Cuando un festival lleva desarrollándose durante casi una década, es que algo están haciendo bien. WOODROCK FESTIVAL es un festival modesto que se aleja de las masificaciones para ofrecer a su público una experiencia sumamente gratificante. Situado en una zona privilegiada de la costa portuguesa, el evento se celebra en la pequeña localidad costera de Quiaios. Con el aliciente de su inmensa y hechizante playa custodiada por dunas a lo largo de unos cuantos quilómetros, el ambiente del festival invita a pasar tres días de comunión con la naturaleza y con una magnífica oferta musical. En su 9º edición la organización tuvo que solventar dos días antes de su inicio la ausencia de su cabeza de cartel. Los suecos BLUES PILLS, eran a priori el plato fuerte del festival, pero la inminente maternidad de su cantante Ellin Larson, hizo imposible que la banda pudiera estar presente. Un duro contratiempo que no desanimó a la organización, dando una rápida respuesta, anunciando la devolución de la entrada a aquellos que se sintieran defraudado con la ausencia de los suecos. Así también hizo una rebaja en el abono, algo que no es habitual en los festivales al uso. Estos factores son parte del espíritu de una organización que se nutre de voluntarios para llevar a cabo este fantástico evento.
A diferencia de años anteriores, la primera jornada no pudo desarrollarse en el Palco Mato . Un espacio en el interior del bosque rodeado de vegetación que siempre es una experiencia estimulante. El peligro de incendios a causa de las elevadas temperaturas de los últimos tiempos hacía recomendable no correr riesgos, y la organización ubicó está primera jornada en un nuevo ‘PALCO MATTO’, en uno de los laterales del escenario principal. Allí, custodiado por las habituales balas de paja, se ofrecía un espacio para la relajación y el descanso de los asistentes. El hecho de ubicar el escenario sobre la tierra con unos austeros adornos no resto brillo a la jornada., En el festival se cuida el medio ambiente, y la organización facilita a los asistentes cilindro de caña con un tapón de corcho para que cada uno de ellos cuente con un rustico cenicero que finalmente se convertirá en un recuerdo con el nombre del festival. Asimismo, todo el recinto está repleto de lugares perfectamente diseñados para que se cuide al máximo el medio ambiente, algo siempre digno de elogiar. De esta manera te encuentras con bidones de agua para poder apagar las colillas y tubos cilíndricos donde poder depositar los vasos vacíos. Con esta política consiguen que el espacio se cuide y el público se sienta partícipe del respeto por el medio ambiente. También es importe que el precio del festival es de 50 euros (aunque las primeras entradas fueron a 35 euros), y esto incluye el uso de todas y cada una de las instalaciones del Parque de Campismo de Quiaios. Un plus más, ya que las duchas, cocinas, lavaderos etc. Hacen que la estancia del personal sea sumamente cómoda. Así, junto al escenario, la gente no tiene ningún problema de acceso. El horario de los conciertos (a partir de las 9 de la noche), permite tener libre la jornada, bien para disfrutar de la playa, para hacer turismo por los fantásticos alrededores que rodean el lugar, o simplemente para disfrutar de unas jornadas de descanso. El festival cuenta con un mayoritario publico portugués, pero sus line-up, la dedicación y el esmero que los voluntarios derrochan , bien merecería una acogida de publico mayor. En la presente edición, alrededor de medio millar de personas pudimos disfrutar de tres maravillosos días con un magnífico ambiente y unas bandas geniales que lo daban todo sobre el escenario. Si en mi primera visita al festival me llevé una magnífica sensación, en esta ocasión no ha sido menos. Seguramente el festival se incorporará a mi agenda en los próximos años, como uno mis los imprescindibles del verano. Desde aquí os invito a todos a vivir una experiencia gratificante y sin necesidad de hacer grandes desembolsos, ya que los precios y la posibilidad de pernoctar en el camping (no zona de acampada), por el precio de la entrada, sin duda es un aliciente interesante, pero sobre todo, la experiencia de vivirlo in situ. Porque quien va a WOODROCK FESTIVAL, repite.
Tras varias demoras en las pruebas de sonido, DESERT’SMOKE daban el pistoletazo de salida al festival antes una audiencia que se resistía a llegar al recinto. En ese ambiente familiar, el cuarteto ofrecía un repertorio de temas sustentados en sonidos heavy-psych instrumentales, con los que hacían flotar a la concurrencia, alternándolos con embestidas de Stoner doom. Un show gratificante en el que la banda se mostró solvente haciendo disfrutar al personal. La situación del escenario sobre la arena, hacía que el contacto con el púsblico fuera mas estrecho, así la gente disfrutó mas de un show interesante en la apertura del festival.
