Varios años con la ilusión de poder asistir a uno de los festivales más importantes de la escena underground psicodelica, stoner, doom y blues y en esta ocasión tuve la suerte de poder cumplir ese deseo. Levantándonos a las cuatro de la mañana para coger un vuelo vía Dusseldorf y desde allí, tras alquilar y coche dirigirnos hacia la localidad alemana de Netphen. Las previsiones del tiempo para ese día era variables, pero eso no iba a ser un obstáculo para en algo menos de dos horas desde nuestro aterrizaje, estuviéramos llegando a Siegen, la antesala de Freak Valley. Un bello paisaje nos recibía y aquel cartel en la carretera que tantas veces habíamos visto en foto, se presentaba ante nuestros ojos «Welcome to Freak Valley», ya habíamos llegado. Tras las indicaciones de los voluntarios nos dirigimos a la zona de acampada situada en una colina a aproximadamente un kilómetro del recinto del festival. Una vez instalada nuestra tienda y con las cámaras en la mochila un agradable paseo por el bosque nos descendía hacia la puerta del festival. A mi llegada, con las puertas todavía cerradas se producían los primeros encuentros con amigos alemanes así como otros llegados de distintos puntos de la geografía europea. Las puertas se abrían y tras obtener la acreditación correspondiente podía por fín comprobar «in situ» aquel lugar que tanto había deseado visitar. Un acogedor entorno y unas magníficas instalaciones preparadas para todos nos sintiéramos cómodos.
La octava edición del Freak Valley Festival comenzaba marcada con la cancelación de bandas como THE OBSESSED, por problemas con los visados que les había obligado a cancelar la gira europea, o de DUEL con contratiempos con la compañía aérea por la caducidad del pasaporte en el Reino Unido, así como SLOMATICS, por circunstancias desconocidas para mí. Algo que la organización solventó con acierto y premura con la incorporación de los holandeses DEWOLFF y con una grata sorpresa en la segunda jornada.
Varios años situado a la cabeza de los festivales de la escena alejada de lo comercial y habiendo colgado el cartel de sold-out a las pocas horas de puesta a la venta sus pases en el mes de noviembre, (lo cual viene siendo una constante desde hace unos años) la cosa prometía. Además en este edición el festival iba a ser retransmitido en streaming por Rockpalast, lo cual era el reconocimiento a un trabajo y aun prestigio ganado a lo largo de los años.
Un excepcional entorno natural entre bosques, prados y montañas en la localidad de Netphen acogen a uno de los festivales supone una citada obligada para todos los Rock Freaks desde hace años. Una formula alejada del lucro y que con unas magníficas instalaciones hace que 2.500 personas disfruten de 3 días intensos en una especie de mini Woodkstock del siglo XXI sintiéndose como en casa.
Había llegado la hora y entorno a las cuatro de la tarde y con el cielo encapotado y una amenazante tormenta eléctrica, VALLEY OF THE SUN abrían el festival. Los de Ohio derrocharon desert-rock con influencias grunge para calentar al personal desde el primer momento. Era la segunda ocasión que visitaban el festival y ahora venía con un nuevo álbum publicado hacía unas semanas. Un disco que ya reseñamos días a atrás y que copo el podio de nuestras recomendaciones de la semana en su publicación. Tenía gran curiosidad por ver como se desenvolvía en directo el trío con esos riffs humeantes y esas voces herederas de los noventa. Lo cierto es que la sensación fue muy buena, consiguiendo romper el hielo que supone abrir un festival con el público todavía frío, que ellos consiguieron enganchar al personal en un show de una hora de duración, un buen aperitivo para todo lo que estaba por venir.
Tras ellos STONEFIELD. Las cuatro hermanas australianas desplegaban toda su sensualidad en una brillante apuesta por la psicodelia setentera que sorprendió a la concurrencia. Las «Findlay» ofrecieron un show muy parecido al que pocas semanas antes había visto en el Desertfest Berlin, de hecho, su indumentaria era exactamente la misma. También con nuevo álbum publicado recientemente, dejaron patente que su progresión no es una casualidad. Nuevamente ofrecieron un show en el que su aparente fragilidad se contrarrestaba con su solidez interpretativa. Navegando entre las aguas psicodélicas llegadas de los setenta conseguían meterse en el bolsillo a un público que gozaba con cada uno de sus temas.
Llegaba la hora de una de las bandas que despertaban mi curiosidad. Los polacos SPACESLUG son unos de los abanderados de la prolífica escena pesada polaca, y sobre el escenario del Freak Valley, subían las revoluciones con su doom-psych, demostrando que son una banda sólida. Los polacos repasaron temas de toda su discografía, y si en disco, suenan pesados, en directo ofrecían esa pesadez adornada de mucha psicodelia humeante durante algo mas de una hora de show que recibió el reconocimiento de un público que todavía estaba poniéndose en ambiente.
La tarde se estaba desarrollando a las mil maravillas, y todavía nos quedaban muchas emociones por vivir. Uno de los aliciente de un festival como Freak Valley, es la versatilidad de estilos que te puedes encontrar sobre su escenario, y ahora dábamos un giro con la banda del británico JOHN FAIRHUST BAND y su blues hendrixiano que conseguían ponían cara de satisfacción al personal con su potente embestida de blues-rock clásico. He de confesar que había escuchcdo un par de temas del John, pero me tengo que rendir ante la actuación que ofreció. Calidad y precisión de un tipo que tiene grandes dotes para la guitarra y que se hace acompañar de una mas que solvente base rítmica. Rock de siempre, que siempre resulta efectivo si es interpretado de esta forma. El recinto con numerosas zonas donde poder comer, beber o simplemente descansar en los sofás y zonas chill-out, permitía que todo se desarrollara con buenas vibraciones entre un público que se toma esto como una fiesta de confraternización creando un ambiente excepcional en el que el rock es el protagonista.
