convierten en un grupo de hippies de pelo largo y pantalones acampanados, obligados a tocar rock y psicodelia pesada impulsados por el blues durante horas y horas. Un sinfín de solos de guitarra, lámparas de lava resplandecientes y tonos de fuzz pesados se apoderan de MOS EISLEY SPACEPORT hasta que finalmente son lanzados y enviados de regreso a la actualidad con la sensación de que en ese retorno, encontraron su propio sonido. El resultado de esa experiencia es un puñado de temas poderosos con aroma a 70’s en los que el blues juega un importante papel Pero también la psicodelia el boogie-rock y el hard-rock más auténtico. En caso como este siempre me surge la misma pregunta: ¿Retro rock?, ¿Copia? Pero tras escuchar los poco mas de veinte minutos de este EP, lo único que puede decir es que estos chicos hacen las cosas con honestidad y sintiendo ese feeling del rock crudo de los años 70’s. Se nota que aquí no hay poses y que los temas salen del su amor a la música No parece haber poses, sino temas que salen de las entrañas con toda su vitalidad. Con el legado de Peter Green (Fleetwood Mac) muy presente crean canciones directas que mantienen un groovy vibrante y divertido. Ese túnel del tiempo que los llevó a 1972 los trajo de regreso con la lección bien aprendida, y eso se nota en este prometedor debut, que espero solo sea el comienzo de nuevas prometedoras entregas. Los amantes del rock clásico tienen aquí un nuevo filón donde explorar. Un trabajo en el que encontramos buenas guitarras en línea Hendrix, alguna pincelada progresiva, ecos del medio oeste en cortes coloristas evocadores del sonido West-Coast y mucha psicodelia impregnada en unos surcos que cuentan con la magnífica voz de Daniel, consiguiendo transmitir esas sensaciones multicolor, tanto en los momentos más íntimos y sugerentes, como en los momentos de rabia.
MOS EISLEY SPACEPORT lo componen: Daniel (voz y guitarra), Sebastian (bajo y sintetizadores) y Guido (batería).

‘Further when i’m far’ se desarrolla bajo atmósferas psicodélicas entre efectos envolventes y pausados acordes adornados con tonos exóticos para ir evolucionando con un cristalino sonido hasta situarse en un escenario pesado y unas armonías que me recuerda el clásico de Peter Green ‘Oh Well’. Tambores vivaces, gruesos riffs stoner, y blues setentero van construyendo el corte para situarlo en un collage retro en el que el imperturbable ritmo y la fornida línea de bajo dan cobijo a solo ácidos salidos de la guitarra. La banda modula y hace contonearse la canción sin dejar de avanzar dinámicamente. Heavy-psych y hard rock de muchos quilates en el que el trabajo de las cuatro cuerdas resulta fundamental encadenándonos a su pegadizo ritmo gracias a un fantástico groovy que juega con el tiempo del tema.
Instalados en un ambiente heavy-blues más propio de los primeros 70’s ‘Mojo filter’. El fantástico groovy se adorna con estribillos pegadizos. Pesados ritmos golpean con fuerza dotando de cuerpo a un corte que es una invitación al baile y al desenfreno. En su parte final los alemanes se dejan llevar por la psicodelia ácida entre verdaderas descargas de un bajo poderoso y expansivo.
Una locución retro nos introduce en ‘Space shift’, en el que el órgano vintage nos confirma las sospechas del amor por los sonidos de los 70’s de la banda. Con el blues como leit-motiv, y con riffs de pura esencia retro, el legado de los primeros Fleetwood Mac sigue aflorando en cada acorde. Creando una descomunal cortina de sonido con sus monolíticos riffs logran conjugar vibraciones del pasado con un sonido mucho más contemporáneo en una conjunción de lo más efectiva y atrayente. La versatilidad del sonido hace que cada tema sea una oportunidad para el gozo, ahora con tonos que incluso se acercan al funk, sin perder su espíritu rockero.
‘Drop out’ a ritmo de boogie-rock cabalga brioso con sus ritmos bailables y el blues en las venas. Sonando crudo y primitivo, el tema parece haber sido compuesto décadas atrás, lo que demuestra el espíritu vintage del trio. Su sonido grueso pasa por encima de algún eco proto-metal. Si ya en los temas anteriores había quedado claro, aquí se demuestra nuevamente que los tres músicos saben sacar el mayor rendimiento posible a sus instrumentos en pos de un fin común. Así el tema se muestra sin fisuras incluso cuando se separan del camino para explorar otras vibraciones, consiguiendo acoplar el sonido para que todo parezca compacto. Estas modulaciones solo hacen que enriquecer la canción.
En unos tonos más rurales, y combinando acordes acústicos con eléctricos, ‘My bicicle won’t fly’ se desarrolla entre atmósferas sureñas con aires festivos. Sin mostrar la pesadez de los cortes anteriores van construyendo un tema de rock clásico en el que el espíritu folk aparece con coloristas coros y estribillos casi en modo country. En una especie de combinación entre Neil Young y un espíritu más propio de la west-coast el tema es un soplo de aire fresco en el que las melodías son cuidadas huyendo de las estridencias.