La noche cubría el Palco Matto, iluminado sutilmente para recibir a la banda que mas me ha sorprendido de las tres jornadas del festival. Los hasta ahora desconocidos para mi, MAQUINA, consiguieron volarme la cabeza con su propuesta de psicodelia espacial, ejecutada a la velocidad de la luz. Las comparaciones son odiosas, pero por momentos me venía a la cabeza la imagen de los franceses SLIFT. Con algunas diferencias en su sonido, ambas tenían una puesta en escena similar. Con la guitarra y bajo sujeto a gran altura, los músicos se retorcían sacando unas distorsiones diabólicas impulsadas por un ritmo de vocación kraut, con el que electrificaban a los presentes. Un chute de adrenalina con la suficiente variedad, como para no caer en la monotonía. Una banda que arriesga por sonido no convencionales, y con los que logran enriquecer un género que siempre encuentra una salida para no estancarse. Una grata sorpresa que recomiendo no perderse a cualquier amante de las vibraciones heavy-psych más intensas.
Desarrollándose la jornada a la perfección y con la humedad de la noche cerniéndose sobre los asistentes, el dúo gallego GRIMA tomaba el relevo de los portugueses. EL nivel estaba alto, pero esta pareja se las arregló para poner las chinchetas en los culos de los presentes, y hacer que todo el mundo danzara con sus ritmos alternativos de vocación punk. Su endiablado batería Facu aporreaba la batería como un obseso mientras su cantante y bajista lanzaba sus embestidas contra los presentes. Sin duda, la banda tiene muchas similitudes con sus paisanas BALA, y a pesar que su música no es de mi estilo favorito he de reconocer que hicieron un magnífico trabajo con el que conquistaron a un público, a esas horas ya muy ardiente.
El cierre de la primera jornada correspondía a otro dúo, esta vez portugués. PUTO, son dos tipos irreverentes que acabaron por sembrar el caos en la noche portuguesa. Otro batería diabólico y un guitarra desenfrenado que se revolcaba por el suelo entre los asistentes, que golpeaba el logo del festival detrás del batería y que interpelaba al personal con una apuesta agresiva con la que no conseguí enganchar.
Con todo el día del viernes libre hasta la hora de los conciertos, aproveché para hacer un poco de turismo en la encantadora ciudad de Aveiro. Uno de los múltiples lugares en los que perderse en las cercanías del Festival. Ya que la tranquilidad de la zona y el hecho de que los conciertos comiencen a la ciada de la noche permite disfrutar de unos lugares maravillosos. A mi llegada al recinto, me encontré con algo mas público que en la primera jornada.
Con algo de retraso, al igual que en la primera jornada, STONES OF BABYLON esparcían su Stoner doom instrumental sobre los presentes. Creando un mantra sonoro, el trio ejecutaba sus canciones a cámara lenta creando una espiral lisérgica que absorbía a los presentes a un balanceo constante de cuellos. Sin demasiada parafernalia, los de Lisboa dejaban patente su propuesta pesada ante un público ávido de sensaciones fuertes.
A continuación, llegaba la hora de los barceloneses MARAGDA. Una banda que me había sorprendido gratamente con su primer álbum y que tenía muchas ganas de ver en vivo. Teniendo en cuenta que era la primera participación de la banda en un festival, los nervios iniciales fueron disipados rápidamente. centrándose en sus canciones, el trio nos ofrecía un amplio crisol de referencias estilísticas con las que enriquecían sus canciones heavy-psych. Ecos de los dinosaurios progresivos de los 70’s se fusionaban con una psicodelia que se expandía entre tonos espaciales, ritmos kraut y golpes de riffs pesados. No parecía que fuera una banda novel, sino unos auténticos veteranos. Su sonido prieto, solvente y con los suficientes alicientes para que el público cayera rendido ante ellos. Desde luego el potencial que tienen estos chicos es mayúsculo, y el WOODROCK FESTIVAL lo dejaron meridianamente claro. Anoten este nombre, porque en los próximos tiempos, escucharás hablar mucho de ellos, y si tienes la oportunidad de verlos en directo, no lo dudes, hazlo. No te defraudarán. Afortunadamente esta semana repetiré con ellos en el marco del Krach am Bach Festival, donde a buen seguro volverán a dejar un magnífico sabor de boca a todo el que asista al festival alemán. MARGADA corroboraron las buenas sensaciones que dieron con su álbum debut, mostrándose como una banda magnífica que sabe a lo que toca, una banda con personalidad que no se pone barreras ni se encasilla en su sonido anodino y tradicional. Estos chicos tienen chispa, y ojalá que reciban el reconocimiento que su calidad merece.
