Crónica: LUNAVIEJA + DIEAWAY en Sala Moby Dick (Madrid)

Al igual que había sucedido dos días con KING BUFFALO, los malagueños LUNAVIEJA se presentaban por primera vez en Madrid, y las expectativas estaban muy altas. Todos que han visto en directo a la banda en directo con anterioridad, saben cómo se las gastan sobre un escenario, y la noche del pasado viernes se presentaba como una gran oportunidad para sumergirnos en su particular mundo ocultista. El concierto organizado por la infatigable La Rubia producciones y contaba también con la presencia de los alcalaínos DIEAWAY, que se presentaban en formato trio tras la salida de la banda de su guitarrista Miguel.

Con esos antecedentes el personal iba llegando, deseoso de vivir una de esas noches que quedan para el recuerdo, y a la postre así fue. Todas las perspectivas quedaron superadas por un concierto impresionante y sorprendente a partes iguales en el que lo esotérico invadió con sus conjuros, con su mística, con su folclore, pero también con sus tenebrosos riffs, la Sala Moby Dick de Madrid.

DIEAWAY abría su actuación con una de las canciones de su nuevo álbum «Trisected Liminality vol. 1 & 2», eje argumental de su set-list. ‘The Skillful Art of Losing Balance’ mantiene la esencia grunge que lleva acompañando a la banda desde hace unas décadas, pero a su vez se percibía que los riffs arenosos también forman parte de sus genes. Un sonido poderoso y bien ensamblado repasaba esta nueva entrega repartida en dos volúmenes. La garra de ‘Conundrums’ se contrarrestaba con oleadas de sonidos noventeros bajo un ritmo trepidante. La temperatura subía con ‘Involution’ una canción que combina las melodías habituales de DIEAWAY con golpes de Stoner metal. Un cambio constante de intensidad que calaba en una audiencia que se divertía con la propuesta sonora de la banda.  Con completo desparpajo las canciones se sucedían en un derroche de pesadez como no los había visto antes.

Parece como si la banda hubiera decidido suplir la ausencia de su segunda guitarra con una mayor intensidad de cada uno de sus riffs, lo que los lleva a un nuevo escenario. La sala iba recibiendo poco a poco mas y mas gente que se unía a la fiesta de sonidos pesados de inclinación noventera de los de Alcalá. Está claro que estos chicos nacieron con la energía e irreverencia del rock de los 90’s y ese continúa siendo el hilo argumental de sus canciones, pero la mutación de esos sonidos a un espacio más Stoner y metálico al que aportan sutiles dosis de psicodelia y elementos progresivos que hacen que cada canción resulte un conglomerado de vibraciones que finalmente, son bien ensambladas. Con la rugosa y llena de aristas ‘The anchor’ ponían fin a un concierto contundente de algo menos de una hora en el que ejercieron un derroche de fuerza y mostraron que como trio siguen teniendo el camino libre para seguir ofreciéndonos sus canciones. Ellos son un ejemplo de banda underground, que no desfallece ante las adversidades y que tiene claro su propósito, sin pretensiones, pero con las ideas claras.

Después de este impactante primer acto, la noche se abría a nuevas experiencias sensoriales. El cuarteto malagueño había sorprendido a propios y extraños en sus actuaciones en las dos últimas ediciones del festival portugués Sonicblast, y muchos de los presentes sabían a lo que venían, pero desde luego, nadie podía imaginar un derroche como el que LUNAVIEJA ofrecieron en ‘La ballena’. Porque cada actuación de los malagueños no se circunscribe únicamente a lo musical, ellos celebran una experiencia visual, mística, ocultista, llegada de mas allá, para brindar a los presentes un ritual lleno de simbolismo en el que su actuación se enriquece con lo olfativo, consiguiendo que cada asistente a su show evada su mente y se sumerjan en las tinieblas. Un espacio lúgubre en el que la tradición y los ancestros tiene su parte importante de protagonismo. Con el escenario repleto de elementos tradicionales y objetos de culto llenos de simbología, la banda aparecía en el escenario con su particular chaman embutido en esa bella e inquietante máscara danto paso al comienzo del ritual bajo el silencio de una audiencia expectante. El show lo abrían con una canción no incluida en su Lp debut, ‘Bacantes’, y desde el primer momento se percibía que nadie quería perderse ni un solo detalle de esta experiencia. Teniendo en cuenta que el doom forma parte del ADN de LUNAVIEJA, no es de extrañar que los primeros riffs de ‘Mal de Luna’ rápido hicieran acto de presencia. En esa acertada conjunción de sonidos alternativos de origen 90’s, con golpes de riffs pesados rápidamente nos ponía en el camino de este aquelarre.