Acercándonos al ocaso hubiera sido la hora de ver a THE OBSESSED, pero de nuevo los problemas de Wino con las autoridad y su documentación impedían la presencia de los norteamericanos. Personalmente el anuncio de DEWOLFF como sus sustitutos me gratifica, ya que están mucho más en la onda que me hace vibrar. La banda me comentaba antes de subirse al escenario que hacía un par de días que les habían ofrecido tocar en el festival, y que habían tardado dos segundos en decir «¡¡si, vamos»!!. Lo cierto es que se les veía encantados de poder estar allí. Su salida al escenario tras el anuncio de Volker fue recibida con una gran ovación, y los primeros riffs de «Big talk» así como los acordes de los teclados de Robin nos trasladaban de inmediato a mediados de los setenta. La cautivadora voz de su guitarrista Pablo iba haciendo desde este primer tema que las cabezas de la gente oscilaran en un trance al ritmo de sus armonías. el trio ejecutó un show basado principalmente en temas de su último álbum «Trust», aunque no faltaron clásicos como «Sugar Moon» o «Tired Of Loving You» de su álbum «Roux-Ga-Roux». La banda agradecía al público las ovaciones recibidas y mostraba su lado más calmado dentro de su incuestionable estilo retro. Robin no dejaba de balancear su cuerpo sobre el teclado en esas posturas imposibles elevando los flecos de su chaqueta al viento, mientras los hermanos Van de Poel derrochaban sudor y energía. He visto en numerosas ocasiones a los holandeses y quizás éste haya sido su show más contenido. Dando un mayor protagonismo a las melodías en detrimento de la locura, y quizás eché en falta alguna de las versiones con las que suelen regalarnos en su actuaciones. Dicho esto, completaron un fantástico show, demostrando que los setenta fueron los mejores años para la música, y a pesar de que estemos en el siglo XXI, ellos consiguen trasladarnos a aquellos momentos dorados en los que se hacia rock and roll sin aditivos. De nuevo, brillantes.
Caía la noche y uno de los platos fuertes del día estaba a punto de salir al escenario. El padrino del rock del desierto BRANT BJORK abría su show entre humo y focos que enfocaban al cielo de Netphen arremetiendo con su clásico «Low desert punk». Han pasado veinte años desde que fuera publicado en su mítico álbum «Jalamata», pero es un tema que cada vez me parece que está más vigente. Sin interactuar demasiado con el público Brant iba desgranando en la parte central de su actuación algunos temas de su último álbum como «Makind woman» o «Chocolatize», ya acompañado por su inseparable Sean Wheeler. El personal ya se encontraba plenamente integrado en el show, produciéndose episodios de crowdsurfing. «Biker No. 2, «Pretty Hairy» o «Somebody/Nation indica» (la que resultó especialmente hechizante) coreada al unísono por el público, adquirían una nueva dimensión con un Brant centrado plenamente en su guitarra derrochando fuzz y wah wah. Su show concluyo, ya sin Sean sobre el escenario, con «Lazy Bones / Automatic fantastic» mostrando al Bjork más funky. El show concluyó con una enorme ovación y Brant dejando su guitarra junto al amplificador con un acople a modo de despedida tras el que se acercó al micrófono a dar las gracias a un publico rendido a sus pies y con la sensación de que aquello había sabido a poco.
La media noche había llegado y la tormenta nos había respetado, lo que propiciaba que otro tipo de tormenta nos esperaba. De entre todas las bandas de esta edición de Freak Valley, la que mas ganas tenía de ver era ELECTRIC MOON, y por fín había llegado la hora. Un escenario en tonos azules y el silencio recibían al trío alemán. Sula, Lulu y habían tomado posiciones en el escenario, y ajustaban sus instrumentos antes de que el viaje partiera. Los efectos de Sula y los platillos de la batería de Pablo, con una Lulu arrodillada al frente del escenario junto a su bajo nos iniciaban en una odisea lisérgica de tintes espaciales llenos de misticismo. Si por algo han destacado siempre ELECTRIC MOOn es por su capacidad para las improvisaciones piscodélicas y en esta ocasión no iba a ser para menos. Su show transitó por insondables espacios que hacían que nuestros cerebros despegarán de la tierra para visitar una nueva dimensión. Dos largas jams en las que los elementos krauts aparecían para hipnotizarnos o en temas como «The picture» de su álbum «Theory Of Mind» o «D-Tune» de «Lunatics revenge» con la que concluían su actuación. Si con esos jam y distorsiones lograr hechizar a un público predispuesto, la contundencia de su base rítmica como una poderosa línea de bajo a cargo de Lulu incrementaban la grandiosidad de su show aportando la pesadez en contraposición con el magnetismo de la guitarra y sintetizadores de Sula. Aquello que tanto tiempo había estado esperando por fin se producía, y de la mejor de las formas posibles. Un increíble show que consiguió que mi cuerpo levitara al dictado de su chamánico y ácida música. si la jornada había sido increíble, el cierre no podía haber sido mejor. Sobresalientes y de otro mundo ELECTRIC MOON consiguieron transportarnos a otra dimensión cósmica. nuevamente con la sensación que aquello había sido corto, llegaba el momento de la peregrinación. La larga cuesta hasta la zona de acampada nos esperaba. Con la linterna en mano nos uníamos a la procesión de kreaks que se dirigían a dormir, o a continuar la fiesta en lo alto de la colina.
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