Después de la magnifica actuación del trio barcelonés, el escenario recibía a otra banda que había despertado mi curiosidad cuando fue anunciada su participación en el festival. Otra banda psicodélica portugués, GATOR, THE ALLIGATOR. Un extraño nombre en el que se esconden un coctel explosivo de vibraciones psicodélicas que abarcan desde el garaje hasta el Stoner, envueltos en un espíritu casi punk. Los portugueses ofrecían una actuación vibrante con la que pusieron a todos el personal a danzar desenfrenados. Con un sonido fresco e incisivo, los riffs y un frenesí constante, presidian una actuación brillante y rebosante de energía. No faltaron momentos más lisérgicos en los que bajaban las revoluciones en un agujero negro impregnado de psicotrópicos. La banda recibió el beneplácito de los presentes, ya en modo ‘fiesta’.
Llegaba la hora de los islandeses THE VINTAGE CARAVAN, y con el público en todo lo alto. No si si sabían lo que les esperaba en la próxima hora, pero, habíendo estado charlando previamente con el trio, y conociéndolos, sabía que iban a estar a la altura. Habían pasado dos años desde la última vez que los ví en directo en Hoflarm Open Air, y tenía ganas por como habían evolucionado desde entonces. Sigo a la banda desde sus comienzos, y su carrera ha llevado siempre una línea ascendente, algo que demostraron en Quiaios desde la primera canción. Sobre el escenario encontramos a una banda que cuida a su público y que su ‘máxima’, es hacerle disfrutar. Una banda profesional que siempre vigila la estética y que se convierten en un torbellino sobre los escenarios. Con un sonido de alto octanaje abrían su actuación sin hacer prisioneros. Los riffs de Whispers’ eran una magnífica carta de presentación. Con alguna de sus últimas canciones en la primera parte de set, sus constantes poses, saltos, balanceos, contagiaban a un personal que no dejaba de corear y bailar sus canciones. Sin duda, THE VINTAGE CARAVAN son una maquinaria de rock enérgico perfectamente engrasada. Una banda que toca de memoria y que siempre sabe como levantar a su audiencia. Una banda de la que nunca puedes esperar que flojeen, ya que en cada uno de sus conciertos, lo dan todo. Pero no solo eso, son unos tipos simpáticos que jamás le dicen que no a fan para hacerse una foto. Con bandas así, nada puede salir mal, y la organización del festival, acertó completamente al unirles a su line-up.
La noche portuguesa refrescaba a un público ya menos numeroso, cuando llegaba a lu última banda de la noche. Los portugueses COBRAFUMA, ponían el broche a una gran jornada de rock con los riffs más metálicos del día. Los de Oporto ponían más leña en el fuego para sobrellevar la humedad y la bajada de temperatura en el recinto del festival. Ya no tanto el frio, como si el alto nivel de humedad que traía la costa a la zona boscosa en la que se realiza el festival, se notaban y la mejor forma era el headbanging al ritmo de los riffs de COBRAFUMA. Su etérea mezcla de trash-metal, punk, Stoner, y demás ramificaciones de la música pesada, eran un argumento suficiente para los que todavía aguantaban. Por mi parte, tras sus primeras canciones, dí por concluía la jornada.
En la última jornada del festival había quedado deslucida con la ausencia de los suecos BLUES PILLS, pero las bandas presentes nos hicieron rápidamente olvidarnos de esa circunstancia. De nada vale las lamentaciones por lo que pudo ser y no fue, lo importante es afrontar lo que si es. Y lo que era en la jornada del sábado era la presencia de cinco bandas portuguesas con cinco apuestas sonoras diferentes. Una de las características del festival, es que siempre apuesta por bandas alternativas con las que cubrir un amplio espectro estilístico.
Para mi era una oportunidad de ver a GESSO, una banda que no había nunca en directo y por la que tenía bastante interés. Tras casi una década de inactividad, la oportunidad no había que dejarla pasar. Sin duda, su mezcla de sonidos psicodélicos con el blues, el doom o incluso con exóticas vibraciones me cautivó sin paliativos. Una gratísima sorpresa de una banda madura, y que transmitía que sabía perfectamente lo que hacía. Con la pausa que da la experiencia, el trio desgranaba sus canciones psicodélicas dotándolas de gran pesadez,. Siempre ofreciendo una alternativa para no caer en la monotonía, ejecutaron una de las mejores actuaciones de todo el fin de semana. Algo, que teniendo en cuenta el alto nivel de las bandas, es todo un triunfo.
