Crónica.- ‘DOWN THE HILL FESTIVAL 2024’

Culminamos la temporada veraniega de festivales con la crónica de la visita a DOWN THE HILL. El coqueto festival belga que inició su andadura en 2018 continúa su meteórico ascenso ofreciendo cada año un line-up más interesante en el que las mejores bandas de la escena visitan su recinto. A diferencia del resto de festivales en los que he estado este verano, en esta ocasión el avión me dejaba en el aeropuerto de Bruselas donde el personal de la organización estaba esperándome para llevarme hasta el hotel en el que me alojaba. 45 minutos de trayecto para llegar a Rilaar, la pequeña localidad en la que se celebra el evento. Con el line-up más ambicioso hasta el momento, el fin de semana se presentaba con muchos alicientes en cuanto a bandas que no había visto en directo y especialmente con la presencia de la leyenda británica ARTHUR BROWN como principal estímulo, al que ya tuve la oportunidad de ver en vivo en Desertfest Berlin dejándome un magnífico sabor de boca. El festival se desarrolla en una acogedora granja en la que alrededor de 1000 personas pasan el fin de semana en armonía, disfrutando de la música que les une. Muchos conocidos con los que me había encontrados semanas atrás repetían experiencia festivalera. Ese perfecto espacio entre sugerentes prados rodeados de árboles, invita a disfrutar la experiencia plenamente, tanto en lo musical como en lo humano. Al llegar al recinto lo primero que llamó mi atención fue la capacidad de trabajo para construir un espacio tan confortable y acogedor como aquel. Desde el escenario construido con troncos, como otros múltiples detalles que hacen la estancia del publico lo mas agradable posible. Es como si llegarás a un sitio en el que sabes que te vas a sentir cómodo, un lugar en el que las buenas vibraciones sobrevuelan el ambiente. Tras ese primer vistazo al recinto me dirigí a la zona de acampada donde pude encontrarme con muchos amigos que ya tenían instalados sus campamentos para disfrutar de un magnífico fin de semana. La camaradería y buen rollo de los que asistimos a festivales como este, es algo que no tiene precio, y si encima se celebran en lugar así, nada puede salir mal. Sin duda el trabajo hecho por Dries y su equipo de doscientas personas, se vio recompensado con un sold-out y con el agradecimiento y admiración de todos los presentes, entre los que por supuesto, me incluyo. En el amplio prado de la colina en la que se celebra el festival los escenarios están distribuidos a la perfección; el escenario central, aprovechando la leve pendiente de la colina, y el segundo escenario en la zona lateral. Y si ya me sorprendió el escenario principal con sus troncos, también lo hizo el segundo escenario con una estructura hinchable de absoluta rigidez. En todos los años que llevo visitando festivales, nunca había visto un escenario así, curioso y sorprendente a partes iguales. Entre ellos, carpas suficientes para que la climatología no estropea la fiesta, puestos de comida y bebida y numerosas esculturas con hongos y otros detalles que daban un toque acogedor al recinto. El festival abría sus puertas con un pequeño retraso debido a ciertos problemas con las autoridades locales por algún problema leve que fue solventado sin más, unos minutos después. Eso hizo que el público al entrara al festival con más ganas si cabe. A partir de ahí, salvo las largas colas iniciales para comprar los tickets de las bebidas y comida, todo iba a desarrollarse de la mejor forma posible. El interesante line-up y ese entorno tan acogedor hacían que me sintiera ilusionado por poder vivir una experiencia así. Como ya es habitual en este tipo de festivales, el número de entradas vendidas está pensado para que la comodidad de sus asistentes sea máxima. Sin duda, el espacio permite que pudiéramos estar allí muchas más personas, pero si así fuera, se perdería ese ambiente gentil y de buen rollo que se siente. Siempre me resulta admirable cuando veo que los organizadores cuidar todos los detalles para la comodidad de su público y eso sin duda se refleja en las caras de felicidad que ves, en el ambiente festivo que se siente. La ausencia de problemas y las buenas vibraciones entre las bandas y su público hacen de festivales como Down The Hill, espacios para visitar. Si a eso unes el delicado trato que la organización me dispensó para que todo fuera fácil para mí, solo puedo dar las gracias por esta oportunidad de vivir un evento como este. Gracias Dries, Lut y gracias a todos los demás por el maravilloso trato recibido y hacerme sentir como en casa. Volveré en 2025.

