En activo desde 2.012 el trío de Dortmund publica su cuarto álbum «OUMUAMUA«, posiblemente el mejor de toda su discografía. Un trabajo en el que la banda explora algunos sonidos que no habían sido tan habituales en sus álbumes anteriores y en el que podemos encontrar desde los difusos riffs stoner llenos de fuzz hasta pasajes de psicodelia pesada en línea Rotor o Colour Haze, pero en el que también encontramos una mayor presencia de sonidos llegados de los setenta. Si la influencia en el sonido de la banda del grunge de los noventa está presente con ecos Sonic Youth, lo cierto es que en este trabajo si hay algo que predomina, es el blues. Un blues chamánico que por momentos coquetea con el sonido The Doors, y que no duda en explorar entornos de rock clásico con aroma sureño y vibraciones más propias de All Them Witches. Sus temas están perfectamente ensamblados y cuentan con la dualidad de voces Danny–Mephi, lo que hace que el álbum adquiera un color especial. Otro de los factores que despierta mi atención es la exploración psicodélica que aparece en alguno de los temas. Canciones de mayor duración en las que encuentran un espacio perfecto para desarrollos más elaborados y hechizantes lo que supone un plus en el haber de la banda. Sin duda «OUMUAMUA» suena diferente a sus entregas anteriores, pero esos cambios, solo enriquecen a la banda. Esa mayor presencia del blues y de la psicodelia más ensoñadora no hace que la banda pierda su carácter alternativo, lo que a la postre es un elemento más que hace que DAILY THOMPSON se muestre como una banda más compacta y más creativa.
DAILY THOMPSON son Danny Zaremba (voz y guitarras) Mephi Lalakakis (bajo y voces) y Matthias Glass (batería). OUMUAMUA está disponible vía Noisesolution.
“She’s so cold” con sus once minutos nos da una clara muestra de el tipo de álbum que nos presentan los alemanes. Un entorno en el que la psicodelia se colorea con la voz de Mephi con registros a caballo entre Patti Smith y Sonic Youth, algo que veremos repetidamente en alguno de los temas. Con una buena cadencia rítmica los ecos alternativos se incrustan con precisión sobre esos ensoñadores pasajes heavy-psych impregnados en hongos mágicos. En ese entorno psicotrópico el corte funciona a las mil maravillas gracias a su cadente y magnético ritmo. En su segunda mitad, la canción se precipita por un torrente de fuzz desértico con difusos riffs bajo la voz de Danny en esta ocasión. En su parte final, la banda se inclina por los sonido stoner sin perder ese carácter alternativo que les lleva a recordar los ecos de los 90’s sin desdeñar la psicodelia presente en todo el tema.
Con una cadencia blues, “Sad Frank” el single que nos adelantaron hace semanas, toma la herencia The Doors Jugando con las voces, Mephi y Danny hacen que el tema evolucione engrosando su sonido con riffs que serpentean seductores entre pinceladas lisérgicas. Instalados en un entorno más propio de garito de blues humeante y olor a bourbon, de la intoxicante neblina emergen solos ácidos que se retuercen en cada nota. El tema cuenta con una nota de color vintage gracias a la incorporación del sonido del órgano, lo que supone una novedad en el sonido de la banda.
Por la encrucijada entre el proto-metal el blues y el retro rock, “Oh my mind” se muestra como un corte divertido y pegadizo que te atrapa sin remisión. Invitandonos al baile, el blues ácido y los riffs stoner sacan lo mejor una banda que no tiene reparos en jugar cada vez a más cosas. En la parte final aparece ese dueto de voces que tan buenos resultados ofrece, en esta ocasión en un apoteosis final que tras coquetear sin reparos con el blues, se ve aderezado con esos ecos alternativos.
Sin perder la esencia americana que rezuma del álbum, “Slow me down” nos traslada a las vastas praderas del medio oeste. Un espacio sureño en el que con los cactus como testigos, nos invitan a transitar por largas rectas atravesando el desierto. Stoner, boogie, garage al servicio de un tema que se inclina por el sonido de All Them Witches en una constante oscilación que no les hace perder particular sonido.
“Half Thompson” es un blues rock con sabor a 70’s. Salvaje y primitivo su aire macarra le dota de mucho gancho sobre esos sonidos clásicos. En una línea bastante ortodoxa, el corte contiene magnéticos pasajes ácidos que no hacen sino enriquecerlo. En sus notas se percibe un cierto aroma a Zeppelin.
Con sus doce minutos, “Cosmic cigar (Oumuamua)”, nace de borboteantes pasajes heavy-psych entre efectos que revolotean sobre nosotros creando un entorno chamánico en el que dejar volar nuestra mente. Todo un hechizo sonoro que nos lleva a la noche desértica entre las plegarias del chamán. Un conjuro de riffs difusos que se agigantan entre intoxicantes brebajes creando un escenario para el desarrollo de la psicodelia pesada que da lugar a distintas escenas relatadas bajo una mágica y lisérgica atmósfera. La voz casi recitando de Mephi con una peculiar ecualización añade un toque de misterio que por sí mismo, sabe cómo narrar la trama. Incorporando ese toque grunge en algunos momentos vocales consiguen una perfecta conjunción de elementos sin perder la vocación psicodélica. Seguramente estamos ante el tema más impactante del álbum, un corte que se va cociendo a fuego lento y que supone una innovación respecto a los temas que habían compuesto hasta el momento. Todo un espacio para flotar y dejarse llevar.
En modo acústico, casi como un loner-folk, “River of a ghost” reposa en tonos folk con la voz áspera y cálida de Danny sobre hipnóticos acordes. Un híbrido entre esas vibraciones y las que nos ofrecían en los noventa las bandas de Seattle con sus conciertos unplugged.
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