Álbum Premiere y Reseña: HOLY MONITOR.- ‘Southern Lights

El quinteto griego HOLY MONITOR llevan desde 2015 ofreciéndonos su particular visión de la psicodelia moderna con maestría a través de cuatros Eps y un par álbumes de larga duración, con los que se han labrado una reputación dentro de la escena psicodélica contemporánea. Con su nuevo álbum ‘SOUTHERN LIGHTS’ deberían alcanzar el Olimpo del género, ya que la calidad y riqueza compositiva de sus canciones bien lo merece. Un fascinante trabajo que juega con elementos espaciales, ritmos kraut y aromas orientales en línea KIKAGAKU MOYO en unas canciones suaves impregnadas en bellas fragancias sonoras que no se olvidan de la tradición griega. Unos temas que son todo un bálsamo para el oyente y que ayuntan las malas vibraciones. Con tonos vintage, aportados por sus cálidos teclados, voces que evocan la psicodelia pop de los 60’s y guitarras ácidas llenas de magnetismo, ‘SOUTHERN LIGHTS’ muestra a la banda en plena madurez creativa, lo que le convierte en uno de esos álbumes que cualquier amante de la psicodelia no debería pasar por alto. Describiendo su particular mundo mágico, los temas consiguen que nos olvidemos de los convulsos tiempos que vivimos para elevarnos a una dimensión sensorial en la que todo flota de una manera etérea, relajando nuestros sentidos y proporcionándonos un gratificante viaje. Sus suaves reverberaciones, unidas a los ganchos de vocación progresiva y esos genes kraut, hacen que cada tema, sea un aliciente para seguir descubriendo a una banda brillante. Las algodonadas melodías funcionan tanto en los hipnóticos espacios siderales, como en las estancias vintage más propias del siglo pasado. Todo fluye con naturalidad, en ocasiones con la brisa del Mediterráneo meciendo sus armonías y en otras, con exóticas fragancias orientales perfumando sus canciones en un auténtico vergel psicodélico. Ecos floydianos, melodías Beatles, inspiración espacial, todo al final confluye en un caleidoscopio colorista que flota en sus etéreas atmósferas. Las vibraciones salvajes y embriagadoras de sus hipnóticos ritmos psicodélicos, desencadenan paisajes sonoros elaboradamente tallados llevan a los oyentes a una danza loca y hedonista para exorcizar las malas vibraciones y rebelarse contra la realidad. Sin duda, uno de esos álbumes llenos de sensibilidad, que debe perdurar en el recuerdo de la gente, cuando al finalizar el año se haga balance de lo mas destacado.

‘SOUTHERN LIGHTS’ está disponible vía Blackspin Records/Primitive Music en edición limita a 300 copias en alta calidad en vinilo rojo y blanco de 180 gr. Habiendo sido producido por HOLY MONITOR, Grabado y mezclado por Alex Bolpasis en Suono Studio, correspondiendo la grabación de las voces a George Nikas en Black Caravan. La masterización corrió a cargo de Nick Townsend en Townsend Mastering y el arte de la portada es de Bewild Brother.


HOLY MONITOR son: George Nikas (Voces y Guitarras), Stefanos Mitsis (Guitarras), Vangelis Mitsis (teclados), Alex Bolpasis (Bajo) y Dimitris Doumouliakas (batería)
Músic compuesta por Stefanos Mitsis y George Nikas con letras de George Nikas