AFTERMOVIE

VIERNES

Los belgas CUBERDON eran los encargados de abrir el festival con una interesante apuesta de sonidos post-rock con elementos alternativos. Con el público entrando poco a poco al recinto tras la espera la banda les recibía con los suaves y pausados acordes de sus canciones.

En el segundo escenario IRON JINN conseguían que la temperatura subiera con su energía setentera y sus largos desarrollos. Con su último álbum en directo en Roadburn, habían despertado mi curiosidad. Lo temprano de su actuación me planteaba la duda de si podría deslucir esos pasajes silenciosos que la banda tan bien sabe interpretar, pero la realidad fue que… esparcieron toda su magia y buen hacer como una banda a considerar con mágicos por momentos, en contraste en otros que su grandilocuencia progresiva golpeaba con fuerza. Brillantes.

WYATT E. habían anunciado en los días previos que se presentarían en DOWN THE HILL con dos baterías y que interpretarían por última vez su último álbum ‘āl b​ē​l​ū​ti d​ā​rû ‘en su integridad. Mis dos experiencias previas con ellos habían sido completamente diferentes, desde el magistral show en el Dunajam en el que estuvieron con dos hipnóticas y poderosas baterías, y en Madrid en una pequeña sala en la que tocaron 35 minutos insulsos, sin ningún aliciente. En esta ocasión ofrecieron su mejor versión, llevando al personal a su particular cuento mesopotámico con la fuerza de las dos baterías y sus ondulaciones sónicas. Momentos drones con pasajes de intensidad absoluta. Estos sí, y no lo que ví en Madrid. El público entre sorprendido, confundido y extasiado. No todos aceptaron el reto, demasiado complicado. Pero teniendo claro lo que hacen, lo hicieron ofreciendo su mejor versión.

De vuelta al segundo escenario, TAKH nos brindaban una actuación cambiante en la que alternaban momentos drone con otros de música americana alternados pasajes de post-rock e incluso doom. Sorprendentes para mí, pero extasiantes para muchos de los presentes.

La tarde se iba desarrollando de una forma gratificante, pero con BRIQUEVILLE todo cambió definitivamente. Con una magnífica puesta en escena en una ambientación presidida por la oscuridad y el humo, la banda aparecía ataviada con capas negras y mascaras carnavaleras, así como su cabeza cubierta. los belgas golpeaban con fuerza al caer la noche. Con su guitarra al borde del escenario retando a la gente, la banda conseguía su objetivo con un show, poderoso y contundente en el que no faltaron momentos livianos. Aunque los pasajes desgarradores fueron la tónica, la combinación de fuerza con los pasajes más suaves resultaba cautivadora. El público meneando sus cabezas, era el ejemplo que produce el efecto BRIQUEVILLE. Un tsunami sónico con voces guturales y una temática sombría, que se presentó envuelto en las tinieblas, solo permitiendo ver las siluetas de los músicos, creando así la atmósfera perfecta para sus diabólicos sonidos, con los que acabaron haciendo bailar a toda la audiencia, ¡¡¡inmensos!!!!

Todavía aturdido por la descomunal actuación de BRIQUEVILLE y con la lluvia complicando jornada, la hoguera empezaba a dar luz y calor a la noche. Sentados en circulo y desafiando al aguacero que por momentos estaba cayendo, el personal se quedaba extasiado ante el poder de las llamas. Las carpas habilitadas se llenaban de gente resguardándose de la lluvia mientras en el segundo escenario DOODSESKADER, el dúo con bajo y batería amenizaba la velada a los más valientes. Una banda con la que no conecté. Sus ruidosas canciones de vocación hardcore se sucedían entre proyecciones psicodélicas.

La lluvia arreciaba y DOOL se disponían a ofrecer otro show impresionante cargado de fuerza. Su hard rock teñido de metal resonaba duramente entre la aguacero y una ambientación en la que las penumbras tenían el poder. Melódicos por instantes, los holandeses no permitían mucho espacio a la pausa, ya que la voracidad de sis riffs hacía que todo saltara por los aires. Intensos, salvajes y envolventes, lograban meterse al público en el bolsillo con un halo mágico teñido de exóticas fragancias con las que hechizaban al público.

VANDAL X, como gran parte de los duos, basan su sonido en golpes de metal, noise o doom para que salten chispas entre la audiencia, los belgas no iban a ser menos y conseguían encender la espita que hacía que sus más fieles, vibraran en desenfrenados bailes. No eran para mí.