Constantes bailes y muecas se sucedían entre un sonido y unas tenues luces rojas que ponían el ambiente correcto a su propuesta. ‘Hecate’ nos traía los primeros momentos verdaderamente ocultistas. Sus riffs Sabbahticos y esas letras recitadas como un inquietante conjuro acababan por sumirnos en un mundo de tinieblas del que no saldríamos en toda la noche. Con ‘Unguentum Sabbati’ el ritual alcanzaba uno de sus momentos álgidos. Inquietantes, místicos, ocultistas, LUNAVIEJA esparcía sus conjuros entre aromas a romero y elementos tradicionales. Las tinieblas presidian la sal con una Stefy ejerciendo de hechicera con sus conjuros y plegarias.  No son habituales estos pasajes teatrales, pero su efectividad está al margen de cualquier duda. Si la música es un aliciente, una puesta en escena así, no tiene precio. La alternancia de estos momentos chamánicos y rituales con los golpes de riffs Stoner resultaba ciertamente estimulante. Todo el mundo pendiente de cada detalle que se producía sobre el escenario, algo que no todas las bandas consiguen. Pero esta puesta en escena única, es realizada con una precisión cautivadora que impide que nadie, ni los amantes de estos oscuros sonidos pesados, ni los que no están familiarizados con ellos, disfrute del grandioso espectáculo. ‘Lunavieja’ y ‘Santo romero’ ponían los momentos álgidos a una actuación sorprendente y hechizante a partes iguales. La banda continuaba sonando a las mil maravillas, y Stefy se enfundaba en su mascará aviar para seguir desgranando actos de su relato. Siempre tratando de innovar, Javi, nos presentaba una nueva máscara llena de color mientras las incursiones, tanto suyas como de Stefy en medio de la audiencia con los tambores rituales podían la sla patas arriba. Esas invitaciones al baile eran bien recibidas por los presentes, integrándose en el aquelarre y viviendo la experiencia de una manera personal. En otro juego de malabares, LUNAVIEJA nos sorprendía con su puesta en escena a cada momento en una actuación en la que no había margen a la distracción, si te mueves, te lo pierdes. Por ello, cada uno de los presentes mantenía la atención puesta en cada detalle, porque son muchos los alicientes y sensaciones que LUNAVIEJA saben transmitir, ya que planifican sus shows como una obra teatral con un hilo argumental en el que lo ancestral, el folclore, lo tenebroso, lo ritual, se unen en un espectáculo lleno de alicientes para su público, algo, que la gente sabe agradecer.

Esta congregación llegada del sur supo como conseguir adeptos para su causa sumiéndonos en un trance ceremonial en el que lo pagano, lo oculto, copaba todo el protagonismo. Incluso la banda yendo más allá en su propósito, ofrecía un elemento nuevo con el que causó sensación. Una máquina de humo con una luz roja en su base que simulaba una hoguera en la que su cantante y chamán Javi, se inmolaba como un hereje, algo que realzaba una superlativa puesta en escena con la que siempre mantenían atento a un público entregado. Sin duda una noche perfecta que no pude vivir hasta su final por cuestiones personales que hicieron que tuviera que ausentarme antes de la finalización de su actuación minutos antes de que esta concluyera. Lo cierto es que la banda dejaba claro que una buena puesta en escena es capaz de hacer brillar mucho más la música de cualquier banda ofreciendo un espectáculo global, en el que las sensaciones se amontonan, algo sumamente de agradecer. Así las cosas, podemos concluir que LUNAVIEJA se doctoraron en las artes del rock ocultista, levantando las pasiones del público madrileño que se acercó a su aquelarre en la Sala Moby Dick. ¡¡¡GRANDES!!!

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