‘River’ se desarrolla en un escenario heavy-psych en el que los teclados en tonos vintage aportan un tono agradable al ensoñador sonido de los griegos. Con un sonido estratificado en distintas capas, una introducción inicial deja paso a momentos de neo-psicodelia aromatizada. La lánguida voz aflora en un vergel colorista bajo agradables melodías. La dupla de guitarras repitiendo acordes consiguen crean una atmósfera etérea en la que el sonido flota produciendo un estado placentero para el oyente. El tema pasa por tres fases, para retomar en su parte final el sonido con el que nació. Sin duda una notable forma de empezar a introducirnos en este atractivo trabajo. El tema cuenta con sutiles ritmos de vocación kraut.
En un escenario más psicotrópico ‘Naked in the rain’ es el espacio perfecto para que la guitarra juega con pedales ofreciendo un sonido más psicodélico. Con voces infectadas de vientos exóticos el tema consigue conjugar elementos kraut, con ecos más 70’s sin perder los tonos psicodélicos. Rítmico, colorista y con un sonido vintage en un segundo plano, el corte nos acaricia con algodonadas melodías entre su magnética y por momento hipnótica instrumentación. El hammond lucha por copar un protagonismo que parece estar en manos del sonido de las guitarras, siempre con encajando las piezas a la perfección.
‘Bells’ nos ofrece un sonido que me evoca a muchos momentos de bandas como KIKAGAKU MOYO. Acolchados pasajes y aterciopeladas voces nos acarician manteniendo los tonos coloristas. Describiendo momentos más bucólicos el tema mantiene su combinación kraut sin perder la vocación psicodélica. Aquí la dimensión neo-psicodelica de HOLY MONITOR reincide en una fórmula que funciona. Frágil pero rico en matices el ritmo, sin que nos demos cuenta acaba por succionarnos a ese mundo de ensueño en el que la banda crea sus canciones. Con aires más sinfónicos, ‘Lights’ cabalga entre desarrollos livianos entre aromas celestiales con un toque de exotismo. Dulces melodías vocales flotan entre una instrumentación con algún elemento progresivo entre los efluvios psicodélicos habituales en todos los temas. Los sonidos del luminoso Mediterráneo parecen humedecer los acordes de otro bello tema aparente frágil. Intensificando su sonido el corte se torna más pesado y psicotrópico en su según parte, ofreciendo un crisol de sonidos hipnóticos con brillantes desarrollos de guitarra mientras su ritmo insistente.  parece tornarse más turbio y aturdidor de lo que habían mostrado con los temas precedentes.
Una gruesa línea de bajo abre las hostilidades en ‘The sky is fallin dow’. Un monumental corte en que las guitarras flotantes inciden entre un inquietante ritmo y un órgano envolvente.  Ecos sesenta, y ritmos más pesados consiguen crean un tema lleno de versatilidad y fuerza. Aquí la banda nos ofrece constante giros que hacen que la canción serpentea entre variadas armonías haciendo que su escucha nos depare diferentes alicientes. Casi floydiano por momentos, el tema conjuga a la perfección los sonidos de los inicios de la psicodelia con una apuesta completamente contemporánea. Con sus más de siete minutos de los crujientes sonidos de su apertura van disipándose a una atmósfera más etérea. Nuevamente los elementos progresivos hacen acto de presencia entre sus ritmos hipnóticos de vocación kraut. El protagonismo del órgano en su parte central hace que el corte explote en una deflagración mucho más pesada confirmando que los griegos no quieren renunciar a nada. Estamos ante uno de esos temas que nos ofrecen distintos alicientes cambiando su sonido a lo largo de su desarrollo, lo que hace que dependiendo del minuto que escuches te parecerá que estás ante un tema completamente diferente. Incluso percibo algún elemento más propio de The Beatles más lisérgicos y coloristas.
Susurrante y lleno de magnetismo ‘Hour glass’ nos acaricia con sus delicados acordes envueltos entre efectos flotantes. El lado más espacial de los griegos se muestra con timidez entre su psicodélico sonido. Emergiendo lentamente para crear una plácida atmósfera ideal para la relajación el tema parece no querer elevarse describiendo el silencio de insondables espacios reflexivos aptos para encontrar la paz interior. Todo un bálsamo para los sentidos que acaba por narcotizarnos en un sueño dulce y placentero mientras se diluye en el infinito.

Tras el reconfortante corte anterior, ‘Ocean trail’ explota en un arco iris colorista entre hipnóticos riffs y tonos vintage. Sus voces neo-psych de vocación 60’s aparecen entre constantes ondulaciones en las que se perciben vibraciones exóticas. Repitiendo su riff principal, el tema amortigua su intensidad con los registros vocales, elevándose con fuerza en la ausencia de las mismas. Con buenos desarrollos de guitarra el ritmo constante y el zumbido de los teclados van aportando matices sonoros a un notable tema que acaba por engullirnos entre sus vibraciones.

En una atmósfera menos perturbadora ‘Under the sea’ nos acaricia con bellas melodías impregnándonos de flotantes sonidos psicodélicos alejados de estridencias sonoras. Un acaramelado corte sobre el que parece influir el sonido de bandas como los citados Kikagaku Moyo. La belleza y la ternura en beneficio de otra atractiva y reconfortante canción.

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