La jornada llegaba a su final con la psicodelia de GNOD. Con 6 músicos sobre el escenario y nuevamente con una lúgubre puesta en escena, la banda británica ejecutaba un show con el que no convencían al grueso del público. Su experimentación entre vibraciones kraut, y psicodelia era llevada al máximo, lo que impedía conectar con un público que ya a esas horas comenzaba a retirarse. Drone distorsiones ruidos se sucedían en una atmósfera hipnótica y psicotrópica. Había acabado la jornada y tocaba volver al hotel a descansar para tomar fuerzas para una jornada del sábado que se iba a presentar muy intensa. El camino de vuelta compartiendo vehículo con los chicos de GREENLEAF entre charlas y risas resultó de los más ameno a pesar del cansancio. Allí, los chicos de DOOL seguían la fiesta entre montones de cervezas en el porche del hotel, pero era mejor una retirada a tiempo, así que di por finalizado el día.

SÁBADO

El sábado se despertaba con el sol golpeando sobre un público que poco a poco iba llegando al recinto. Caras de cansancio, pero también muchas ganas de que la fiesta continuará. Habiendo llegado al recinto a una hora temprana, tuve tiempo de ir viendo como el personal de la organización iba tomando posiciones para que todo estuviera perfecto en el momento de la apertura de puertas. Las pocas horas de sueño entre los voluntarios se reflejaba en sus rostros. Alrededor de las doce, KOZMOTROM daban el pistoletazo de la salida al sábado con su psicodelia espacial adornada con los sonidos de viento, alternados con un brillante guitarra. Así con suavidad, iban poco a poco despertando al personal. Una transición suave, con la colorista puesta en escena de su batería. Enfundado en un mono azul de raso ponía el tono bizarro entre pasajes de psicodelia espacial. Frescos y sin estridencias, desgranaban sus canciones ante un público que recibía con agrado la delicadeza del comienzo de la jornada. En su última canción, aparecía sobre el escenario un personaje enfundado en una especie de tubo-escafandra con un cartel pidiendo el apoyo a su alien-underground local. Una apuesta diferente y resultona. 

En el segundo escenario el dúo CRANC, con guitarra y batería, se las ingeniaba para ir calentando la jornada a base psicodelia progresiva impregnada de ritmos kraut. Buscando refugio bajo las carpas para protegerse de los intensos rayos solares, la gente trataba de tomarse las cosas con tranquilidad. La jornada se presentaba larga y eran muchas las bandas interesantes que nos quedaban por ver. No es muy habitual comenzar a las doce de mañana y eso se notaba en la energía de la audiencia. Lentamente el ambiente se calentaba con un sol de justicia que era aliviado con una agradable brisa.

LARGE PLANTS, aparecían en el escenario principal para ofrecer su particular apuesta de sonidos de rock clásico con una revisión contemporánea. Buenas melodías vocales y punzantes momentos de guitarra ponían la chispa a otra actuación tranquila que no terminaba de despertar a un público que mayoritariamente disfrutaba de su show sentados plácidamente sobre la hierba. El suelo había aguantado perfectamente la lluvia de la noche y el recinto se encontraba en perfectas condiciones por lo que muchos descansaban tumbados viendo el show de los británicos.

De vuelta al segundo escenario, DESMOND DANDIES repartían dosis de garage rock en un tono vintage. Ligeros ritmos kraut adornaban unas canciones con sabor a 60’s en las que no faltaba una dosis de psicodelia.

Si el ambiente se había caldeado, con los franceses FUZZY GRASS el ardor del público no tenía vuelta atrás. Una banda joven pero sobradamente preparada continúan labrándose su carrera a base de buenas actuaciones en cada festival que participan, y en esta ocasión, poniendo patas arriba Down the Hill. La fuerza de su cantante, el talento de Laura su guitarra con sus solos asesinos con puro sabor a lo mejor de los 70’s, son un plato gourmet que el público supo degustar, y disfrutar. Todo el personal bailando al ritmo que marcaban los franceses. El heavy blues más auténtico se teñía por momentos de psicodelia chamánica en una actuación para recordar. Algo a lo que deberíamos estar acostumbrados, porque estos chicos, sin armar ruido, saben cómo meterse el público en el bolsillo. ¡¡Inconmensurables!!