Ya había visto a IT WAS THE ELF en una ocasión en Madrid, pero en esta ocasión tuve la sensación de ver a otra banda. Una banda mas de mi agrado, que ofrecía su lado más psicodélico en detrimento de su faceta más áspera. Pero no nos engañemos, los del Distrito de Guarda, son una banda cruda, y su música es pesada. Su gran acierto era el saber mover sus ingredientes para crear un coctel apetecible. Así lo hicieron, con su cantante emulando por momentos al Rey Lagarto, su lado chamánico aparecía en los pasajes más narcóticos, pero la rabia se desataba en sus canciones más arenosas. Unas canciones que ponían a prueba las cervicales de un personal que se zarandeaban a su ritmo y que se regocijaba con unos riffs poderosos y unos ritmos atronadores.
Tras el tsunami los sonidos experimentales de SUNFLOWERS cambiaban la dinámica. Era el momento de la neo-psicodelia y los sonidos alternativos del trio de Oporto. Juagando entre el caos y la melodía, pasaban de la locura kraut electrónica a bucólicos momentos en los que los guiños al shoegaze nos susurraban dulcemente. Energéticos y sumamente eclécticos, me desconcertaron por momentos. Quizás mis expectativas estaban demasiado altas, pero esperaba que me volarán la cabeza mas de lo que lo hicieron. Dicho esto, reconociendo que no su sonido, no es de mis favoritos, y precisamente por eso, presté suma atención a una actuación correcta, enérgica y suficientemente dinámica como para no defraudar, sin llegar a la excelencia que yo esperaba de ellos.
Con la actuación de THE BLACK WIZARDS, ponía el cierre a mi presencia en el festival. El trio compuesto por Joana, Jose Roberto y Helena saben como trasladarnos a un espacio vintage en el que el blues y la psicodelia se sienten como en casa, y esto, cada día lo hacen mejor. En los últimos años han ido consolidándose como una banda sólida y solvente, que sabe como golpear con riffs Stoner, homenajear a King Crimson en cada uno de sus conciertos, como susurrarnos con melodías más propias de la west-coast a través de la voz de Joana, y como llevarnos de ‘viaje’ a través de la base rítmica de un Jose Roberto siempre contundente y entregado y una Helena , que cada día se siente mejor machando los parches de los tambores de su batería. La banda cuenta con un numeroso ejercito de fieles en Europa, pero en Portugal la devoción no es menor. Desde su crudeza inicial, y esos blues desgarrados que nos ponían la piel de gallina, han ido ampliando su horizonte sonoro, y ahora se atreven con sonidos más experimentales emanados de aquellos pioneros de los 70’s, pero remodelados con un envoltorio hecho una hipnótica contemporánea. Si vas a un concierto suyo, sabes lo que puedes esperar. Su brillante show en Woodrock Festival sirvió para convencer a aquellos que todavía no habían catado su delicia esencia sonora. Brillantes, como siempre.
MIKE VHILES fue la banda que la organización incorporó al festival dos días antes de su celebración tras el anuncio de BLUES PILLS de su cancelación. Ellos cerraron el festival, pero mi cuerpo y los mas de 500 kilómetros que me esperaban en la mañana siguiente, me indicaban que debía retirarme. Supongo que en alguna otra ocasión tendré la ocasión de verlos.
Así terminaban tres días fantásticos en los que poder combinar, descanso, turismo y rock. Con bandas de calidad en un ambiente familiar y acogedor que volaría la cabeza a mas de uno de esos que huyen de las masificaciones y del mercantilismo, porque WOODROCK FESTIVAL es un festival honesto, pero que siempre ofrece lo mejor a su público y en las mejores condiciones posibles. Un festival que cuida de la naturaleza y el medio ambiente y que transmite ese espíritu a sus asistentes. Un festival en el que no hay colas para poder pedir una cerveza (en ningún lugar las encontrarás mas baratas que allí), un festival en el que sus baños nos son una cienaga mal oliente, un festival en el que de inmediato te sientes como en casa. Uno de esos festivales a los que el que va, repite. Por algo será……
¡¡¡Hasta el año próximo!!!





