THE GLUCKS tomaban el relevo en el segundo escenario derrochando energía punk y vibraciones alternativas ante los valientes que aguantaban el sol de justicia del medio día. Los espacios bajo las carpas cada vez estaban mas solicitados ya que el caluroso sábado, no daba tregua, aunque las bandas tampoco lo hacían.

Los noruegos FULL EARTH desplegaban todo su arsenal sónico entre poderosos y lisérgicos ecos a partes iguales. El talento de estos jóvenes músicos parece no tener límites, su experimentación llegaba a sonar como lo haría Motorpsycho con sus canciones más experimentales y pesadas. Unos teclados hipnóticos, unidos a la creatividad de Ask a la guitarra, nos sumían en una auténtica bacanal psico-progresiva. El ritmo trepidante de Ingvald  a la batería (lo de este chico es increíble!), impulsaba a Down the Hill a un entorno hipnótico que según avanzaba si show iba reposando con canciones con influencias setenteras. Aquí, el mellotron alternaba el protagonismo con la guitarra en un auténtico torbellino .Todo un viaje sideral que nos puso a todos en órbita con mágicas guitarras, bajo pulsante, teclados hipnóticos y una batería diabólica, Cada día mejores.

PEUK brindaban otra vibrante actuación envuelta en sonidos alternativos con aroma a 90’s ejecutados con un espíritu punk a prueba de débiles. No era lo que necesitaba a esas horas teniendo en cuenta lo que estaba por llegar.

Los berlineses ROTOR se presentaban en formato trio. Era la primera que veía a la banda en directo con un solo guitarrista y mi curiosidad era máxima. Con un pequeño retraso sobre el horario previsto los de Berlín iniciaban su actuación atrayendo al público hacia el escenario como un potente imán. Aunque la ubicación del escenario en el recinto permitía a la gente sentarse en la yerba en diferentes espacios, algunas partes del recinto recibían la sombra y las carpas dejaban de ser un espacio exclusivo para protegerse del influjo del astro rey. En algunos momentos podía protegerme del sol en el foto-pic, ante la envidia de los amigos que estaban en primera fila que aguantaban hidratándose constantemente. He visto en directo multitud de veces a Rotor, pero no recuerdo si alguna vez lo hice con tres miembros. Evidentemente su calidad como músicos y como banda sólida, no me generaba ninguna inquietud. Desde el inicio de su show, aquello sonaba increíble y posiblemente algo más pesado de lo habitual. La banda venia con su habitual técnico de sonido Roland, que siempre es garantía de que todo sobraba bien. Una vez más, ROTOR pasaban el examen con una nota muy alta, como demostraba la gran ovación con la que fueron despedidos tras su poderosa actuación.

De nuevo, otra banda que estaba en mi radar, MOJO AND THE KITCHEN BROTHERS. El combo belga que se mueve en aguas psicodélicas inspiradas en los sonidos de los 70’s. Si particular interpretación de estas vibraciones hacía que la intensidad del día no bajará, tal y como se podía comprobar con la actitud de una audiencia que seguía dándolo todo con bailes constantes al ritmo de las canciones de los belgas Si estética vintage daba color a un sonido fresco y dinámico que solo cedía en su impulso en los momentos más psicodélicos de su notable actuación.

De regreso al escenario principal los suecos GREENLEAF eran presentados por el speaker cambiándoles la nacionalidad. Una anécdota que fue corregida por Tomi, diciéndole que no eran alemanes sino suecos ante las risas de todos. Un momento cómico que daba paso al torbellino GREENLEAF. ‘Trails’ era la canción escogida para el comienzo de una actuación que recorrió los distintos estilos en los que se mueven la banda. Centrados en su vocación Stoner, pero sin olvidar su amor por el blues y el hard rock más crudo y salvaje. Toda una descarga de adrenalina con Arvid dando sus habituales e interminables vueltas por el escenario (es infatigable el tío), y Tomi dejándose el alma en cada riff sin escatimar un gramo de simpatía por el público. Gestos, muecas e interacciones constantes que eran respondidas por un público en un headbanding constante. Pero GREENLEAF no son una banda más, y en la parte final de su show rendían tributo a John Lee Hooker con una salvaje versión de su clásico Boom, boom. Para ellos, es otro día más en la oficina, sus sudorosos cuerpos eran la prueba de que lo habían dado todo. 

RRRAGS nos trasladábamos al segundo escenario para vibrar con sus densas y diabólicas canciones psicodélicas envueltas en esa fascinante fusión de vibraciones setenteras y la psicodelia espacial más diabólica. La banda sonó cruda e hipnótica consiguiendo que la temperatura del público subiera a altas cotas gracias a su poder hipnótico. Vibrantes y con muchos argumentos ofreciendo una actuación de rock a la vieja usanza, pero con elementos del siglo XXI. 

Llegaba la hora de degustar el que para mí, era el plato fuerte del fin de semana, THE CRAZY WORLD OF ARTHUR BROWN . Si ya en Berlín me demostró que un concierto suyo es todo un espectáculo, en DOWN THE HILL, lo corroboró con creces. A priori puede parecer extraño poder ver a alguien que a tocado en grandes eventos junto a lo mas granado de la historia del rock del siempre tocando en un pequeño festival en un escenario construido con troncos en una granja, pero el maestro Arthur es un tipo sencillo, que sabe el terreno que pisa. Desde su llegada al backstage perfectamente maquillado y con su frágil figura repartiendo sonrisas pude notar que la noche sería apoteósica. Con una actitud que muchos envidiarían el octogenario británico supo con meterse al público en el bolsillo con sus locas y divertidas canciones. Con su show perfectamente diseñado, y con dos canciones para atrapar al personal su salida al escenario en la tercera canción con la llama sobre su cabeza, era al aviso de que el fuego de la hoguera rodeada de gente plácidamente sentada se iba a transmutar sobre el escenario en un espectáculo para no olvidar. Con una voz muy por encima de lo podría esperarse de una persona de su edad, y acompañado de unos solventes músicos, conseguía que todo el recinto se convirtiera en una pista de baile. La euforia se desataba en una actuación en la que cambiaba sus disfraces y sus mascaras cada tres canciones. Cada uno de ellos mas sorprendente que el anterior, desde el fuego de su cabeza, hasta el sombrero y maquillaje mas propio de Fredie Kruger, Las máscaras con plumas, los sombreros de flores y sus coloristas túnicas, o el mago sideral con el globo plateado que acabó sobre las cabezas de la audiencia, ponían un espectáculo colorista hecho desde la austeridad. El rock and roll es el rock and roll, y las grandes estrellas conocen el espectáculo, pero también al público, y Arthur entendió esto a la perfección. Su cara y sus comentarios delataban a alguien encantado de tocar en un lugar entrañable y auténtico, como si volviera a sus orígenes. Tras retirarse del escenario volvió para regalar un final de fiesta acorde con una actuación fantástica que siguió incluso después de su habitual baile en circulo junto a su banda. Grandioso como artista, todo un profesional que sabe a la perfección lo que dar al público en sus conciertos, y humilde como persona. ¡¡Bravo!!.

Podría pensarse que tras la actuación de THE CRAZY WORLD OF ARTHUR todo estaba hecho, pero todavía quedaba sumirnos en el endiablado y frenético show de los finlandeses KALEIDOBOLT. El trio continúa derrochando energía en cada una de sus actuaciones por lo que el desenfreno estuvo asegurado. Estos chicos son sinónimo de fiesta sideral, y sus canciones siempre acaban por enganchar al público para unirse a su particular fiesta. Ya entrada la noche, KALEIDOBOLT repartían vitaminas entre todos los presentes, el resultado, otro show loco divertido y pesado en el que todos los excesos tienen cabida.

Después de más de trece horas en el recinto el cansancio se apoderaba de mí, pero no podía irme sin ver la actuación de ZONE SIX, la banda que cerraba el festival. Habían pasado unos años desde que no me encontraba con Dave, y nunca le había tocar con ZONE SIX, por lo que es fuerzo sabía que iba a ser recompensado. El trio esparcía sus efluvios psico-espaciales con la maestría que solo lo saben hacer los músicos veteranos. Hipnóticos ritmos envueltos en unas vibraciones pesadas y psicotrópicas nos impulsaban a un viaje a través de largas canciones con una pesadez que me sorprendió. Sus meditativos pasajes eran impulsados por los efectos y un sonido denso y fornido con el que conseguían el equilibrio para su aterrador viaje sideral. Sin duda fue una buena idea aguantar a pesar de la falta fuerzas al final de la jornada.  

Todas las fotos:

DenpaFuzz

https://www.instagram.com/denpafuzz/

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